Llovía sin tregua, se había cortado la luz y el agua que cubría la cuadra de cordón a cordón ya comenzaba a filtrarse en las casas del barrio de Plátanos, en Berazategui. Esa madrugada del 7 de enero de 1978 Julio César Acuña dormía en la casa en la que vivía con sus padres, dos hermanas y un hermano menor, cuando una patota de la dictadura cívico militar irrumpió en la vivienda. Se lo llevaron encapuchado. Tenía 20 años y militaba en la Juventud Peronista. Nunca más supieron de él. A cuatro décadas de su secuestro, el Concejo Deliberante de Berazategui impulsa una ordenanza para que la calle 36, del barrio en el que vivía, lleve su nombre.
El homenaje surgió por una propuesta de su hermana Liliana Cristina Acuña y de Juan Domingo Javier, compañero de militancia de Julio César, quienes juntaron las firmas de más de 150 vecinos de la zona. La idea original era instalar una placa recordatoria con su nombre en algún sector la plazoleta Héctor “Turco” Alejandro, ubicada en calle 37 y Lisandro de La Torre, a cuatro casas de donde fue secuestrado.
Esa propuesta le llevaron al presidente del Concejo Deliberante y ex intendente, Juan José Mussi, el 6 de octubre pasado cuando fue a inaugurar la renovación y puesta en valor de esa plazoleta. Pero el dirigente dobló la apuesta: en el escenario y ante los vecinos anunció que la calle 36 llevará el nombre de Julio César Acuña.
“Cuando subió al escenario dijo: ‘la calle 36, esta que está a mi espalda, va a llevar el nombre de Julio César Acuña, militante de la Juventud Peronista desaparecido’”, contó Javier a Tiempo. “Y lo recordó como a uno de esos pequeños héroes, esos luchadores sociales que dejaban todo por la gente”, contó.
Julio César Acuña vivía en Diagonal A entre 154 y Lisandro de La Torre, a unos pasos de la plazoleta. Era gasista, tenía una militancia social muy activa y sus compañeros lo recuerdan como un buen compañero. “Era humilde, solidario y dispuesto a todo ante una necesidad; militante del barrio y de Berazategui, cuya militancia queda como ejemplo para todos aquellos que piensen que luchas por un país mejor se puede”, lo reseñó Javier en la carta que le llevaron a Mussi.
Su caso figura en la Conadep. Fue secuestrado el mismo día que en Villa España, otro barrio de Berazategui, un grupo de tareas se llevaba al atleta Miguel Sánchez. Desde su desaparición, su mamá María Teresa Bailo lo buscó con las Madres de Plaza de Mayo.
“He hecho marchas con las Madres… yo recibí cartas de la OEA, de Estados Unidos, he hecho muchos Hábeas Corpus, pero nunca tuve una noticia, nada, nada”, contó la mujer en 1999 en el marco del Juicio por la Verdad en La Plata. Para esa época la mujer todavía vivía en la misma casa: “Nunca me voy a ir de esa casa, ahí sé que me lo llevaron a mi hijo y yo quiero que vuelva ahí”, dijo.
A Julio César Acuña lo sacaron con los brazos a la espalda y encapuchado con una sábana que tomaron de la casa. El operativo había ocupado toda la cuadra. Cuando llamaron a la puerta los uniformados preguntaron por una persona de apellido Selva, pero cuando escucharon que ahí vivían los Acuña, decidieron entrar.
“Entraron como 50 personas armadas”, contó ante la justicia hace casi dos décadas María Teresa Bailo. “Estaban armadísimos”, insistió. Al día siguiente lo fueron a buscar a la comisaría de Berazategui, a la de Quilmes, a la de Ezpeleta. El joven permanece desaparecido.
El trámite parlamentario para que la calle 36 en Plátanos lleve el nombre de Julio César Acuña comenzará en los próximos días y se tratará en el Concejo Deliberante de Berazategui en noviembre. “Esperamos que para diciembre podamos realizar un pequeño acto para colocar su nombre en la calle”, dijo Javier.