Un voluminoso informe elaborado por Mario Draghi, considerado el “salvador del euro” como presidente del Banco Central Europeo -2011 a 2019, tras la crisis de 2008- y de la Italia siempre a punto de estallar, entre 2021 y 2022, busca salidas a lo que reconoce que es una rápida decadencia del continente ante el avance de China y Estados Unidos y en medio de una guerra en sus fronteras que, entre otras, cosas, implicó un aumento descontrolado de los precios de la energía. La solución pasa, dice, por inversiones de unos 800.000 millones de euros anuales en sectores clave, casi tres veces más que el Plan Marshall al fin de la Segunda Guerra Mundial. En otro escenario el documento sería un plan de acción que el resto de la UE aplicaría sin más ya que tambiè establece estrategias de defensa continental, pero las últimas movidas de los jefes de gobierno de España e Italia, más el díscolo primer ministro húngaro Viktor Orban como titular del Consejo Europeo, demuestran que a la hora de los bollos, los europeos miran hacia Beijing con mucho más cariño que el exvicepresidente de la banca Goldman Sachs.
Este lunes, mientras en Bruselas Draghi presentaba oficialmente el material -titulado “El futuro de la competividad europea”, dos tomos, uno de 69 páginas donde delinea estrategias y el otro de 338 con “análisis y recomendaciones”- en la capital china Pedro Sánchez mantenía una reunión bilateral con Xi Jinping y luego viajaría a Shanghai, donde acordó inversiones para relanzar la industria española. “Hoy me he reunido en Shanghái con los presidentes de Chery, SAIC Motor y Hunan, tres grandes compañías chinas de la cadena de valor del coche eléctrico con planes de inversión en España”, publicó el presidente del Gobierno en su cuenta de X, en la que se alegró de haber firmado un Memorando de Entendimiento con la empresa Envision para “el desarrollo de una planta de producción de electrolizadores que generaría más de 1.000 puestos de trabajo directos e indirectos”.
Semanas antes, su par italiana, Giorgia Meloni, también había ido a China en busca de una tabla de salvación al margen de la UE. La dirigente ultraderechista recordó entonces al presidente chino las antiguas relaciones entre ambos países cuando se cumplieron los 700 años de la muerte de Marco Polo, “Li Madou, según el nombre mandarín del viajero veneciano”. A fines de 2023 Meloni había desestimado la participación de Italia en la Ruta de la Seda, un acuerdo que databa de diez años antes. Pero por eso de que realidad mata relato, el 30 de julio de este año negoció un plan trienal que fomenta una asociación estratégica entre los dos países e impulsa el crecimiento del sector automovilístico de Italia, una de las industrias más estratégicas de la península.
Este dato resulta revelador: Meloni pudo acceder al gobierno italiano en octubre de 2022, luego de elecciones adelantadas porque en el Parlamento su partido, Hermanos de Italia, fue uno de los que le quitó el apoyo a Draghi, que debió irse del Palacio Chigi con el rabo entre las piernas. El tecnócrata había llegado en julio de 2021 como un personaje apartidario que podría resolver una crisis política y económica recurrente de un modo diríase que aséptico. No se puede decir que haya buena onda entre ambos, de hecho Draghi la catalogó unos días antes de tener que dejar el cargo de ser uno de “los títeres a sueldo de los enemigos”. En ese momento, Meloni se mostraba más cercana a Vladimir Putin de lo que se toleraba en Bruselas. Con su viaje a China cuando era inminente la presentación publica del Informe Draghi demostró, además, de qué juega.
Sánchez también movió sus fichas en un entorno fronteras adentro bastante ríspido, con el acuerdo fiscal con Cataluña tensando las cuerdas con los propios fantasmas ultraconservadores, quizás más cercanos de la boca para afuera de Meloni de lo que ahora aparecen.
Habrá que decir por cierto que el estudio había sido encargado por la presidenta de la Comisión Europea, Ursula von der Leyen, cuando Draghi se quedó sin empleo y que el hombre, de 77 años, se lo tomó en serio y el texto desmenuza las razones financieras, económicas y hasta geopolíticas para la debacle de la UE. Del mismo modo, se debe señalar que la presentación del material estaba programada para junio, luego de las elecciones al Europarlamento, donde la ultraderecha dio un batacazo en casi todos los países y la propia Von der Leyen debía refrendar su cargo en una disputa continental precisamente con Draghi. Por abril pasado, el economista adelantaba en un discurso ante la Conferencia de Alto Nivel sobre el Pilar Europeo de Derechos Sociales algunas tesis plasmadas en su informe. Como que “seguimos una estrategia deliberada de reducción de los costes salariales en relación con los demás que, al combinarla con una política fiscal procíclica, el efecto neto fue únicamente debilitar nuestra propia demanda interna y socavar nuestro modelo social”. Y agregó en esos días que “invertimos menos en tecnologías digitales y avanzadas que Estados Unidos y China, incluida la defensa, y sólo contamos con cuatro empresas tecnológicas europeas entre las 50 primeras del mundo”. Y advertía que “a falta de una actuación estratégica y coordinada, tiene sentido que algunas de nuestras industrias reduzcan su capacidad o se deslocalicen fuera de la Unión”. Ahora el planteo tuvo un marco más específico.
Las materias primas clave y Argentina
El Informe Draghi hace especial énfasis en el aumento de los costos de la energía desde el inicio de la guerra en Ucrania, pero lejos de hacer alguna autocrítica, más bien acompaña el enfoque de Von der Leyen y atribuye la situación a la “militarización de Rusia”, término que repite un puñado de veces en el texto. Indica, al mismo tiempo, que “la reducción del suministro por gasoductos desde Rusia” lleva a que se compre un 22% más de gas envasado, a mayor precio, pero nada dice de la clausura y luego detonación de la tubería del Nord Stream de septiembre de 2022, que la fiscalía alemana ahora atribuye a agentes ucranianos. Lamenta, sin embargo, como un hecho del que no hubiera intervención humana, que “Europa ha perdido repentinamente a su proveedor de energía más importante, Rusia”.
Reconoce, eso si, que este incremento en los precios afecta de modo dramático a la economía y propone, como medida urgente, coordinar las compras para conseguir mejores precios por el volumen de adquisiciones en el mercado. Y bajar un cambio en cuanto a las exigencias ambientales. “Si Europa no logra ser más productiva, nos veremos obligados a elegir. No podremos convertirnos de inmediato en un líder en nuevas tecnologías, un modelo de responsabilidad climática y un actor independiente en la escena mundial. No podremos financiar nuestro modelo social. Tendremos que reducir algunas de nuestras ambiciones, si no todas”, dice claramente.
Hay un par de menciones a la Argentina en el documento. En la primera, pone a nuestro país en la lista de naciones que ponen restricciones a la venta de materias primas críticas para la cadena de suministros. Draghi habla, además del litio, del estaño, el titanio, el platino y el cobalto. “Entre los países con mayor incidencia de restricciones a la exportación se incluyen China, la India, Rusia, la Argentina y la República Democrática del Congo”, puntualiza. La otra mención es cuando habla de asociaciones estratégicas, también sobre materias primas. Ahí Argentina comparte escenario con Canadá, Ucrania, Kazajistán, Namibia, Chile, Zambia, Congo y Groenlandia.