Eduardo Cabaleiro comenzó un proyecto ganadero en 2017, en un campo de 30 hectáreas en Pampa de Pocho, Traslasierra, Córdoba. El campo no había sido usado por 30 años. Tuvo que desmontar, generar un camino, perforaciones de agua, hacer corrales y un montón de otras tareas antes de poder producir. A los años se dio cuenta que no estaba en la pampa húmeda y que el territorio era mucho más inhóspito de lo que había pensado. “Notaba que me costaba mucho que vuelva el pasto. Descubrí la importancia del sombreado en estas latitudes tan secas, de tanta exposición solar. Esa protección no solo beneficia al animal, sino también a las plantas, se hace una simbiosis y se genera un equilibrio mucho mejor”, rememora.
“Intenté sembrar un sorgo en un principio como verdeo. Me fue muy bien porque agarré un año de una lluvia impresionante, pero después me volvió a suceder lo mismo. En ese momento un hermano en Buenos Aires me manda una nota de un pastoreo racional wazán o Pastoreo Racional Voisin (PRB), ganadería regenerativa. Un ingeniero químico francés que investigó la fisiología de los pastos y escribe cuatro leyes de pastoreo para aprovechar el territorio según la zona, cuantas vacas por hectárea. En esta zona, por ejemplo, están hablando entre 3,5 y 4 hectáreas por vaca. Lo que hace este pastoreo es copiar la forma natural de comida de los animales en estado salvaje”, cuenta. Y reflexiona: “cuando vino el hombre y puso el alambrado, ahí sonamos. Ahí armamos un lío. Con ese sistema, hacemos que el rumiante se comporte de una forma voraz, o sea come todo lo que hay. Con el PRB el animal escoge el mejor alimento, entonces va generando un impacto, se llaman pulsos de pastoreo, que es súper beneficioso”.
Ritmos naturales
“En este momento tengo, en el campo de 35 hectáreas, 53 potreros que a su vez se convierten en 100, porque los subdivido con alambres eléctricos. Depende de la época, los achico más o menos. Y se dejan picos estratégicamente distribuidos en los que se conecta una manguera con un acople rápido, muy sencillo. Uso un tanque BIM, esos que vienen con la reja, que tienen mil litros. Los corto al medio y con eso hago la bebida, ahí pueden tomar 200 animales sin ningún tipo de problema. Toman agua limpia y fresca, y es beneficioso porque el animal me defeca y me orina en todo el potrero. Si vos lo tenés en un potrero grande, el animal va a comer hasta que se llene, ahí va a ir a buscar el agua y como va a estar muy lleno se echa al lado de la bebida”, relata Cabaleiro.
“Yo he notado que el crecimiento del pasto debajo de un árbol duplica o triplica la producción con respecto al que está a la intemperie. Esta es una zona seca. Aparte los árboles que tenemos acá en la zona, el espinillo, el algarrobo, el chañar, la mayoría son todos leguminosas. Hay estudios que hablan de una fijación de nitrógeno entre 100 y 150 kilos por hectárea, teniendo más o menos entre 70 y 100 árboles por hectárea, con lo cual estás comprando gratis un montón de urea o de fertilizante de mucho mejor calidad”, explica. Y reflexiona: “Generalmente la ciencia, que no me permitiría criticarla, pero sí hacer una salvedad, tiene una mente muy lineal. Creo que es fundamental entender en forma holística la naturaleza. Por ejemplo, especies venenosas que hay, como el duraznillo. Pero los días de lluvia los animales lo comen como si fuera no sé, el chocolate. Y eso vos le preguntás a cualquier veterinario y te va a decir que no puede ser. Pero yo descubrí que los días de lluvia, los alcaloides en ese tipo de plantas se diluyen, con lo cual no le hacen nada. Entonces el animal identifica que esa planta tiene mucha cantidad de calcio y cubre una falencia que él está teniendo. Es algo que la naturaleza lo sabe y lo entiende y lo maneja en forma equilibrada”.
Sin remedios ni venenos
“Cuando tenés un potrero grande, los animales empiezan a llevar enfermedades de un lado para otro y eso genera un montón de patologías. Yo no doy antiparasitarios, porque al estar cambiando los potreros de esa forma diaria, la carga de huevos, de parásitos, se mueren con el mismo sol, que es la forma natural. Antiguamente no había vacunas y los animales no se morían. Yo fui al INTA de la Rioja y traje de allá animales criollos puros. Esos animales se adaptaron muy bien y tuvieron 500 años de selección natural”, cuenta Cabaleiro. Y da otro ejemplo: “Cuando la vaca defeca, hay unos escarabajos chiquititos. Si vos das hipermetrina, ese bicho se muere. En cambio, si vos no la das, ese animalito se encarga de que en 72 horas la bosta esté bajo tierra, con lo cual ahí tenés una muy buena infiltración de agua. Desaparece la bosta en superficie, con lo cual tenés más superficie para que crezca pasto. Porque la vaca donde defeca después no come. Y lo más importante acá, con el tema de la mosca, es que las larvas de la mosca se multiplican en la bosta, que desaparece rápido. En realidad, lo único importante de la naturaleza es manejar un equilibrio”.