La intensidad crucial al analizar la trama interna de las corrientes de pensamiento económico, su vínculo con los procesos históricos y los avatares populares argentinos en innumerables clases y conferencias. El ejercicio de una pedagogía emancipadora y la formación sistemática de jóvenes. La charla interminable y plural, recíproca, que se multiplica en reuniones, cenas y asambleas, para construir un destino que sólo será a condición de ser colectivo.

La política como apasionada herramienta de transformación social y la economía como ciencia necesariamente incompleta en la que se plasma la Historia. La investigación como método para desentrañar la trama del poder económico y su oscura ingeniería de dominación social. Los Derechos Humanos como medida fundamental de todas las políticas de Estado. La preservación de la memoria de sus compañeros y compañeras de militancia como proa. La amistad como un generoso ejercicio permanente y una inquieta convocatoria al debate entre iguales.

El pasado domingo 30 de abril falleció nuestro compañero Guillermo Wierzba, y con él -lo sabemos- se va algo de ese misterio irreductible que pareciera habitar en quienes deciden conducir su impulso vital a la lucha permanente por la construcción de nuevos horizontes de Derechos, de formas crecientes de Justicia Social. Quizás ese misterio esté compuesto por singulares e irrepetibles hiatos entre eso que llamamos la “fragua de la historia” -es decir, la cristalización colectiva de urgentes tensiones sociales sobre un extenso sedimento popular identitario- y un delicada pero resistente y persistente trama de actos emancipatorios en innúmeros momentos de riesgo.

Guillermo Wierzba, una vida, una obra

Destacado economista y miembro fundador de la Comisión para la Reconstrucción de la Memoria y de la Cátedra Poder Económico y Derechos Humanos de la Facultad de Ciencias Económicas de la Universidad de Buenos Aires (FCE – UBA), formó parte del movimiento cooperativo de crédito y fue director del Banco de la Nación Argentina (BNA) y del Centro de Economía y Finanzas para el Desarrollo de la Argentina (CEFID-AR).

Miembro fundador del Espacio Carta Abierta y de las recientemente creadas Asambleas Horacianas, integrante del Plan Fénix. Especialista de consulta permanente para organizaciones políticas, sociales y sindicales. Colaborador permanente en publicaciones periodísticas y de actualidad política, docente universitario, militante e intelectual identificado con las causas populares.

Wierzba
Espacio Carta Abierta.
Foto: Hernán Mombelli

El recorrido académico y político de Guillermo constituyó una “praxis” ligada a nuestra facultad. Su formación académica en las aulas fue inescindible de su militancia universitaria, que durante los primeros años ’70 se desarrolló en la Agrupación de Unidad Reformista de Ciencias Económicas (AURCE), vinculada al Partido Comunista. Formó parte de las generaciones que habitaron el tiempo histórico de mayor acumulación política e ideológica del campo popular nacional y mundial -así como de sus propias contradicciones- y, luego, fue testigo de una violenta ofensiva liberal conservadora.

A nivel nacional, el inicio de la persecución político-ideológica con la denominada «Misión Ivanissevich» a principios de 1975 y, posteriormente, la irrupción de la dictadura militar de 1976, censuraron a las corrientes heterodoxas y críticas en materia económica, dando lugar a una creciente hegemonía neoclásica en los claustros. El “hombre nuevo” había sido reemplazado -a fuerza de terrorismo de Estado y manuales y papers ortodoxos- por el “homoaeconomicus” sin atributos de ciudadanía crítica y restringido a intercambios de bienes de consumo y factores de producción.

Este enroque de figuras teórico-políticas era el correlato de un efectivo rediseño de relaciones sociales a gran escala, cuyo análisis puede rastrearse en sus investigaciones económicas y publicaciones diversas como en su actividad política e institucional. En efecto, si hubiera que definir una temática capaz de abarcar el vasto universo de su reflexión-acción podría decirse que se ubicó en el campo del análisis de las relaciones contingentes entre patrones históricos de acumulación y las tensiones sociopolíticas derivadas de las luchas hegemónicas, cuestión en la que incursionó en distintos planos y grados de agregación.

La recuperación de la democracia hizo posible su retorno a la actividad universitaria a través de la docencia, dictando las materias Economía en las Cátedras Bazterrechea y Marchini, y Microeconomía en la Cátedra Becker, en la UBA. Particularmente en el marco de la Cátedra Marchini de la sede Drago del Ciclo Básico Común, durante la segunda mitad de la década de 1990 -en pleno auge de la convertibilidad y la aparición de claros signos de agotamiento del modelo económico-.

