En el encuentro en un pasillo durante el Foro Milken en Los Ángeles que derivó en la photo-op entre Javier Milei y Gianni Infantino no se habló de las sociedades anónimas deportivas (SAD), por más que el lunes por la mañana el vocero presidencial Manuel Adorni dijese que el presidente “se va a reunir para dialogar sobre algunos modelos de negocio y acerca del esquema de financiación que hoy tienen los clubes de fútbol en la República Argentina”. Infantino, presidente de la FIFA, le pidió a Milei, en tono protocolar y paternal, que lo “ayudara” con la organización de la Copa del Mundo 2030, en la que Argentina será sede de uno de los partidos inaugurales junto a Uruguay y a Paraguay. Y le regaló una camiseta con el logo de la FIFA, el número 10 y su apellido. La “reunión” duró diez minutos. En su cuarto viaje como presidente a Estados Unidos, Milei se quedó con las ganas de un “guiño” de Infantino en relación a las SAD. Para hablar del tema, le sugirió Infantino, cuenta con dos interlocutores: Mauricio Macri, actual titular de la Fundación FIFA -su refugio tras la presidencia argentina- y Claudio “Chiqui” Tapia, presidente de la AFA. En el argot futbolero, y a partir de su pasado como arquero en las inferiores de San Lorenzo y de Chacarita, Milei se comió “todos los amagues”.
En relación a los supuestos inversiones extranjeros interesados en comprar clubes del fútbol argentino, el gobierno nacional apenas puede mostrar una foto, acaso otra photo-op, un término que combina “photo” y “opportunity”: relaciones públicas, sin relaciones políticas detrás. El 9 de febrero pasado, en el hotel Alvear, se fotografiaron Nicolás Maya, economista colombiano, representante de 777 Partners; el secretario de Deportes, Daniel Scioli; la diputada Juliana Santillán (La Libertad Avanza); y Guillermo Tofoni, empresario en juicio contra la AFA. Santillán escribió en X: “Llega a Argentina el primer grupo interesado en invertir en las Sociedades Anónimas Deportivas”. El 26 de diciembre de 2023, ensimismado tras incluir las SAD en el DNU -que ya rechazó el Senado y cuyos artículos vinculados fueron suspendidos por la justicia-, Milei había dicho: “Chelsea está interesado en invertir en el fútbol argentino. Podrían estar presentándose en un lapso muy corto de tiempo inversiones por más de 1.000 millones de dólares”. El 28 de diciembre le tocó el turno a Patricia Bullrich, ministra de Seguridad. “Yo estoy bastante triste porque la…, el Chel-se-a dijo que quería comprar seis clubes, pero a Independiente no lo puso”, balbuceó, y habló de “3.000, 4.000, 5.000 millones de dólares para generar las mejores escuelas de fútbol del mundo”. No era una broma del Día de los Inocentes.
Tres fuentes cercanas a los propietarios del Chelsea -comprado en 2022 por el estadounidense Todd Boehly, al mando de BlueCo- niegan desde Inglaterra: “Hasta donde sabemos, no hemos oído hablar de que quieran añadir un club argentino a su cartera. Pero me parece muy improbable. Son conscientes de lo impopulares que se están volviendo estos modelos de clubes múltiples. Pero ellos también están locos… ¡Así que nunca se sabe!”. Sergio “El Kun” Agüero, a quien Milei elogió por su “inteligencia para nada convencional”, había dicho en marzo acerca del City Group, conglomerado de 13 clubes por el mundo cuya cabecera es el Manchester City: “Si Dios quiere se haga, yo sí ahí me metería. Ya sé a quién ir a buscar. Siento que son gente de buena fe y tengo muy buena relación con ellos y seguramente estarían encantados de progresar en Independiente”. Nada por el Chelsea, nada por el City Group, mucho por el 777 Partners.
Porque 777 Partners, holding con sede en Miami con el que se reunió la banda mileísta privatizadora del fútbol, enfrenta una denuncia judicial por fraude en un préstamo de 600 millones de dólares y por operar con “esquema Ponzi”. Ya suma 17 demandas en Estados Unidos. 777 controla a Genoa (Italia), Red Star Paris (Francia), Hertha Berlín (Alemania), Standard Lieja (Bélgica), Vasco da Gama (Brasil), Melbourne Victory (Australia) y el 8% de Sevilla (España). En Standard Lieja mantiene deudas de meses con jugadores y otros empleados y hasta una cuota de tres millones y medio de euros con el fondo que reconstruyó el estadio. Vasco de Gama le exigió a 777 que garantice un aporte de 270 millones de reales: recibió una respuesta negativa. El estadio São Januário había recibido mensajes de los hinchas en forma de pintadas. “Fora 777”. “O Vasco não precisa de vocês. Go home”. Vincent Chutet-Mézence, presidente del colectivo independiente Red Star Bauer, dijo: “Llevamos dos años advirtiendo sobre esta empresa. Sabíamos que algún día iba a explotar pero no que sería tan pronto. Son una mafia”. El consejo asesor de hinchas de Everton, de la Premier League, presentó una serie de demandas para impedir que lo adquiera 777 Partners. El empresario británico-iraní Farhad Moshiri, dueño en crisis de Everton, había firmado un acuerdo de venta. Planea rescindirlo. 777 Partners, que había especulado que invertiría hasta 400 millones de dólares en Argentina, colapsa en el mundo. “Mi trabajo es pensar toda la estrategia futbolística de 777 a largo plazo –le dijo Maya a O Globo en 2022-, hacer que este ecosistema de clubes que queremos crear funcione”. La gran estafa.
De momento, 777 Partners, creado en 2015 por los empresarios estadounidenses Joshua Wander y Steven Pasko, se desprenderá de Standard Lieja y decidirá qué hacer club por club. El fútbol había sido un apartado menor en la lista de negocios, que van desde polémicos préstamos personales hasta aviación low cost, sobre la que Maya consultó la situación del “mercado” argentino a los funcionarios.
César Menotti, fallecido hace una semana a los 85 años, escribió con un carbón, de joven, “chorros” en la entrada de Unión Americana, su club rosarino de Fisherton, después de que la cancha fuese convertida en pista de baile. En 2017, Menotti habló de los clubes: “El fútbol eran sociedades sin fines de lucro. Saltó a los escritorios y encontró grandísimos dirigentes, comprometidos con la sociedad, porque el fútbol es un hecho cultural. Después saltó a los del mundo de los grandes negocios, y esto solamente se puede hacer si hay un compromiso político, un estilo de vida y una protección a la corrupción y a la mentira”, dijo Menotti, y siguió: “Lo grave es que no se entiende que un club es una sociedad sin fines de lucro. Por lo tanto, el Estado tiene, a través del poder judicial, cómo vigilarlos y controlarlos. Cuando pasa lo que pasa, hay una complicidad entre el poder político y judicial. La gente no entiende que el club es de la gente, que los escenarios los hizo la gente. Es de ellos, no es del presidente de Boca, de River, ni de Atlanta ni de Chacarita. Los socios deben tener un respaldo de la justicia para que no les roben el club, porque ahí se empieza a mezclar el tema de las sociedades anónimas para comprar los clubes. Ya hay muchos que pertenecen a empresas. Si no hay una visita severa del poder judicial, en el fútbol hacen lo que quieren”. Fue durante la presentación de un libro de Ángel Cappa y su hija María en la escuela de periodismo DeporTEA: También nos roban el fútbol.