El lanzamiento de Sergio Massa en La Rural profundizó los dilemas que Alternativa Federal (AF) debe resolver antes de la inscripción de listas para los comicios generales de octubre próximo. Las definiciones político-electorales más importantes se tradujeron en dos frases: el planteo de “una convocatoria sin exclusiones” y decisión de ubicarse donde lo pongan “los votos”. “No fracasó la Argentina, fracasó Macri”, remarcó en otro pasaje de su exposición, en la que presentó 10 ejes que serían su plan de gobierno, aunque habló de “acordarlos con todos los sectores”.
La puesta en escena y los temas que abordó no dejan lugar a dudas: era el mensaje de un candidato a presidente, aunque no esté claro todavía en qué frente ni con qué aliados. No hubo el más mínimo atisbo que insinuara otra posibilidad que no sea competir por el premio mayor.
Massa se adelantó a Roberto Lavagna y a Juan Manuel Urtubey, sus potenciales adversarios en la interna por la candidatura de AF. Desplegó un discurso que lo ubicó en un claro lugar opositor al gobierno nacional. Ya no fue “la avenida del medio”, que le dio resultados en 2013 y 2015, pero no en 2017. Está claro que en el massismo ha calado la visión de que no hay avenida del medio respecto del gobierno.
Uno de los asesores de Massa, el catalán Antoni Pérez Rubí, que también asesoró en su momento a CFK y a algunos intendentes peronistas del Conurbano, le había dicho al tigrense, en diciembre del año pasado, que el 60% de la sociedad era refractaria a la gestión de Macri y que su indefinición, a mitad de camino, le jugaba en contra. Su proyección como opositor nítido fue el mensaje político clave del acto en La Rural.
Hacia dentro de AF, a su posibilidad de consolidarse, la presentación de Massa le planteó un dilema de difícil resolución. El exministro de Economía Roberto Lavagna –según adelantó Tiempo el domingo-sostiene, en reserva, que realizar una interna abierta atenta contra el mensaje de “unidad nacional” que se propone dar AF, sumando a los radicales disidentes, a los socialistas y al GEN de Margarita Stolbizer. Esa es la explicación, por ahora, que brinda Lavagna. Ninguno de sus potenciales aliados parece compartir esa opinión. El gobernador de Córdoba, Juan Schiaretti, le manifestó su desacuerdo cuando se reunieron en la provincia mediterránea y está claro que Massa no evalúa dar un paso al costado.
Hay un elemento, además, innegable. Las diferencias de intención de voto que aparecen por ahora en las encuestas no son demasiado contundentes. Massa ronda entre el 8 y el 12 por ciento y Lavagna entre el 10 y el 14. No es una situación comparable a la que ocurre en el peronismo kirchnerista, donde la expresidenta Cristina Fernández le gana a cualquier oponente interno por varios cuerpos y donde, de ante mano, se sabe que una primaria sería una mera formalidad. En el caso de AF los números indican que ningún candidato puede darle competitividad a la fuerza por sí solo. Parece más un fenómeno en el que se hace inevitable la suma de las partes para acercarse a los 25 puntos y ponerse en zona de pelear por el ingreso al balotaje. Lo que no está claro es si esas partes quieren sumarse.