Era la mañana del 28 de agosto. En Buenos Aires el dólar no frenaba su escalada y el Banco Central sacudía sus reservas, mientras los supermercados anunciaban el cierre de sucursales y el Estado agrandaba aún más las listas de despedidos. Pero lo cierto es que en ese confín patagónico –bendecido por una vasta formación geológica rica en gas y petróleo– se dirimen otros importantes «desafíos del siglo XXI». Lo demuestra la existencia de una Estación Espacial de la República Popular China, junto con una base –en apariencia, de ayuda humanitaria– que en la actualidad construye, a pocos kilómetros de distancia, el Comando Sur de los Estados Unidos.
¿Acaso se trata de una remake de la Guerra Fría o son, simplemente, los decorados de una comedia de enredos bien al estilo del PRO?
Ruleta china
Los 1900 habitantes del poblado de Bajada del Agrio, situado sobre el río homónimo, se sienten de maravillas por su vecindad con los científicos y técnicos chinos, al igual que los 4800 vecinos de Las Lajas, a 60 kilómetros de Zapala.
Las instalaciones en cuestión –una antena parabólica de 48 metros de altura con un diámetro de 35 metros, además de las salas de operaciones y la residencia del personal– tuvieron un costo de 50 millones de dólares. Y no es una exageración decir que su funcionamiento revolucionó la vida cotidiana de la zona.
En ambas localidades aseguran que la economía se reactivó. Y ahora allí son usuales las cenas compartidas por orientales y lugareños, además del intercambio de obsequios y hasta la celebración conjunta del año nuevo chino. A eso se le suman las visitas guiadas de sus intendentes a la Estación Espacial.
Esto último hizo que a la jefa municipal de Las Lajas, María Angélica Espinoza (del MPM), se le ocurriera articular allí un circuito turístico, idea que también seduce a su colega de Bajada del Agrio, Ricardo Fabián Esparza (de Kolina). Este hombre, deslumbrado por la tecnología china, señala: «Con esa antena, ellos son capaces de saber ahora lo que ocurre en tu casa».
Este asunto preocupa sobremanera a los norteamericanos. Tanto es así que recientemente el diario The New York Times publicó un extenso artículo en el que se califica a la estación espacial como un símbolo de la intención de Pekín por «asentarse en la región» con el propósito «no sólo de investigar los cuerpos celestes sino también todo lo que orbita debajo».
El convenio para instalar esta base se firmó en 2010 y fue aprobado por el Congreso en febrero del año siguiente. Ya con Macri en la Casa Rosada se renegoció una sola cláusula para garantizar su uso pacífico. Y eso justamente está en duda por parte de los aliados estadounidenses del Poder Ejecutivo.
El acto de llevar tranquilidad al respecto corrió por cuenta del inefable ministro de Defensa, Oscar Aguad: «Los chinos –señaló– tienen un programa espacial ambicioso y bien prolijo. Pero es difícil saber que están observando. Habrá que hacer contrainteligencia».
Tal declaración la formuló por la TV Pública a mediados de junio. Es de suponer que en estos días Las Lajas y Bajada del Agrio son ya dos hervideros de espías.
Mientras tanto, también en la zona de Vaca Muerta, Estados Unidos ya construye su polémica «base de ayuda humanitaria». La edificación había sido proyectada en 2012, pero quedó trunca debido al rechazo que en su momento produjo en vastos sectores políticos y sociales.
Si bien sus hacedores insisten con que se trata de una instalación para albergar a miembros de Defensa Civil y rescatistas en casos de catástrofes, es un secreto a voces el carácter estrictamente militar del lugar.
De hecho, cuatro días antes de la llegada del presidente a Vaca Muerta, la confluencia neuquina «No a la base yanqui» –integrada por un centenar de organizaciones ambientales, de Derechos Humanos y pueblos originarios– se concentraron en el Monumento a San Martín, en Neuquén, para repudiar tal edificación, además de defender los recursos naturales y la soberanía nacional.
«La gente está con preocupación y no quiere a militares de otro país en las calles. El ejército de Estados Unidos entregó 2 millones de dólares en nombre de la filantropía cuando sabemos que esa plata nos pertenece y se la llevan de los aportes de los neuquinos y de las regalías petroleras», expresó la vocera de la multisectorial, Marcela Escobar.
La pregunta del millón
Si la historia reciente algo enseña es que los recursos energéticos constituyen una fuente inagotable de intereses militares. Y que grandes riquezas naturales en países periféricos son ya de por sí conflictivas. El tesoro de Vaca Muerta es un gran ejemplo al respecto. Justo antes de estimarse su valor –en noviembre de 2011– se acordó con la Agencia Espacial Nacional de la República Popular China la instalación de la Estación Satelital que comenzó sus operaciones en octubre de 2017.
Desde luego que tal acuerdo generó la preocupación de Washington. Y el signo visible de tal desvelo fue la decisión de edificar un presunto Centro de Operación y Coordinación ante Emergencias en Neuquén. Este proyecto se enmarca en el programa de Asistencia Humanitaria y Respuesta de Desastres del Departamento de Defensa. Pero, claro, todo indica que su verdadero eje está depositado en el campo de los hidrocarburos.
En tal sentido, el analista internacional Juan Tokatlian se pregunta: «¿Se tiene en claro el valor geopolítico global que ha adquirido la provincia de Neuquén?».
La respuesta parece ser negativa.«