Si en plena explosión del movimiento punk, en la segunda mitad de los ’70, sus detractores creían que se trataba apenas de un puñado de indignados sin rumbo incapaces de tocar más de tres acordes básicos, The Clash se encargó de echar por tierra ese prejuicio con una obra que mixturaba diversos ritmos sin perder la esencia del género y a la que dotó de un lenguaje poético de fuerte contenido político, especialmente a partir de la impronta dada por su líder Joe Strummer, el hombre cuyo corazón explotó un 22 de diciembre de 2002, a los 50 años.

Acaso del mismo modo que Los Beatles hicieron un abarcativo paneo de la música popular contemporánea en el «Álbum Blanco» de 1968, The Clash marcó el camino de las amplias posibilidades de expresión que tenía la cultura punk a nivel musical y poético con sus discos «London Calling» de 1979 y «Sandinista!» de 1980.

Allí el grupo abría el juego a los ritmos jamaiquinos, que ya se manifestaban en otras bandas, pero también al rockabilly, el funk, el jazz, el dub y el rhythm & blues, entre otros: Además, sentaba sus bases políticas, en líricas en donde no se quedaba en la simple queja o caía en el nihilismo, y proponía pasar a la acción.

Aunque es cierto que siempre se asoció el costado social de The Clash a Joe Strummer, en tanto que se ungió como genio musical de la banda a su otro líder Mick Jones; el revolucionario artista también era artífice de la apertura estilística y aportaba recursos que quedaban en un segundo plano frente a su fuerza discursiva.

El desempleo, la desigualdad social, el racismo, la brutalidad policial y el militarismo fueron algunas de las temáticas sobre las que Strummer puso la lupa en las canciones de The Clash y conformó, de alguna manera, una especie de marco teórico que contenía la ira punk.


Y fue tal la radicalización del artista en estos puntos que hizo implosión en el propio grupo: el baterista Topper Headon iba a ser expulsado por su adicción a la heroína -un comportamiento que entendían que no se ajustaba lo que The Clash proclamaba en sus mensajes- y, acaso más grave aún, provocaría la ruptura con Mick Jones, su socio en la aventura de elevar la vara del punk rock a nivel musical y lírico.

Joe Strummer había nacido bajo el nombre de John Graham Mellor, el 21 de agosto de 1952, en Ankara, Turquía, destino en esos años de su padre diplomático, lo que lo llevó a vivir además en Bonn, en la Ciudad de México y en El Cairo.

Desde chico se interesó por la música y, primero bajo el apodo Woody Mellor, en honor a su admirado Woody Guthrie, y luego el mote definitivo con el que fue conocido, integró varios grupos hasta que Mick Taylor y el bajista Paul Simonon, del grupo London SS, lo reclutaron desde el grupo The 101´ers, para un nuevo proyecto.

Se trataba de The Clash, que alcanzaría su forma definitiva con la incorporación de Headon y el registro de sus primeros discos, el debut de 1977 que llevaba el nombre del grupo, y «Give `em Enough Rope», del año siguiente, con himnos como «White Riot», «I´m So Bored with the USA», «Police and Thieves», «Career Opportunities» y «Londos´s Burning», entre tantos.

Sin embargo, fueron los mencionados «London Calling» y «Sandinista!» los que convirtieron a The Clash en una banda central del movimiento punk y a Strummer como a su gran ideólogo.

«Me parece que su poesía realmente explota en ‘Sandinista!’, cuando se saca el límite de lo punk. Ya en `London Calling´ había avisado, pero `Sandinista!» es donde está la verdad del asunto», avaló ante la consulta de Télam Sergio Rotman, músicos de diversas bandas inspiradas en el punk rock, entre ellas Los Fabulosos Cadillacs, un grupo del que uno de sus líderes, Sr. Flavio, reconoció haber intentado seguir los pasos de The Clash.


«Si tengo que hablar de Joe Strummer, tengo que hablar de ‘Sandinista!’, que para mí es su pico, especialmente por lo caótica que es la producción de ese disco», puntualizó Rotman, quien afirmó haber iniciado con The Clash «un viaje hasta aquí» desde la adquisición, a mediados de los ’80, de un disco que en su versión local se tradujo como «Arde Londres».