Ahí desarrolló una singular experiencia pedagógica basada en la formación intensiva de un equipo de jóvenes estudiantes en temáticas de economía heterodoxa, quienes colaboraron como ayudantes en el dictado participativo de clases con base en una ampliación bibliográfica crítica en consonancia con la realidad política de la época. La experiencia, que contó con el aval entusiasta de la cátedra, evidenciaba su convicción acerca de la necesidad de desarrollar una pedagogía política que colaborara en la reinstalación de la crítica a la ortodoxia neoliberal en la universidad y que, a la vez, permitiera una reconexión de los claustros con las calles.

Fue parte activa de la ebullición política de la época a través de distintas experiencias que reaccionaban a la desazón provocada a nivel internacional por la crisis y desaparición del bloque socialista -cuyo impacto ideológico fue cristalizado en el certificado de defunción emitido por Francis Fukuyama con la publicación de su libro de 1992, “El fin de la Historia y el último hombre”- y, a nivel nacional, la cooptación del Partido Justicialista por parte de las clases dominantes a través del menemismo.

Sobre esta cuestión, en los últimos tiempos sostenía con énfasis el enorme acierto que había significado el uso, por parte de Eduardo Basualdo, de la categoría gramsciana de “transformismo” en su libro Sistema político y modelo de acumulación, texto que consideraba fundamental para entender la situación política y económica nacional.

Como intelectual y cuadro político, tuvo una temprana compresión de la difícil etapa que se iniciaba, participando en la construcción de espacios cuyos programas políticos y económicos formaron parte, una década después, de la agenda de los gobiernos populares latinoamericanos que tanto defendió. De la experiencia político-cultural “Basta de Sapos” con Norman Briski a la integración del Frente del Sur, junto a Pino Solanas, Alcira Argumedo y Eduardo Jozami y, posteriormente, el Frente Grande.

Fue uno de los fundadores del colectivo militante agrupado en las Revistas “Juana Azurduy” y “Compañeros”, un espacio de resistencia y articulación de diversos grupos de distintas tradiciones políticas populares y afincamiento territorial. Quedan en la memoria de modo indeleble las asambleas y clases de economía que él, sus compañeros y compañeras de militancia y sus ayudantes de curso de la UBA, realizaron junto a vecinos y vecinas de barrios populares, desde Rincón de Milberg, en el Partido de Tigre, a asentamientos precarios en el Partido de San Martín, en la Provincia de Buenos Aires.

A mediados de 1990, en el marco del movimiento de Derechos Humanos, comenzaron a organizarse grupos de exestudiantes y graduados con el objetivo de recuperar las historias de los compañeros y compañeras universitarios desaparecidos por el terrorismo de Estado. En nuestra facultad, un grupo de exmilitantes conformó en 1997 la Comisión por la Reconstrucción de la Memoria, de la cual Guillermo fue un destacado promotor.

Un año después, se creó la Cátedra Libre Poder Económico y Derechos Humanos, designándose a la Madre de Plaza de Mayo Nora Cortiñas -cuyo hijo estudió en nuestra facultad- como su titular. La creación de la comisión fue impulsada por un amplio arco político de agrupaciones y gremios, pero no estuvo exenta de resistencias institucionales que fueron superadas por la voluntad colectiva y una legitimidad que excedía con creces los límites geopolíticos de la sede Córdoba de la FCE.

La consolidación de la comisión durante sus primeros años de existencia hizo posible considerar la ampliación de su actividad a la formación de los alumnos en el análisis de la relación entre el terrorismo de Estado y el modelo económico iniciado en 1976, cuyos basamentos básicos había sobrevivido al fin del período de facto.

La creación de la materia Poder Económico y Derechos Humanos en 2004, luego de arduas gestiones con las diversas conducciones de la facultad, constituyó un hito de gran relevancia al convertirse en el primer espacio institucional de formación y debate sobre la vinculación entre la violación sistemática de los Derechos Humanos por parte del Estado y el cambio en el patrón de acumulación, colaborando en la identificación de sus beneficiarios económicos civiles.

Uno de los debates más interesantes suscitados con las autoridades de la facultad consistió en su rotunda negativa a que el concepto “poder económico” formara parte del nombre de la materia, proponiendo en cambio el menos incómodo y más anodino “Economía y Derechos Humanos”.

