Semana de aniversarios y celebraciones en el Este europeo en el contexto del avance lento pero persistente de las tropas rusas en el campo de batalla de Ucrania al tiempo que Occidente –y especialmente la administración Joe Biden- responde con un paquete de más sanciones tras la muerte en prisión del opositor Alexéi Navalni.
Hubo en estos días una seguidilla de fechas conmemorativas que marcaron la agenda política en Moscú y en Kiev: el jueves 22 se cumplieron diez años de la destitución de Viktor Yanuikóvich a la presidencia ucraniana, lo que significó la coronación del Euromaidán. Así se conoció a la rebelión proeuropea contra el presidente prorruso que dio inicio a un período que para las poblaciones del sureste del país detonó primero la reincorporación de Crimea a la Federación Rusa; meses después, la declaración de independencia de las repúblicas de Donetsk y Lugansk; y finalmente, la operación militar ordenada por Vladimir Putin el 24 de febrero de 2022.
En Kiev, y flanqueado por la presidenta de la Comisión Europea, Ursula von der Leyen, y los primeros ministros de Canadá, Italia y Bélgica, Justin Trudeau, Giorgia Meloni y Alexander de Croo, el presidente Volodimir Zelenski recordó los dos años de guerra diciendo: «llevamos luchando por ello 730 días de nuestra vida. Y ganaremos».
El viernes, el mandatario ruso había celebrado en la Tumba del Soldado Desconocido, en el muro del Kremlin, el Día del Defensor de la Patria colocando una corona de flores. Se trata de un acontecimiento al que Putin le presta especial atención por el significado para la historia de Rusia: la fecha refiere originalmente al día en que, en 1918, se registró el primer reclutamiento masivo en Moscú y San Petersburgo del recién fundado Ejército Rojo que consiguió derrotar a las fuerzas prozaristas en la guerra civil posterior a la Revolución de Octubre. Con el tiempo, se recordó a los soldados caídos en la guerra contra el nazismo, la llamada Gran Guerra Patria. Ahora a los combatientes en Ucrania. Putin participó en el acto junto con el ministro de Defensa, Serguei Shougú, veteranos de guerra y cadetes de las escuelas militares Suvórov.
Desde Washington, en tanto, el Departamento del Tesoro anunció sanciones para unas 300 personas y entidades rusas. «Este solemne aniversario (por el 24F) y la muerte de Alexéi Navalni bajo custodia rusa son crudos y trágicos recordatorios del descarado desprecio de Putin por la vida humana, desde los ucranianos que sufren los costos de su guerra no provocada hasta la gente de toda Rusia que se atreve a exponer los abusos corruptos que alimentan su régimen», declaró la secretaria del Tesoro, Janet L. Yellen. Se trata de un nuevo paquete de castigos económicos que ya incluyen a más de cuatro mil individuos, empresas, bancos e instituciones rusas y de otros países que operan con Rusia y que, por lo que indican los registros, no han dado los resultados que los estrategas occidentales esperaban.
Tampoco se esperaban que el frente ucraniano se desmoronara como parece estar haciéndolo en los últimos meses. Un artículo de la cadena Euronews atribuye la reciente derrota en la ciudad de Avdivka a la falta de munición de las fuerzas de Kiev que amenaza a todo el frente de unos mil kilómetros. Citando a un oficial de brigada, señala el informe que el bloqueo al pedido de Biden de mayor ayuda en el Congreso cuesta “la vida de nuestros soldados”.
Putin, por su parte, recibió un espaldarazo ante el público occidental tras el reportaje de más de dos horas con el estadounidense Tucker Carlson. La muerte de Navalni lo golpeó bajo la línea de flotación, pero el presentador siguió mostrando en sucesivas emisiones en su cuenta de X que Moscú le pareció una ciudad muy segura y que el poder adquisitivo en Rusia es mucho más conveniente para un ciudadano común. Recibió, por tal osadía, feroces críticas de medios y políticos en su país. “Él es lo que se llama un idiota útil», lo definió la excandidata a la presidencia Hillary Clinton.
Biden fue más explícito. «Tenemos un loco hijo de puta como ese tipo Putin y otros, y siempre tenemos que preocuparnos por el conflicto nuclear, pero la amenaza existencial para la humanidad es el clima», dijo en un encuentro de campaña del Partido Demócrata en San Francisco.
Como respuesta, Putin hizo en referencia a la entrevista que tuvo con Carlson. “Me preguntaron qué es lo mejor para nosotros. Lo dije entonces, lo pienso ahora y puedo repetirlo: Biden», respondió ante un periodista ruso, para concluir: «con lo que está sucediendo en EE UU desde el punto de vista político interno y a juzgar por lo que acaba de decir, tengo toda la razón, porque esta es una reacción adecuada a lo que dije».
Misiles que pican cerca y ratones voraces
La Real Armada británica volvió a fracasar en su intento de demostrar el poderío de su arsenal militar y de su capacidad disuasoria. Fue una nueva prueba de las bondades de un misil balístico intercontinental Trident II D5, que fue lanzado por el submarino nuclear HMS Vanguard y tras sufrir una falla en su sistema de propulsión, cayó en aguas del Atlántico. Muy cerca de la nave, donde estaba, entre otras autoridades dispuestas para el aplauso, el ministro de Defensa británico, Grant Shapps.
El hecho se produjo el 30 de enero pero lo publicó recién esta semana el diario británico The Sun. El misil debía volar desde la costa de Florida por casi 6000 kilómetros hasta un punto de impacto entre Brasil y África occidental, en el medio del Océano Atlántico. Pero no hizo ni 1000 metros, según los observadores. Medios especializados recuerdan que en 2016 se había realizado otra prueba con un Trident II D5 que también se había desviado de su curso, aunque en esa ocasión no había ministros cerca. Lo que si impactó mediáticamente es que cada uno de esos artefactos tiene un costo de más de 21 millones de dólares.
Otra falla armamentística, mucho más insólita, se registra en el equipamiento militar que los países europeos envían a Ucrania. En este caso el problema es que, por esa política de cuidado del medio ambiente tan extendida en esos ámbitos, las fundas protectoras de los cables eléctricos que tienen los componentes de los vehículos blindados y los sistemas de artillería están hechos con fibra de maíz. Un producto muy apetecido por todo tipo de roedores que pululan en Ucrania. El resultado es que los equipos quedan inmovilizados, por lo que los viejos aparatos de la era soviética terminan siendo más adecuados. Aunque menos amigables con el ambiente.