Hace cuarenta años, el 30 de abril de 1977, catorce mujeres dieron se reunieron en la Plaza de Mayo para reclamar información sobre sus hijos desaparecidos por la dictadura que gobernaba la Argentina desde hacía poco más de un año. Ese momento fue el origen de una de las luchas más emblemáticas por los Derechos Humanos, no solo en Argentina, sino en todo el mundo.

Durante ese primer encuentro bajo la mirada brutal de la Junta Militar, con el país bajo estado de sitio, intentaban compartir información y sacar del dolor y la incertidumbre el coraje que las acompañaría hasta la actualidad. En el recorrido, varias de ellas fueron víctimas de los grupos de tareas de la dictadura, incluida su primera referente: Azucena Villaflor.

Mirta de Baravalle, hoy de 92 años, cofundadora de la organización todavía asiste cada jueves, viaja desde el partido de San Martín para refrendar en ese acto que la memoria, la lucha y sus reivindicaciones continúan vigentes. En una entrevista concedida a Télam Mirta recuerda los primeros momentos en se vio impulsada a pelear por la aparición de su hija Ana María embarazada de cinco meses y de su yerno Julio César Galizzi: «Enseguida me dividí en dos, no tuve momento de decaer. Cuando se llevaron a Ana de mi casa me dije ‘o lloro o la busco; o muero o lucho’ porque sabía que si empezaba a llorar no paraba. Entonces empecé a moverme y con mi esposo Romildo lo primero que hicimos fue ir a la iglesia de Lourdes en Santos Lugares a pedir una misa y nos sorprendimos porque el sacerdote leyó los nombres de Ana y de Julio y también de otros chicos.”

Recuerda cómo se gestó la unión de las madres, previo a ese encuentro en la plaza: «Yo tenía cita para ver a un coronel y en la puerta del despacho éramos unas cuatro o cinco mujeres que después supe que también buscaban a sus hijos. Al salir de la Casa Rosada me encuentro con ellas y nos contamos qué nos habían dicho. Estábamos todas ofendidas por las mentiras que nos decían de nuestros hijos y una de ellas, empezó a decir que si éramos muchas nos iban a tener en cuenta y no se iban a burlar pero que teníamos que convocar a más madres. Era Azucena, que sentada en un banco al lado mío sacaba un tejido mientras nos hablaba.”

Nora Cortiñas, que con 87 años, hoy es una referente indispensable de las luchas por los Derechos Humanos, y que está presente en todas las luchas por los derechos de los sectores populares, también se remonta a esos primeros momentos: “Al principio intentamos por la vía legal. Presentábamos recursos de hábeas corpus en los Tribunales. Allí, en ese ámbito, caminando por los pasillos de los juzgados nos empezamos a encontrar, a reconocernos por la angustia que se traslucía en nuestros rostros. Nos mirábamos y nos decíamos: ‘¿Vos también buscás a tu hijos?’”.

Cortiñas cuenta si bien “eran un grupo de familiares bastante grande, la idea de ir a la Plaza surgió de las mujeres. Pensamos que no nos iban a tocar. Una semana después nos reunimos un viernes, pero como algunas creían que la ‘r’ era de mala suerte, elegimos un día que no tuviera esa letra, y empezamos a juntarnos los jueves a las 15.”

“Eran los años en los que creíamos que nuestros hijos podían estar vivos –continúa Nora–. Venían los policías a la Plaza de Mayo a detenernos y nosotros decíamos que nos metieran en las mismas celdas en las que los tenían a ellos. Teníamos mucha ingenuidad, pero con el tiempo fuimos dándonos cuenta de que todo era mucho más duro de lo que creíamos.”

Nora Cortiñas rememora que comenzaron a juntarse en la Plaza de Mayo por iniciativa de Azucena Villaflor: “Ella tenía mucha inventiva, parecía estar siempre un paso más adelantado que todas nosotras. Su familia era de Avellaneda, donde había desarrollado mucha actividad política.” Fue Azucena –una de las primeras detenida-desaparecida del grupo inicial– quien con su frase: “Todos los desaparecidos son nuestros hijos” socializó la maternidad y marcó el camino que este domingo cumple 40 años y el jueves pasado 2037 rondas de lucha y memoria.