Trabajadores de todo el país se movilizaron y manifestaron en contra del DNU 70/23 y de la denominada Ley Ómnibus, a pesar de las amenazas del gobierno de Javier Milei de aplicar el cuestionado Protocolo Antipiquete de Patricia Bullrich, el cual se torna de imposible uso en este tipo de protestas masivas.
Quizá, el momento más tenso de la jornada, se dio poco antes del inicio formal del paro, cerca de las 11, cuando la Prefectura Naval Argentina y la Policía Federal cortaron el paso del tránsito vehicular y peatonal en el Puente Pueyrredón, al límite de la Ciudad de Buenos Aires con Avellaneda.
En esta ocasión hubo cientos de trabajadores, nucleados en el Movimiento Unificado de Obreros de la Construcción de la República Argentina (MUOCRA), que pretendían llegar al Congreso para sumarse al acto central de la CGT. Sin embargo, las fuerzas de seguridad federales le impidieron la circulación, lo que derivó en un par de horas de nerviosismo, la presentación de un Hábeas Corpus por parte de la Comisión Provincial por la Memoria y la denuncia de algunos manifestantes a los canales de televisión que hacían referencia a que algunos agentes los rociaron con gas pimienta. Finalmente, los manifestantes optaron por no confrontar y la fricción cesó.
En las inmediaciones de la Plaza de Congreso, donde confluyeron las columnas de los gremios, agrupaciones políticas y los protestantes autoconvocados, también se registró algún que otro momento de tensión con integrantes de la Policía de la Ciudad que afortunadamente no pasó a mayores.
Vale decir que los uniformados no llevaban cascos ni escudos y en los alrededores del Congreso había apostados algunos camiones hidrantes.
En este punto también, quienes cortaban avenidas y calles era la Policía de la Ciudad que cuidaba así que los manifestantes no llegaran a la vereda del Parlamento. De todas maneras, la marcha y desconcentración se llevó adelante con normalidad y no hubo detenciones ni refriegas. Esta situación se replicó en el resto del país.