Otro músico local que sintió el impacto de Strummer e intentó emular en su postura artística es el guitarrista Tucán Barauskas, a partir de su labor a lo largo de unos 30 años con Pil Chalar, el máximo exponente latino del punk rock, y desde ese lugar marcó la importancia de este artista para el movimiento.

«Las tres bandas más importantes eran Ramones, Sex Pistols y The Clash. De las tres, The Clash eran los más músicos. Me sorprendía con sus canciones y con su compromiso social y político; y también por una performance musical muy interesante donde mezclaron reggae, sonidos afros, sonidos más modernos; todas cosas que hicieron después las demás bandas», puntualizó Tucán.

«Sus canciones son totalmente actuales. En mí fue una influencia muy grande por sus cabezas abiertas, porque sus canciones tenían más vuelo poético y también musical, y podían abrir el abanico hacia lugares más interesantes», añadió el guitarrista, quien aceptó que para los últimos discos que grabó con Pil tomaron como ejemplo la actitud de no dejarse limitar por géneros musicales, sin por ello perder la esencia punk.

A la par que The Clash veía como se extendía su influencia a partir del concepto artístico adoptado y su correspondiente mirada política, crecía la radicalización de todos estos aspectos en Strummer, quien dinamitó al grupo con la expulsión de Headon y la ruptura definitiva con Mick Jones. Sin embargo, eso no impidió que Strummer participara como invitado en un disco de Big Audio Dynamite, el proyecto post The Clash de Mick Jones.

«No tuve la suerte de conocerlo personalmente aunque estuve cerca muchas veces. Sí a Mick Jones, pero según me decían, era un personaje bastante polémico en su personalidad», confió Rotman.

La misma suerte corrió Tucán Barauskas, quien creyó que iba a tener la oportunidad cuando a principios de los `90 había aceptado venir a Buenos Aires para producir un disco de Los Violadores, pero dio marcha atrás cuando la banda se rompió y esas canciones pasaron a formar parte del álbum debut de Pilsen «Bajo otra bandera».


Tras las malas críticas que recibió el disco «Cut the Crap» de 1985, ya sin Jones ni Headon, Joe Strummer decretó el final de The Clash y, desde entonces, tuvo un andar zigzagueante dentro de la música, con participación en bandas sonoras de algunos filmes, un breve paso por la mítica banda irlandesa The Pogues, un proyecto propio llamado The Mescaleros y períodos de largos silencios musicales.

«A mí me parece que su obra es un tanto amarreta comparada con la de cualquiera de sus compañeros, que produjeron mucho más que él», opinó Rotman, quien hizo hincapié en algunas facetas desconocidas como las más interesantes.

«Creo que sus valores no son los que más se ven. Para mí es un excelente guitarrista rítmico, un excelente decidor, un excelente compositor de líricas con música. Los hits y las canciones más conocidas son lo menos divertido de su carrera. La banda sonora de `Walker´ de Alex Cox es un punto altísimo y pasa desapercibido», advirtió.

Allí, el líder de Cienfuegos, El Siempreterno y Los Sedantes, entre otras, hizo una salvedad en torno a su imagen política: «La visión política de Strummer pertenece a otro tiempo, a otro mundo en el cual un socialismo comprensible era posible, y ahora sabemos que no, porque no existe más, así que no me metería mucho en ese tema».

En medio de sus tantos intentos por dejar atrás la sombra de The Clash con Mescaleros, y poco después de producir el disco «Up the Brackets», de la entonces prometedora banda británica The Libertines, Joe Strummer murió de un infarto en su casa, a los 50 años, por una falla cardíaca congénita que nunca había sido detectada.

El traje de leyenda le pesaba y ansiaba seguir escribiendo su historia, tal como lo dejaría en claro en «The Future Is Unwritten», el exhaustivo documental sobre su vida realizado por Julien Temple.

* Télam