Tanto Nora Cortiñas como Guillermo y el conjunto de la comisión mantuvieron una posición irreductible, al plantear la necesidad de incorporar dimensiones del poder al interior de las relaciones económicas, no como una mera falla de mercado llamada “concentración” o “monopolio”, sino como el entrecruzamiento de procesos económicos y clases sociales dominantes con capacidad de transformar las relaciones sociales a partir del disciplinamiento colectivo por medio de la violencia y el terror.

La discusión no era meramente semántica sino de profunda raíz ideológica. Se trataba de afirmaciones que abrían la puerta a conceptualizar la complicidad civil, asestaban un duro golpe a la teoría de “los dos demonios” en la currícula oficial de la facultad, e invalidaban los supuestos de apoliticidad y homogeneidad de los agentes económicos tallados a medida del poder económico -propiamente dicho- por parte de la orfebrería semiótica neoclásica.

La cátedra, por especial impulso de Guillermo, se convirtió, además, en un espacio de articulación generacional, al incorporar a hijas e hijos de compañeras y compañeros desaparecidos, profesionales de Ciencias Económicas, en el equipo docente. Una forma de memoria sembrada de futuro, un gesto irreverente a los intentos de disciplinamiento, y una perseverancia en sostener el legado de sus compañeros y compañeras a partir de la formación de las nuevas generaciones.

Su extensa participación en la agrupación Afirmación Profesional del claustro de graduados, la fundación de la agrupación La Grieta junto a jóvenes profesionales y estudiantes, y su actividad gremial docente, son otros elementos de su vínculo permanente con la vida institucional y política universitaria.

En 2004, con la creación del Centro de Economía y Finanzas para el Desarrollo de la Argentina (CEFID-AR) por iniciativa de Banco de la Nación Argentina en asociación con el Banco de la Provincia de Buenos Aires, el Banco Ciudad, el Banco de Inversión y Comercio Exterior, y el Banco Credicoop, y su designación como director, se inició su período más prolífico en términos de producción académica.

A través del trabajo de investigación realizado por un equipo permanente de investigadores y una extensa red de colaboradores de distintas corrientes de pensamiento heterodoxo, el CEFID-AR produjo y difundió cerca de 80 documentos de trabajo sobre diversas temáticas de desarrollo económico, regulación financiera, fuga de capitales, deuda, restricción externa, economía internacional, política fiscal y monetaria, producción, distribución del ingreso, planificación, banca pública, inflación y formación de precios, concentración, historia económica, integración latinoamericana y arquitectura financiera internacional, entre otros.

Todos ellos fueron el resultado de un intenso trabajo colectivo entre las diversas instancias que conformaron el centro, desde sus consejos directivo y académico, integrados por las presidencias de los bancos aportantes y prestigiosos profesionales, respectivamente, hasta un heterogéneo conjunto de investigadores e investigadoras.

La existencia del CEFID-AR fue posible gracias a la extraordinaria coyuntura política que se vivía en el país con el arribo de Néstor Kirchner a la Presidencia de la Nación. Las nuevas conducciones de los principales bancos públicos y, en particular, la decidida iniciativa de las autoridades del Banco Nación definieron, en coordinación con el movimiento cooperativo de crédito, la construcción de una entidad que, bajo la conducción de Guillermo, apuntó sus esfuerzos a exponer y combatir las bases conceptuales del modelo económico neoliberal. Esos trabajos, que alcanzaron una relevante difusión, poseen hoy una vigencia plena, formando parte de planes de estudio o de referencia para nuevas investigaciones.

Quienes transitaron su sede ubicada en el microcentro porteño seguramente percibieron los fragmentos de un antiguo espíritu cepalino en el que se entrecruzaban y dialogaban libremente corrientes de cuño estructuralista, keynesiano, marxistas, ricardiano, dependentista, kaleckiano y srafiano, atareadas en devolver a la economía su eminente carácter de ciencia social y política. Ese entusiasmo era el marco de una rigurosa tarea técnica dirigida a analizar las principales problemáticas que atravesaba la sociedad argentina y diseñar políticas coherentes con un modelo de desarrollo autónomo, soberano y con justicia social para el país y la región.

La llegada del funcionariado macrista a la banca pública el 10 de diciembre de 2015 determinó el inmediato cierre del CEFID-AR (los Documentos de Trabajo están hoy disponibles en la web institucional del Instituto Argentino para el Desarrollo Económico – IADE). Esta decisión sumaria se explica no sólo por el contenido de sus trabajos, por la competencia que este podía ejercer sobre la remunerativa actividad de los think-tanks privados locales, o por mera y vulgar revancha ideológica.

