“Áspero, sintético, mecánico y macabro”, así se presentaba The Downward Spiral – ese 8 de marzo de 1994. Es apenas el segundo disco de estudio de la banda de Cleveland, que con mucha influencia del rock de los ‘70, principalmente de David Bowie y Pink Floyd, logró sublimar el minimalismo brutal que transcurre durante sus 14 canciones.
Desde lo musical, el trabajo se caracteriza por la sintetización casi total de los beats, con guitarras, bajos y teclados pensados, producidos y ejecutados de manera artificial. Un minimalismo sombrío, que in crescendo, genera texturas, matices y atmósferas que resuelve, en la mayoría de los casos, de forma violenta e inesperada. El ascenso sónico de “Closer”, el sampleo de gritos desgarradores en “The Becoming” o la locura de “Big Man With a Gun” son ejemplos de los caminos que elegiría Reznor para su espiral descendente.
En el plano de las letras, Reznor tamiza filosofía, BDSM y hasta la tríada dialéctica hegeliana: definir al sujeto, ponerlo a prueba, llevarlo a los límites para finalmente destruirlo. En esa línea van “Heresy”, “God is dead” y en “Eraser” construye un mundo cada vez más oscuro . Pierde el control por completo en “March of the pigs” y plantea un escenario sin retorno en el comienzo del disco, con “Mr. Self Destruct”. En “Hurt”, sin embargo, o logra escapar de su propia trampa.
Escéptico dentro de la música industrial, este trabajo le sirvió a Nine Inch Nails para sentar precedente dentro del género, para atemorizar sin aturdir y también, por qué no, para exorcizar algún que otro demonio que tuviera Reznor en su haber, fruto de su ansiedad y sus adicciones a las drogas y el alcohol. Catarsis pura, que lanzó un maleficio al aire en forma de disco. Eso también es The Downward Spiral.
Este disco está revestido en su carácter macabro por las paredes del lugar donde fue grabado: Le Pig Studios, construido en la casa dondevivía Sharon Tate y donde ocurrió su asesinato a manos del Clan Manson. En aquella escena de terror quedó escrita la palabra “Pig” en una de sus pareces, disparador para una canción del disco. La leyenda cuenta que Reznor, atravesado por la oscuridad que lo llevó a grabar ese trabajo, se llevó la puerta en calidad de souvenir.
Pese a que Reznor creyño que devolvería a la discográfica “un disco carente de hits”, “Closer” se volvió la canción más popular del álbum y Nine Inch Nails llegaría al mainstream ese mismo año, tocando en el festival Woodstock ante más de 300.000 mil personas.