El martes Tiempo publicó la primicia: en una escuela habían prohibido que alumnos de séptimo grado canten una canción sobre Abuelas de Plaza de Mayo en el acto conmemorativo del 24 de marzo. Las familias rechazaron esa bajada de línea y finalmente dieron marcha atrás con la censura.


Situaciones similares ocurrieron en varias escuelas públicas porteñas. Desde el ministerio de Educación señalaron que ellos no dieron ninguna directiva. Tras la publicación de la nota, diferentes sectores, entre ellos los gremios mayoritarios, salieron a manifestar su rechazo.

Tiempo dialogó con el músico y compositor Ramiro Abrevaya, autor de Pulsión de Amor, el tema que querían censurar en el acto del Día de la Memoria por la Verdad y la Justicia.

¿Considerás que fuiste víctima de una censura?

-Básicamente sí, es una censura o un intento de censura que es el paso previo. Mi canción Pulsión de Amor, habla sobre sobre el período de la dictadura al comienzo, donde yo nací y está dedicada a las Abuelas. Cuando me llegó la información de que estudiantes de séptimo grado de una escuela de CABA iban a cantar mi tema en el acto del 24 de marzo, y que la conducción de ese colegio les dijo que no quería que la canten porque la consideran inapropiada, se encendieron todas las alarmas.

Obviamente desde el colectivo de familias Vacantes Para Todos me convocaron para ver si me interesaba vincularme, hacer algo, me pasaron los datos de la gente y automáticamente me puse a disposición y empezamos a pensar cómo comunicar esto. Finalmente, en esta escuela en particular, después de que las familias protestaron la conducción terminó dando vuelta la decisión y aparentemente la van a cantar. Logramos frenar a tiempo una censura horrible.

Apenas salió la nota en este medio llegaron rechazos de toda la comunidad educativa. Imagino que vos recibiste la solidaridad de esos sectores.

-Sí, fue muy importante difundir esto porque salió a la luz antes de que se concrete la censura.

El Ministerio de Educación porteño dice que no dio ninguna bajada de línea para censurar los actos del 24 de marzo en las escuelas.

-Yo últimamente no creo nada de lo que dice ni el gobierno nacional ni el de la Ciudad de Buenos Aires. Yo doy fe de que se baja línea, porque tengo dos hijas en primaria y muy buena relación con sus maestros. Se está literalmente bajando una línea a los profesores para cercenar su voz en los grados, más allá de los programas oficiales.

¿Te referís al artículo 75 del nuevo reglamento escolar que prohibía que expresen sus ideas en clases?

-Así es. Si esto lo hablás con cualquier docente con un poco de sensibilidad te lo va a decir. Se está tratando de despolitizar, de sacarle la opinión, la visión subjetiva a los profes y esto está generando un malestar enorme. ¿Qué quiero decir? Que todo esto es parte de un plan más global. Primero te cercenan el contenido de lo que podés o no hablar; después te multan o te descuentan los días de paro en las escuelas; después te bajan el cargo si no acatás desde la conducción una prohibición, y todo es así. Es una cosa muy siniestra de control y de generación de miedo para bajar una línea y no es casual. Eso va de arriba para abajo, así que me tienes sin cuidado lo que digan los gobiernos.

¿Es la primera vez que sufrís un intento de censura en tu carrera?

 A este nivel, sí. Y es muy triste, no porque se meten con lo que pienso y con mi trabajo, sino porque se están metiendo con las infancias, y es una canción que justamente habla sobre eso. Porque el tema original lo grabaron chicos y chicas, mi idea de meterlos en la canción fue justamente un legado, y para mí que un grupo de pibes de séptimo grado agarren esta canción y la preparen para cantarla en un acto del 24 de marzo, es alucinante, me conmueve.

Ante estos hechos, ¿cómo ves a la sociedad: despierta, dormida?

-Tenemos un pueblo que está despierto todavía, pero igual coexisten las dos cosas. Es un contexto en el cual se habilita la violencia física, económica y simbólica desde el presidente para abajo, y eso habilita a cualquier cloaca a salir y a decir las cosas más horrorosas. Pero esto no pasa solo en Argentina, sino que es algo global. Hay un pueblo activo que es el mismo de siempre, pero hay una facción del pueblo que está harta y que le importa un carajo lo que diga la izquierda o el progresismo, porque tampoco les solucionó todos los problemas.