En un fuerte gesto político hacia el interior de Cambiemos, María Eugenia Vidal será proclamada el miércoles como presidenta del PRO bonaerense. Durante un acto en La Plata, la gobernadora asumirá en ese cargo como parte de una campaña para normalizar el partido y, a su vez, consolidar su liderazgo político de cara a las elecciones 2017.
Vidal llegará como cabeza de una lista de unidad, secundada por el intendente de Vicente López y titular del grupo Bapro, Jorge Macri, quien fue titular del partido por 12 años y ahora asumirá como vicepresidente; y por el ministro de Educación nacional, Esteban Bullrich, como secretario general, según confirmaron fuentes oficiales a Tiempo. Ambos suenan y ya hacen campaña para ser candidatos el año que viene.
La movida para que la mandataria asuma al frente del partido provincial fue puesta en marcha a comienzos de este año por su armador histórico y mano derecha, el ministro de Gobierno, Federico Salvai. Para eso era imprescindible poner en regla los papeles del partido que, por no haber participado en dos comicios consecutivos 2011 y 2013, había perdido la personería jurídica y estaba intervenido. Además había que cerrar una lista de unidad evitando ir a internas con el sector de Jorge Macri y el del presidente de la Cámara de Diputados de la Nación, Emilio Monzó.
La unidad, forzosa, se logró antes del 2 de octubre, fecha en que vencía el plazo para presentar listas. Vidal optó por reforzar su alianza con el primo del presidente y por ratificar su pelea con Monzó, quien está marginado del armado electoral en el que trabaja la mandataria. No obstante, el «monzonismo» estará representado en el consejo del PRO bonaerense a través de la diputada nacional Silvia Lospennato; el viceministro de Interior, Sebastián García de Luca y el legislador bonaerense Marcelo Daletto.
La mala relación entre Vidal y Monzó comenzó a tejerse durante la campaña de 2015, cuando nadie apostaba que podía ser electa gobernadora. La mandataria comenzó a cobrarse los desplantes el día que asumió, dejándolo afuera de los cargos y del armado, pese a los reiterados intentos de Mauricio Macri por conseguir una tregua entre ambos.
Monzó cuestiona el manejo político de Vidal, cree que no conoce la provincia para garantizar un armado territorial pensado para contener el impacto que podrían tener las medidas del gobierno en el resultado de los comicios. No está de acuerdo con las concesiones al líder del Frente Renovador, Sergio Massa, aliado legislativo de la gobernadora, ni con la idea de sumar intendentes peronistas.
Vidal, en tanto, avanza con plan propio y con el poder que le da ser la dirigente que mejor mide dentro de Cambiemos con un 67% de imagen positiva. Como parte del segundo timbreo nacional, la mandataria caminó ayer con Macri por las calles de General Las Heras. No fue casual la elección de un distrito del interior de la provincia: la estrategia electoral pasa hoy por apostar a consolidar la intención de voto en las zonas rurales para achicar el margen de derrota en el Conurbano.
El gabinete vidalista ya trabaja en ese objetivo, en especial el ministro de la Producción, el peronista Joaquín De la Torre, y su par de Asuntos Agrarios, Leonardo Sarquís. Con la excusa de la gestión, pero para tender puentes, De la Torre se sacó foto el viernes junto al «Grupo de los Ocho», los intendentes del sudeste provincial que fueron electos por el Frente para la Victoria pero que se unieron como opción intermedia a los «Esmeralda», alejados de Cristina Kirchner, y los «Fénix», cercanos a ella. «