La conferencia de prensa que encabezó el jefe de Gabinete, Marcos Peña, secundado por los ministros de Hacienda, Nicolás Dujovne, y de Finanzas, Luis Caputo, y el presidente del Banco Central, Federico Sturzenegger, en la mañana de este jueves 28, puso de relieve, en primer lugar, el fracaso del gobierno para controlar la inflación.
Las explicaciones de los funcionarios giraron en torno de la idea de que ahora se contaba con más información que cuando se trazó la meta de inflación de 2018, del 10% con un margen de dos puntos porcentuales para arriba y para abajo. Y que por ello se corregía la meta hacia arriba, al 15%. La meta de inflación de 2019 será del 10% y la de 2020, del 5%.
El gobierno nacional falló en 2016, cuando pronosticó una inflación del 25% y ésta fue del 41%. También este año, con una que ubicó en un rango de entre el 12 y el 17% y será, según estimaciones privadas, del 24%.
En segundo lugar, y no menos importante, la cumbre de funcionarios ratificó algo que ya se veía venir: la baja de las tasas de interés. El esquema lo explicó Sturzenegger: las actuales tasas de las Lebacs están previstas para empujar a la economía hacia un nivel de inflación del 10% en 2018. Si esa meta sube, las tasas pueden bajar, es decir, relajarse.
Pero se trata de una operación muy delicada. Toda la arquitectura financiera del gobierno se ha sostenido en presentar elevados retornos en pesos y en garantizar el pago de la creciente deuda en moneda extranjera. Para lograr lo primero, necesita tasas de interés reales positivas, por encima de la inflación, cosa que satisfizo largamente el Banco Central en estos dos años con las supertasas de las Lebacs.
Para lograr lo segundo, con déficit de cuenta comercial y turística más la salida constante de divisas por el pago de regalías y utilidades, sólo queda reciclar en forma permanente la deuda en dólares (tomando nueva deuda para pagar la que vence) o comprarle los dólares al BCRA.
Al bajar la tasa podría acentuar la pérdida de interés de los inversores especulativos, por lejos la fuente de ingreso de capitales del exterior más importante de estos dos años, en mantenerse en inversiones en pesos.
Algo de esto se vio esta semana con la suba del dólar, que continuó este jueves 28: los mercados abrieron mientras se realizaba la conferencia de prensa y el valor del dólar perforó los $19 antes de que ésta concluyera.
El nivel de la tasa de interés también impactará en la financiación que el gobierno buscará en 2018, que el ministro Caputo calculó en 30 mil millones de dólares (unos 570 mil millones de pesos). El titular de Finanzas aseguró que su cartera se volcará al mercado de capitales interno para buscar la mayoría de ese dinero, pero con tasas en baja existe la posibilidad de que esos inversores busquen otras alternativas más jugosas antes que prestarle al Estado.
Los cuatro funcionarios no quisieron dar prensa acerca de cómo será esa reducción de tasas. Sturzenegger dijo que el BCRA evaluará la forma apropiada de llevar adelante esa reducción.
El financiamiento del Estado está vinculado a otro aspecto señalado en la conferencia: el BCRA reducirá las transferencias de dinero al gobierno, aunque las mantendrá para 2018 en el 1,1% del PIB. Las reducciones se sentirían en 2019.
En tercer lugar, llamó la atención que el gobierno resolviera el cambio de pauta inflacionaria al día siguiente de votar el Presupuesto de 2018, que si bien planteaba una inflación promedio del 15,7% para el año próximo, establecía la meta del 10% (más-menos dos puntos). No sólo cambia este número del Presupuesto. También lo harán los recursos tributarios y los gastos, además del pago de intereses de deuda que se actualiza por inflación, etc.
Por último, la conferencia de prensa fue una puesta en escena de la unidad de criterios económicos dentro del gobierno. Sin embargo, los comentarios de Sturzenegger, acerca de que el ministro Dujovne planteó un debate sobre el nivel del déficit público que no se saldó hasta recién; o de Dujovne, en el sentido de que las metas de inflación del BCRA no eran creíbles, marca que las diferencias existieron y existen.
La lectura que se hace en el mundillo financiero es que el gobierno tiró por la ventana la independencia del Banco Central para pasar a una política más pragmática. En una reunión con la prensa, a mediados de año, Sturzenegger había aceptado que su credibilidad y la del BCRA estaban en juego al plantear metas de inflación que claramente no se iban a cumplir.
En la medida en que los funcionarios no logren cuadrar el círculo de la economía argentina, los conflictos entre los funcionarios se acrecentarán.