En medio de los ataques hacia el Estado, provenientes incluso de representantes del mismo Estado, vale la pena detenerse en lo que sucedió, y está sucediendo, en el río Matanza Riachuelo. En los últimos quince años el río dejó de ser visto sólo como un lugar sucio y contaminado, y por primera vez fue pensado como un área natural, valiosa y con posibilidades de futuro. ¿Por qué se produjo este cambio? Hay muchas respuestas. Pero una fundamental está en las acciones de un organismo público dedicado a implementar, o promover, políticas en la totalidad de su territorio: la Autoridad de Cuenca Matanza Riachuelo (ACUMAR).
ACUMAR es un organismo dependiente de la Nación con la participación de la Ciudad de Buenos Aires, la Provincia y sus Municipios. Desde 2009 tiene a cargo el plan de saneamiento de la Cuenca.
¿Qué cambios produjo ACUMAR en estos años? Una manera de resumirlo es mencionar algunas de sus acciones que representaron un hecho inédito para la historia del río. ACUMAR generó, por primera vez, un censo centralizado de sus industrias y establecimientos. Es asombroso que uno de los ríos más contaminados del país haya llegado hasta el siglo XXI sin un mapa preciso de cuáles fábricas o talleres alojaba. Pero fue así. Sin un organismo centralizado, y sin normativa específica, esta información acerca de los lugares de donde provenía la contaminación se hallaba dispersa en organismos de distintas jurisdicciones. Es el problema de los ríos y Cuencas: atraviesan los límites impuestos por gobiernos y fronteras.
ACUMAR, entonces, creó un primer mapeo general de industrias. También creó el primer cuerpo de inspectores centralizado para todo el territorio. Y también la primera normativa ambiental unificada, con límites establecidos para cada tipo de vertidos y sustancias utilizadas.
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Por primera vez, entonces, todas sus empresas estuvieron obligadas a respetar los mismos parámetros ambientales, y a adecuar su diseño para facilitar la toma de muestras de sus cañerías y desagües, para luego analizarlas en laboratorios. (En la actualidad existen 5300 establecimientos empadronados y controlados en la Cuenca, obligados a reformar sus procesos productivos si son declarados contaminantes).
Una enorme cantidad de cambios de esta misma escala fueron introducidos en otros ámbitos. Para los líquidos cloacales, ACUMAR impulsó la construcción de la mayor ampliación de la red de cloacas de Buenos Aires desde su creación a fines del siglo XIX, con el fin de incorporar a la red a más de un millón y medio de personas de los Municipios de la Cuenca, para las cuales no existía la capacidad de carga en la antigua red, ya saturada.
También creó el primer sistema de recolección diaria de residuos flotantes en el río. Con ellos desapareció la capa de podredumbre flotante convertida desde hacía décadas en su marca de identidad, y también el olor pestilente que la acompañaba.
Otros hitos fueron la creación del primer programa de limpieza de sus orillas. Y la recomposición de su flora y arboleda, que las convirtieron en un espacio público más, en igualdad de condiciones con las plazas y parques del área urbana. ACUMAR, de hecho, abrió las primeras calles y espacios públicos a la orilla del río, en la Ciudad de Buenos Aires y los Municipios de la Provincia, mediante la liberación de los 35m de margen en cada una de sus orillas, en cumplimiento del código civil.
Hoy por primera vez en su historia es posible caminar o andar en bicicleta por el borde del río desde Isla Maciel hasta Lomas de Zamora, y lo mismo en buena parte de la Ciudad, con interrupciones del camino todavía en proceso de resolución.
Los hitos de ACUMAR
La lista de hitos y novedades introducidas por ACUMAR es extensa. También incluyó la creación de la primera red de monitoreo de la calidad del agua y otras variables ambientales a lo largo del río y sus más de ochenta arroyos, con la cual produjo desde el inicio una base de datos con “fotografías” periódicas de su situación ambiental. Es difícil exagerar la importancia de esta información para gestionar el río y proyectar su futuro.
El área de Salud, por otra parte, creó los primeros centros de atención especializados en riesgos ambientales en toda la Cuenca, incluyendo un hospital de alta complejidad, y también los primeros relevamientos de situaciones de riesgo ambiental en el territorio.
Igual de importante, ACUMAR reunió y publicó la información producida por todos estos programas. Y creó canales abiertos para la recepción de denuncias por temas ambientales, así como sostuvo espacios periódicos de consulta, a través de los cuales participaron tanto organizaciones ambientales como ciudadanos particulares. En este contexto, también creó programas de educación, cultura, patrimonio y turismo, con el fin de impulsar espacios de diálogo y encuentro donde la historia y el valor ambiental del territorio se resignifiquen. Es enorme la lista de universidades y grupos de estudio con los cuales ACUMAR desarrolló proyectos de colaboración a lo largo de estos años.
La lista de acciones y programas podría extenderse en todas estas áreas. Pero cabe mencionar otro hito reciente. En febrero, la Provincia de Santa Fe firmó un convenio de colaboración con ACUMAR para recibir asesoramiento e información con miras a su proyecto de recuperación ambiental del arroyo Ludueña, en Rosario. La experiencia de ACUMAR la convirtió en un organismo de referencia para la gestión de temas ambientales en el país.
Hoy el organismo atraviesa un proceso de ajuste. Todo indica que será reducido, y desfinanciado, como se propone para gran parte del Estado Nacional. No está claro su futuro. El viernes a la tarde empezaron a llegar las notificaciones de despidos (que se suman a los del año pasado).
Siempre se dice acerca del ambiente que el primer paso para protegerlo es conocerlo, difundir sus paisajes, su historia y la de sus habitantes. No se puede cuidar lo que no se conoce. En medio de ese proceso de ataque esto también se aplica a los programas públicos como ACUMAR y a los avances realizados en la Cuenca.
Con todas sus debilidades y temas pendientes, estos fueron el resultado de una enorme inversión pública, pero sobre todo del esfuerzo y perseverancia de sus habitantes y de sus organizaciones ambientales y sociales, que impulsaron desde el principio el reclamo por la recuperación del río. Sus denuncias y protestas lograron poner en marcha los mecanismos institucionales para hacerlo realidad. Sin esta movilización, y sin el debate y el reconocimiento público acerca de los logros y de las acciones todavía pendientes, por parte de un amplio espectro de actores y voces provenientes de todos los ámbitos de la sociedad, este proceso no hubiera empezado. Pero sin duda, sin ellos, tampoco va a poder concluirse.
* El autor es trabajador de Acumar. Escritor e integrante del grupo Expediciones a Puerto Piojo.