En agosto de 1940 moría asesinado León Trotsky en su exilio mexicano en la ciudad de Coyoacán. En coincidencia con la fecha Ediciones IPS acaba de publicar el volumen 13 de sus Obras Escogidas que incluye Su moral y la nuestra y En defensa del marxismo y otros artículos. Tiempo Argentino dialogó con Andrea Robles, editora de esta obra.
-¿Cuál es exactamente tu participación en Ediciones IPS?
-Soy productora editorial en Ediciones IPS (edicionesips.com.ar), la editorial del PTS en el FIT Unidad. En 1998 fundamos el CEIP “León Trotsky” (ceipleontrotsky.org) y seis años después fundamos la editorial buscando ampliar el catálogo a clásicos y a elaboraciones y debates actuales marxistas. Recientemente participé como editora de la obra escogida de León Trotsky N° 13, Su moral y la nuestra, En defensa del marxismo y otros escritos.
-Según leo, es un material que ha tenido pocas ediciones en español y que reúne dos obras que no habían aparecido antes juntas. ¿Es así?
-Si, tal cual. Forman parte del último combate de Trotsky en los prolegómenos de la Segunda Guerra Mundial, de un nuevo reparto imperialista del mundo. En Su moral y la nuestra, el primero de los textos, debate en torno a la ideología y la cultura. En particular, Trotsky se refiere a los preceptos morales y sentidos comunes que guían el nacionalismo, el reformismo, el misticismo, el evolucionismo, el racionalismo, el pacifismo, el pragmatismo, es decir a diferentes ideologías, demostrando la base material de clase a la que obedecen y su papel histórico objetivo. Tanto las vertientes filosóficas como las diversas religiones buscan imponer una moral a las masas explotadas, haciendo pasar los intereses particulares de la burguesía (o cualquier clase dominante en la historia) por imperativos morales universales. La dominación capitalista, basada en la explotación y opresión de una minoría a costa de una mayoría, no podría consolidarse sin estos mecanismos de engaño, le sería imposible dominar solo por medio de la violencia. Es una lucha ideológica que sorprende por su actualidad.
Trotsky escribe en un momento de gran reacción porque se ha logrado imponer que la única forma de enfrentar el fascismo es subordinándose al “mal menor”, al imperialismo norteamericano en la guerra. Esto implica un viraje político tanto de la intelectualidad y de los políticos progresistas, como de las direcciones sindicales e incluso izquierdistas para justificar su apoyo, que incluye el ataque a la izquierda marxista –diría a su posición independiente de ambos bandos imperialistas–, con argumentos tomados del “sentido común”. También tuvo expresión al interior de su propia corriente. Dentro de la sección norteamericana surge una fracción que luego del Pacto soviético-alemán comienza a plantear que en caso de ataque no había que defender a la URSS –que era la posición defendida por los trotskistas, aun cuando estuviera gobernada por la burocracia estalinista– y con quienes Trotsky también discute arduamente mediante cartas y artículos que son reunidos en En defensa del marxismo, el segundo de los trabajos que publicamos.
-¿Qué han publicado antes sobre Trotsky?
-Este volumen es el 13 de las Obras escogidas de León Trotsky que publicamos en coedición con el Museo Casa de León Trotsky de México y el auspicio de su nieto, Esteban Volkov. Venimos publicando buena parte de los textos más relevantes de su obra pero también con el CEIP hemos investigado y compilado temáticamente aspectos poco conocidos o directamente inéditos en castellano como por ejemplo Escritos Latinoamericanos o El encuentro de Breton y Trotsky en México. En la página web se puede ver todo este trabajo ya que es de acceso público.
-¿Cuál es la importancia desde la perspectiva del presente de la lectura que Trotsky hace del marxismo?
-En este nuevo volumen de las Obras escogidas creo que el propio Trotsky lo responde al tener que defender los pilares centrales del marxismo. En primer lugar, una perspectiva materialista dialéctica de la historia contra una visión evolutiva, religiosa o biologicista, sin la cual no se pueden comprender en profundidad los procesos dinámicos y de cambios de la lucha de clases para intervenir en ella en favor de los explotados y oprimidos. Trotsky a su vez ratifica que la teoría y la política son una unidad, que la visión dialéctica va de la mano de la estrategia política revolucionaria. Además, plantea la necesidad de poner en pie un partido de los sectores más avanzados, que sea la fusión de trabajadores e intelectuales. En su obra podemos encontrar numerosos aportes vinculados a la lucha de clases en diferentes países y sus fenómenos políticos como en España, Francia y Alemania con el “frente popular” o el fascismo que son reconocidos por ser uno de los primeros en analizarlo con brillantez. También está referidos a los países semicoloniales e incluyó a regímenes como el de Cárdenas en México con el que se puede encontrar analogía con el peronismo. Desde el punto de vista teórico, la teoría de la revolución permanente, a la que Stalin se opuso encarnizadamente con la “teoría” en un solo país sigue siendo la teoría-programa que mejor sintetiza la experiencia de un siglo de revoluciones. O la ley de desarrollo desigual y combinado que fue el primero en darle pleno significado. Ambas surgieron del proceso contradictorio de la revolución rusa, el cual los dirigentes socialistas de aquel momento, siguiendo el viejo dogma marxista de la división entre países maduros e inmaduros para la revolución, en vez de apoyarlo lo enfrentaron.