Fue fundamentalmente porque su actividad crítica se había desarrollado desde el interior mismo del sistema bancario, lo que significaba un sacrilegio por tratarse del sector cuya transformación había sido uno de los pilares más relevantes de la política económica de la dictadura a cargo de Martínez de Hoz, y uno de sus elementos más permanentes a través del tiempo, a través de la Ley de Entidades Financieras de 1977.

Fue para él una gran decepción, una vez nombrado miembro del directorio del BNA al inicio del gobierno de Alberto Fernández, el escaso apoyo recibido para refundar la institución, hecho que contabilizó como un indicador indirecto de la ausencia de radicalidad gubernamental en materia económica. Bien sabía que no se dan los debates relacionados a las luchas que una experiencia política no proyecta desplegar.

A partir del conflicto con las patronales agropecuarias en 2008, durante el gobierno de CFK, integró el grupo fundador y coordinador del Espacio Carta Abierta, un movimiento políticointelectual que, desde la Biblioteca Nacional dirigida por Horacio González, generó significativos aportes al debate político-cultural. Durante casi una década de existencia, Carta Abierta fue uno de los espacios centrales de debate político nacional, afincándose en una compleja síntesis de las tradiciones populares argentinas y una crítica del propio lenguaje político.

Fue una experiencia de una notable creatividad y agitación política, que le permitió ahondar en reflexiones sobre la relación entre la economía y la política, y de la cual Guillermo fue un destacado exponente. Se debatían en él las antiguas teleologías críticas y las posteriores autonomías de lo político, quizás como parte de un juego dialéctico entre su formación juvenil, el complejo itinerario histórico que atravesó junto a su generación y las experiencias recorridas por el campo popular en las últimas décadas.

Su defensa de la gestión político-económica de los gobiernos de Néstor Kirchner y Cristina Fernández de Kirchner fue una explícita y apasionada constante, formando parte de sus diversas intervenciones tanto en escritos individuales y colectivos como en discursos y conferencias.

Su último artículo, publicado el mismo día de su fallecimiento en El Cohete a la Luna -publicación digital dirigida por Horacio Verbitsky en la cual desarrolló una prolongada tarea de colaboración-, estuvo dedicado un pormenorizado análisis de la reciente intervención de CFK, la que identificó como “lineamientos de la Vicepresidenta para que la economía vuelva a ser gobernada por el Estado”.

Como director del BNA promovió el diseño de diversos esquemas de financiamiento para el desarrollo de las pymes y las cooperativas, impulsó importantes cambios normativos en la regulación interna del banco, e investigó a fondo el caso Vicentín trabajando intensamente para recuperar el crédito otorgado con maniobras fraudulentas por la administración anterior. A través de la Fundación BNA incentivó la actividad cultural. Siempre se desempeñó con honestidad y profesionalismo: quienes trabajaron con él lo recuerdan como un compañero de firmes convicciones que contribuyó a que el BNA fuera un actor importante dentro de un proyecto político más inclusivo y de desarrollo nacional.

En los últimos tiempos, su actividad se había centrado en una intensa tarea de escritura y a diversas iniciativas políticas, como la creación de las Asambleas Horacianas, un espacio inspirado en la experiencia de Carta Abierta, habiendo colaborado en su primer documento público titulado “Recuperar el proyecto nacional, popular y democrático”.

Seguía realizando colaboraciones con movimientos populares, como en el caso del Movimiento Campesino de Santiago del Estero (MOCASE), como docente, colaborador técnico y denunciando casos de violencia sobre comunidades rurales ligados a la concentración de la propiedad de la tierra. Como parte del equipo de técnicos propuestos por organizaciones del movimiento sindical para integrar el Foro Economía y Trabajo, participó recientemente en la elaboración y presentación del documento “Urge quebrar la inercia inflacionaria”.

Decir adiós a Guillermo Wierzba supone, inevitablemente, recorrer los múltiples planos de su huella en la vida pública y en la amistad. En muchos casos, esos planos se fundían al calor de una ética que traía desde el futuro colectivo que lo aminaba poderosamente los modos de un estar en común unión. Lo caracterizaba una gran fuerza vital que impregnaba de entusiasmo a todos quienes lo conocimos. La política y la economía no fueron sus únicas pasiones.

Fue un cultivado amante de la ópera y cantante lírico aficionado, hincha de Racing, milonguero de ley. Repetimos, al finalizar estas líneas, una de las frases más emocionantes dichas en estas horas, la oración de una promesa que late en el corazón de toda y todo militante: lucharemos como lo hicimos junto a vos, como aprendimos de vos, hasta que todo sea como lo soñamos. Hasta la victoria siempre, querido Guillermo.