Después de dedicarse durante años a la celiaquía y otro tanto a las causas de la constipación, el gastroenterólogo Eduardo Cueto Rúa se puso un objetivo en mente: advertir cuán nocivo es el menú típico de los cumpleaños infantiles, sobre todo cuando se vuelve cotidiano y desde temprana edad. Resumió la problemática con una idea provocadora: “Son cumpleaños criminales”.
Así tituló el libro que publicó el año pasado (por Aurelio Impresiones, en La Plata), con el que busca concientizar tanto a profesionales de la salud como a familias. “El error está en prostituir el paladar de una criatura de un año y darle un chizito”, lanza el médico, director del Postgrado de Gastroenterología, Hepatología y Nutrición Pediátrica de la Universidad Nacional de La Plata, y reconocido en 2023 por la Sociedad Latinoamericana e Iberoamericana de Gastroenterología Hepatología y Nutrición pediátrica -junto a Fagundes Neto de Brasil, Joaquín Kohn de Córdoba y Domingo Jaen de Venezuela-.
Lo que propone es nada menos que un cambio cultural. “Trato de encontrar la forma de difundir el tema de los cumpleaños saludables. Si hacés ensaladas de frutas con hielo y después una tortita, ya está. No vomita ninguno. Si después de jugar en el pelotero una hora los tapan con salchichas y gaseosas, terminan vomitando en la casa. Son cumpleaños criminales”, insiste.
Contra la desinformación
Por suerte, plantea Cueto Rúa, en los últimos años fue creciendo el interés por la alimentación casera y saludable. En torno a los cumpleaños infantiles, también. De hecho, varios de los libros más recientes sobre recetas y consejos gastronómicos para familias incluyen capítulos específicos en ese sentido. Pero que sea algo masivo aún está lejos.
“Creo que si la gente sabe, se aviva. Pero está desinformada. ¿De dónde saca que si no come yogurt va a tener osteoporosis? Lo dice la industria. La verdad es que si la gente come yogurt todos los días tiene mal aliento, granos y constipación. Pero la propaganda del yogurt la hace una modelo”, cuestiona.
Apunta a la incidencia de las publicidades en los hábitos alimentarios desde mediados del siglo XX, cuando se difundieron los alimentos procesados como papillas para bebés. “Los chicos que engordaron con Nestum hoy son obesos”, asegura, y cuenta que su mirada se focalizó sobre este asunto cuando la jefa del servicio del hospital donde trabajaba le dijo: “No sabemos qué hacer con la obesidad infantil. Es una tragedia”.
En septiembre pasado, un estudio de Unicef mostró que la Argentina está entre los cinco países de América Latina con niveles más altos de sobrepeso en niñas y niños menores de cinco años. Alcanza al 12,6% de las personas de esa esa edad y al 16,9% de las infancias y adolescencias de entre cinco y 19 años.
Hígado grado y obesidad
Cuento incluye un artículo de las gastroenterólogas María Cristina Arregui y Carmen Otegui Banno, quienes advierten que “el hígado graso es la enfermedad hepática crónica más frecuente en pediatría. Su aumento en los últimos años fue lineal y acompaña el aumento de la obesidad a nivel global, representando un problema de salud pública mundial”.
“La bibliografía describe una mayor incidencia de casos a partir de la edad prepuberal, pero la práctica clínica nos ha demostrado que existen casos en niños preescolares, lo cual enciende una alarma sobre la gravedad del problema, y obliga a poner el esfuerzo en la prevención del sobrepeso y la obesidad en los primeros años de la vida”, alertan las especialistas sobre una enfermedad que es multicausal, pero que en su mayor parte obedece a factores modificables, como el sobrepeso y la obesidad.
“La enfermedad hepática grasa es consecuencia directa del sobrepeso y obesidad, secundario principalmente a una conducta pediátrica esencialmente sedentaria, acompañada de una dieta hipercalórica y desequilibrada; es considerada la causa más frecuente de enfermedad hepática crónica en niños y adolescentes. ¿Entiende por qué este libro se llama cumpleaños criminales, chizitos, palitos, papitas y gaseosas?”, pregunta el autor.
Otro de los coautores de la obra es el médico Ricardo Wrigh, quien analiza el aumento de la obesidad infantil a nivel global y en el país en particular. “En Argentina consumimos 186 kilos de ultra procesados por habitante al año y la población infantil consume un 40% más de bebidas azucaradas, el doble de snacks y triple de pastelería”, remarca. Y cita un dato aportado por Unicef en 2020 que enciende alarmas: “Los alimentos ultra-procesados son incorporados cada vez con mayor frecuencia en niños/as menores de 2 años, no sólo eso, sino que en algunos casos estos alimentos y bebidas se incorporan antes de que finalice el periodo recomendado de lactancia materna exclusiva”.
Revisar la heladera
“Nuestro futuro y el futuro de nuestros hijos no pueden ser la obesidad ni el síndrome metabólico. La publicidad sólo busca rentabilidad, no salud”, es una de las premisas del libro. Sobre el rol de la industria en la elección de lo que llega a las heladeras y en cómo se construyen los hábitos alimentarios, Cueto recomienda la lectura de Mal Comidos y Mala Leche, de la periodista especializada Soledad Barrutti.
Una de las investigaciones que cita en el libro tiene que ver con el grado de adicción que pueden generar los distintos tipos de alimentos y cómo pueden incidir en la obesidad. El relevamiento de la Universidad de Michigan analizó el efecto de 35 alimentos sobre 518 personas. Los más adictivos fueron los procesados, con altas cantidades de grasa de los tipos menos sanos (saturadas, refinadas y parcialmente hidrogenadas), y azúcares añadidos. La pizza, el chocolate y las papas fritas de paquete, al tope del ránking.
“El trabajo que hicimos con nutricionistas (en el del Hospital Ludovica de La Plata) es ver qué hay en la heladera de tu casa y qué posibilidades tenés de tener un hijo obeso. Hay alimentos que, si están en tu casa, la posibilidad de tener hijos con sobrepeso es altísima”, apunta. “Los podés comer en Navidad, una vez al año, pero que estén de lunes a viernes es de locos”, califica. La advertencia aplica para la comida de cumpleaños infantiles: si un niño o niña tiene varios festejos por semana, casi todos con idéntico menú, la frecuencia de la ingesta de ese tipo de comida se vuelve demasiado alta. Es lo que se busca modificar.