-¿Cuál es la importancia de su obra de hoy a partir de una lectura no “arqueológica”?
-En primer lugar, creo que si vamos a pensar en la lucha por la superación del capitalismo no es recomendable empezar de cero cada vez, sino basarse críticamente en la tradición que dejaron las generaciones que nos precedieron en el intento. El neoliberalismo intentó de manera interesada imponer una cultura del “fin de la historia”. Aprovechando la caída de la URSS pretendió vincularla a la derrota del marxismo o a la identificación del marxismo revolucionario con el estalinismo… ¡qué más le puede convenir a la clase dominante! La teoría marxista no es un dogma pero sus núcleos centrales permiten partir de una concepción del mundo, poder analizar la naturaleza del capitalismo y una guía para la acción revolucionaria y los fines socialistas. Para su crítica, actualización y enriquecimiento también hay que estudiarla. El libro Estrategia socilaista y arte militar de Emilio Albamonte y Matías Maiello que publicamos hace unos meses hace un repaso de la obra del marxismo en torno a esos tópicos –que incluye a Trotsky–desde los clásicos hasta la actualidad, en contrapunto con pensadores como Perry Anderson, Peter Thomas, Lars Lih o Giorgio Agamben. O los dos libros de Juan Dal Maso –El marxismo de Gramsci y Hegemonía y lucha de clases– sobre cuestiones claves para el marxismo, y la confluencia o no entre las obras de Gramsci y Trotsky.
Se cumplen 79 años desde que fue asesinado por un agente de Stalin, que hoy cuando el sistema capitalista no goza de buena salud la figura de León Trotsky siga siendo asociada al “peligro comunista” o al de la revolución, que sea bastardeada –como vimos con la serie de Trotsky creada por el gobierno de Putin y transmitida por Netflix– es muy sintomático. Es difícil que pueda ser considera una pieza de museo, cuando el repudio a las falsificaciones abarcó un amplio abanico de reconocidos intelectuales de todo el mundo –Fredric Jameson, Nancy Fraser, Slavoj Žižek, Robert Brenner, Stathis Kouvélakis, Ricardo Antunes. Eric Toussaint, Eduardo Grüner, Christian Castillo, Horacio González, entre muchos otros– que reivindicaron su trayectoria.
-¿Qué resonancias particulares tiene este nuevo aniversario de su asesinato?
-Este nuevo aniversario del asesinato de León Trotsky se da en medio de una crisis económica y política en Argentina que está llevando a buena parte del país a la pobreza, incautando el futuro de la juventud. Acá operan también los mecanismos del engaño tratando de naturalizar los golpes del mercado como accidentes naturales o el de “esperar a diciembre” como si fuera la salvación.
El Programa de Transición que publicamos como parte de las Obras escogidas parte de las aspiraciones de las masas trabajadoras para plantear una perspectiva realista para su resolución en momentos de crisis clásicas del capitalismo como la actual. Allí se plantean medidas como la nacionalización de la banca y el comercio exterior, el control obrero de toda empresa que cierre o despida. Son medidas que articuladas según la situación actual cobran total vigencia. Los jóvenes y las mujeres son las que más sufren porque son los más explotados y precarizados por lo que en toda la historia nacional e internacional suelen ser los primeros en salir a la palestra. Una de las demandas del Programa dice: “¡Paso a la juventud! ¡Paso a las mujeres trabajadoras! … Todas las organizaciones oportunistas, por su propia naturaleza, concentran su interés en las capas superiores de la clase obrera y, en consecuencia, ignoran tanto a la juventud como a las mujeres trabajadoras. Ahora bien, la época de declinación del capitalismo asesta a la mujer sus más duros golpes tanto en su condición de trabajadora como ama de casa. Las secciones de la IV Internacional deben buscar apoyo en los sectores más oprimidos de la clase trabajadora, y por lo tanto, entre las mujeres que trabajan. En ellas encontrarán las fuentes inagotables de devoción, abnegación y espíritu de sacrificio”. Y nosotros apostamos a desarrollar esta perspectiva.