Entre el compromiso asumido entonces y la semana pasada, los miembros de Juntos por el Cambio incluyeron a Bullrich en el pedido de audiencia. La decisión de incluir a la exponente del sector más duro del PRO y, a la vez, la más resistida por la Casa Rosada fue una fuga hacia adelante de la alianza opositora para superar las internas intestinas debido a su creciente agitación política contra el Gobierno en medio de la pandemia y también en desmedro del ala negociadora del macrismo, conducida por Rodríguez Larreta.
La contraofensiva de agarrar el guante
Este lunes, en diálogo con el canal Todo Noticias, Fernández anticipó su disposición a reunirse. «Hablé con (el jefe del Interbloque de diputados de Cambiemos) Mario Negri. Yo había tomado el compromiso para ir siguiendo el tema de cerca con ellos, me gustaría ver cómo hacemos para reunirnos, sería bueno que charlemos, porque quedé que lo llamaba para coordinar, tal vez por videoconferencia», dijo el Presidente.
Entre la negativa inicial del Ejecutivo de acceder a una reunión que incluyera a Bullrich y la mención de este lunes por la noche, estalló el escándalo de pago de sobreprecios en la compra de alimentos esenciales por parte del Ministerio de Desarrollo Social. Así como antes de asumir a la Casa Rosada, Fernández eligió como principal interlocutor opositor a Larreta, ahora apunta a capitalizar el río revuelto de Juntos por el Cambio entre los dialoguistas que responden al alcalde y a los intendentes bonaerenses y los «halcones» que representa Bullrich.
Esta vez la soga es más corta: el Presidente viene de afrontar un revés por el escándalo de los sobreprecios (que ya fueron abortados) y buscará involucrar a la oposición en el control de las compras estatales. El gesto sucede cuando la relojería del Gobierno pronostica, en privado, una cuarentena que se extenderá hasta fines de mayo y que implicará afinar la puntería en materia de transparencia, para evitar que esa falencia estructural se transforme en otro eje que reagrupe a la oposición.
Control de compras públicas y río revuelto
«¿Por qué no organizamos un grupo que siga de cerca cómo evolucionan las compras?» se preguntó en la entrevista televisiva y luego lanzó sus argumentos. «Porque lo que se desató en torno a las compras de Desarrollo Social surgió porque todo esto es público, no está oculto. Y cuanta más transparencia haya y más se comprometa la oposición para mí mayor será la tranquilidad», dijo Fernández.
En el Interbloque opositor explicaron a Tiempo que la intención original es que el Presidente reciba a los representantes del PRO, la UCR y la Coalición Cívica, y no a los representantes de todos los bloques legislativos. A ese interés se sumó la decisión de incluir a Bullrich, luego de las críticas que recibió por parte de la fundadora de la Coalición Cívica, Elisa Carrió, que acusó a la exministra de Seguridad de desconocer el liderazgo de Larreta y tratar de capitalizar la crisis con medidas que no le consultó a sus socios.
Durante la misma entrevista, Fernández dijo que cree que «hay dos oposiciones», una responsable (en referencia a Larreta y los jefes comunales) y otra que «tira piedras», para referirse a Bullrich y a su agitación en las redes sociales para desgastar al Gobierno. En la Casa Rosada están convencidos de que el ex jefe de Gabinete, Marcos Peña, todavía conduce la estructura de trolls que le adjudican al equipo de comunicación que estuvo bajo sus órdenes en el Ejecutivo y también en la sede que tiene el PRO en el 400 de la calle Balcarce.
Apenas Fernández ratificó sus sospechas, sin mencionar a Peña, desde la jefatura amarilla aseguran que el exministro no tiene nada que ver y que Bullrich no cuenta con fondos para desarrollar semejante despliegue. Las argumentaciones no se condicen con el malestar que mascullan los socios radicales y lilitos que, hasta la semana pasada, no sólo cuestionaban a Bullrich por «cortarse sola», sino porque nunca había entregado el control de las cuentas virtuales de Juntos por el Cambio.
El gesto de austeridad que no fue
Pero la necesidad tiene cara de hereje, dicen en el Frente de Todos, especialmente después del novelón que protagonizó el presidente de la Cámara de Diputados, Sergio Massa, y los caciques opositores, para dar una muestra de austeridad a la población en medio de la pandemia. La primera en insistir con autocortarse las dietas fue Bullrich. Su insistencia no tuvo apoyo y derivó en duros cruces con sus socios cuando la acusaron de confirmar medidas inconsultas. Massa intentó redoblar la apuesta y diseñó un recorte del 40%, que finalmente naufragó este martes, porque los jefes parlamentarios opositores decidieron quitarle la posibilidad de capitalizar ese gesto y lo harán por sus propios méritos.
En medio de la puja quedó en el olvido la idea original que habían impulsado en el interbloque opositor, pero sin Bullrich: impulsar un recorte del 30% en los salarios de diputados, senadores, jueces, fiscales y cargos jerárquicos del Poder Ejecutivo para conformar un fondo de emergencia que pagará parte de las masas salariales de las empresas en crisis. La lucha de carteles dejó esa instancia en el tintero, Massa no pudo cumplir con su cometido y representantes opositores como Negri, pasaron de pedir un recorte de sueldos a negarse a hacerlo como pretende el oficialismo. La ofrenda de austeridad que harán los diputados opositores tiene un valor más simbólico que concreto en las cuentas públicas.
Si la audiencia virtual se concreta, el tema también podría ser parte del encuentro, aunque el menú asoma más ambicioso: desde el control de compras estatales hasta el pedido de apoyo para el proyecto que prepara el titular del bloque de diputados del Frente de Todos, Máximo Kirchner, para cobrar un impuesto excepcional a las grandes fortunas nacionales que permita constituir el fondo de emergencia que tenga más eficacia que simbolismo. Ese punto volverá a poner a prueba la cohesión de la alianza opositora, con Bullrich, o sin ella.