La Argentina no tiene defensa. No se trata de una metáfora, ni siquiera de una futbolera. Se trata de una expresión literal. Un grupo de investigadores encabezados por el fiscal federal Jorge Di Lello elaboró un informe sobre «El problema de la Defensa Nacional» que muestra con crudeza la ausencia de una política de defensa, la desinversión, las consecuencias de la renovada crisis económica, el ajuste eterno y la persistencia de prejuicios sobre las fuerzas armadas. Si la Argentina afrontara un conflicto bélico probablemente sería derrotada completamente en menos de tres días.
El informe, de 103 páginas, recuerda que «según las cifras oficiales, la proyección económica para 2018 establecía un PBI de 623 mil millones de dólares. El presupuesto del Ministerio de Defensa fue de 4.234.306.609,33 –siempre tomando la referencia cambiaria de 19,30 pesos por cada dólar– lo cual significó un 0,68 por ciento del PBI». Parece mucho dinero, pero, según el informe, «no puede perderse de vista que el dólar finalmente quedó lejos de su proyección y que tal situación afecta directamente en los costos que conllevan el adiestramiento, los repuestos y la inversión en equipamiento, ya que ello tiene el precio dolarizado. Tampoco puede obviarse la crisis económica en la cual está sumergida la Argentina, que ha llevado al gobierno nacional a impulsar un fuerte ajuste en materia de erogaciones del Estado».
Ante ese escenario, el documento desliza como eventual paliativo «llevar en un quinquenio el presupuesto al 1,5 por ciento del PBI, cifra mínima razonable como para lograr una aceptable actualización salarial para los miembros de las FF AA y comenzar con la inversión necesaria para dotarlas del material y capacitación adecuada».
¿Qué habría que hacer? «Aumentar, en promedio, 0,15% del PBI durante los próximos cinco años. Esto representa aproximadamente sólo el 4,30% del monto que va a pagar en 2019 la Argentina en vencimientos de la deuda pública, sin contar el acuerdo del FMI que aún no figura en las proyecciones oficiales».
El documento reflexiona que «teniendo en cuenta los niveles de endeudamiento del año en curso y los que se están negociando, no estaría mal destinar un porcentaje a fortalecer las Fuerzas Armadas o bien negociar el pago para poder utilizar el ahorro en esta materia vital de la Nación Argentina».
También hay un párrafo que destaca que «el servicio militar obligatorio casi igualó a todos los argentinos capacitándolos para la defensa de la Patria, muchas veces alimentando y educando a sus hijos más humildes». La «colimba» dejó de ser obligatoria después de que un grupo de militares asesinara en 1994, en Neuquén, al conscripto Omar Carrasco.
El trabajo exhorta a la «toma real de la magnitud del problema que representa no contar con una Defensa Nacional acorde al tamaño, riqueza y posicionamiento estratégico que tiene la Argentina».
Di Lello, junto con su secretario, Hernán Mogni, y el instructor Santiago Barea, inició una «investigación preliminar», a partir de la desaparición del submarino ARA San Juan a fines de 2017. Esa investigación fue archivada pues ya hay causas penales que investigan qué ocurrió con la nave, pero le permitió al fiscal un análisis macro de la defensa argentina. Para ello consultó a expertos, entre ellos el exjefe del Ejército, Martín Balza; el periodista y veterano de Malvinas Eduardo Aguilera; los exministros de Defensa Nilda Garré, José Pampuro, José Horacio Jaunarena, Arturo Puricelli y Agustín Rossi; la diputada oficialista Elisa Carrió y el titular del Centro de Estudios Nueva Mayoría, Rosendo Fraga, entre otros.
Los consultados coincidieron en destacar el rol que debe tener el Invap. Pero «si bien se ha intentado la reactivación de la industria como una capacidad militar necesaria para el logro de su misión legal, los proyectos hoy se ven amenazados por la desinversión y ajuste propuesto por el Ejecutivo Nacional».
Rosendo Fraga, de reconocida mirada crítica hacia el anterior gobierno, subrayó que «la ciencia, la tecnología y la industria para la defensa juegan un rol clave para las Fuerzas Armadas y la capacidad estratégica. El Invap representa la mayor manifestación en este campo, siendo uno de los seis países del mundo con capacidad de producir y exportar reactores nucleares de investigación. En esta área y en la satelital, la capacidad Argentina sin duda es la más relevante de América Latina. El mismo Invap ha fabricado radares de probada eficacia que están en uso en las Fuerzas Armadas. Producirlos a mayor escala permitiría resolver la demorada radarización de la frontera norte».
Pero el recorte económico no se detiene en cuestiones de defensa y «también afecta a la industria militar nacional, tanto para fines pacíficos como bélicos» cuyo desarrollo –contrapone el trabajo– «contribuye al crecimiento y desarrollo nacional frente a la pública situación de emergencia planteada por el Poder Ejecutivo».
El informe contempla a las Fuerzas Armadas tras la renovación generacional en sus filas como un elemento vital de la democracia. «Transcurridos más de 30 años (desde el regreso de la democracia) prácticamente no quedan en sus filas miembros a quienes puedan serle reprochadas conductas vergonzantes. El oficial más antiguo apenas ostentaba en el comienza de esta era democrática, presidida por Raúl Alfonsín, el grado de Teniente. Desde 1983 en adelante se han convertido en un pilar esencial y valioso de la democracia. Su existencia, consideración, mantenimiento, capacitación y modernización, hacen al futuro mismo de la Nación».
¿Para qué necesita la Argentina esas fuerzas armadas? «La Argentina es uno de los países más extensos de la tierra y sobre ella se ciernen riesgos que no dependen de la voluntad de sus ciudadanos sino más bien de las circunstancias del orbe. Tales peligros sólo podrán ser evitados o neutralizados, si fuera necesario, disponiendo de Fuerzas Armadas Argentinas capaces de oponer eficaz y efectivamente las armas de la Nación, tanto preventivamente como así también en operaciones concretas». «
La búsqueda
El ministro de Defensa, Oscar Aguad, afirmó el viernes pasado que el barco de la empresa noruega Ocean Infinity, encargado de la búsqueda del submarino ARA San Juan, detectó «una señal importante» a 280 metros de profundidad y reconoció que «sorprende que no se haya visto antes». Todavía falta la confirmación.