Durante la madrugada del 26 de junio de 2004, en el barrio de La Boca sucedió un hecho inédito: durante más de ocho horas una multitud de vecinos y vecinas ocuparon la comisaría 24 de la Policía Federal Argentina. Exigían que se detuviera al asesino de Martín “Oso” Cisneros, un militante muy querido en el barrio, referente del Comedor Comunitario Los Pibes.

Se movilizaron contra la policía, que amparaba al criminal, sin llevar ningún objeto contundente, ni siquiera palos. Aun así, lograron expulsar a los uniformados y mantener la sede policial bajo control. El hecho se destacó de otras protestas violentas de aquellos años posteriores a la rebelión popular de diciembre de 2001 por su audacia, pero también por el control de la situación que demostraron los manifestantes y por su resultado: la protesta expuso la complicidad policial y evitó que el crimen quedara impune.

A pocos días de cumplirse 20 años, el Instituto Plebeyo dedica su Cuaderno N° 3 a publicar la investigación que realizamos sobre aquel suceso que conmocionó al barrio y al país. La edición, de 84 páginas, está próxima a salir de imprenta. Incluye testimonios de los protagonistas y material del expediente judicial. Por el momento cuenta con una versión digital que ya se puede descargar libremente.

«El método walsheano del autor le permite efectuar una rigurosa investigación para denunciar la opresión –a menudo criminal– del poder de las clases dominantes y brindar testimonio de quienes la enfrentan en la lucha por un mundo con justicia, igualdad y libertad», escribe Mariano Pacheco, director del Instituto Plebeyo, en la presentación.

La publicación incluye un prólogo en donde ponemos en contexto la situación y ocho capítulos en los que reconstruimos en detalle la secuencia completa de los hechos: las últimas horas del militante asesinado la noche del 25 de junio de 2004, Martín “Oso” Cisneros; la decisión de marchar hacia la comisaría por parte de la multitud de vecinos y vecinas indignadas por el crimen y por la complicidad policial; la forma en que ocuparon la sede y desde allí negociaron, durante horas, para que el asesinato no quedara impune y se pudieran retirar sin ser reprimidos, a pesar del fuerte operativo policial que incluyó francotiradores y grupos de combate de la PFA.

El barrio y el gobierno de Kirchner

El hecho sacudió al barrio pero a la vez tuvo un alto impacto político. El entonces presidente Néstor Kirchner se encontraba de viaje hacia China y temió que el crimen fuera una provocación destinada a desestabilizar a su gobierno, que transitaba su primer año de gestión en medio de una alta conflictividad social. El asesinato del Oso Cisneros sucedió en la víspera de la segunda conmemoración de los crímenes políticos de Maximiliano Kosteki y Darío Santillán; la misma madrugada de la toma de la comisaría había miles de manifestantes manteniendo una vigilia a escasos quilómetros de La Boca, en la base del Puente Pueyrredón.

Después del hecho, la cúpula de la policía fue removida y el asesino, apresado. A pesar de esas decisiones que parecían dar la razón a los manifestantes, los compañeros de Cisneros que ocuparon la comisaría fueron sometidos a un juicio que se extendió durante más de una década y los amenazó con duras condenas. Llegaron a la instancia final del juicio tres personas, de las cuales solo fue condenada una: Luis D´Elía, dirigente nacional de la Federación de Tierra y Vivienda, corriente territorial de la CTA donde militaban Cisneros y Los Pibes de La Boca.

Como autor de este trabajo de reconstrucción histórica, asumo la parcialidad: conozco a los y las militantes que fundaron la organización Los Pibes desde hace más de 30 años; milité con ellos, también con el Oso Cisneros. Me llegó la noticia de su asesinato y de la toma de la comisaría aquella misma madrugada, mientras estaba siendo parte de la organización de las protestas por los crímenes de Darío y Maxi en el Puente Pueyrredón. Enseguida intuí de qué se trataba. Soy, además, vecino del barrio de La Boca, conocedor del tejido social y del entramado de organización popular que lo habita. No hay forma de entender las páginas que nutren esta investigación al margen de este sentido de pertenencia.

“Lo volvería a hacer”, me dijeron varias de las personas que tomaron la comisaría. Aun cuando, por ello, hayan debido soportar acoso judicial o nuevos hechos de persecución policial. Tras reconstruir lo que pasó aquella madrugada, no tengo dudas de esa convicción.

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* Pablo Solana es autor del libro de reciente edición “La toma de la 24. Historia de la ocupación de la comisaría de La Boca la madrugada del 26 de junio de 2004”, que se puede descargar de forma libre en el siguiente enlace: https://bit.ly/LaTomaDeLa24