A Alfonso Prat-Gay lo obsesiona la limpieza. Al menos, eso se infiere en sus declaraciones. En enero ya había lanzado una frase para la posteridad: «No vamos a dejar la grasa militante». Fue su manera de justificar despidos en el Estado.
El viernes, al inaugurar el foro «Oportunidades de Negocios en Argentina», organizado por el Consejo de las Américas, el ex JP Morgan descargó desde Nueva York al referirse a los primeros meses de Macri en la Rosada: «El trabajo sucio está mayormente hecho».
No fue lo único que dijo.
También reconoció que la inflación pasó del 30 al 42% y definió:
– Fuimos muy claros y transparentes sobre la dura limpieza que tuvimos que hacer en los primeros meses.
– Se tomaron decisiones que llevaron a porciones de la población a sobrellevar efectos secundarios de las iniciativas que tomamos, pero la sensación que tenemos es que la esperanza sigue ahí.
Horas antes de su exposición neoyorquina, en Martínez, Conurbano Bonaerense, una porción de esa población que sobrelleva los efectos secundarios de la política macrista sintió en el lomo no sólo la crudeza de las palabras de Prat-Gay. Los palos de policías bonaerenses y gendarmes tuvieron efectos directos contra los obreros de la empresa recuperada RB.
No es la primera vez.
En poco más de seis meses de gobierno de Macri, se intentó disciplinar a balazos de goma a trabajadores que reclamaron por derechos o en defensa de puestos laborales. Sucedió con Cresta Roja y con municipales en La Plata. Pasó en Rosario en el acto del 20 de junio.
Ahora, les tocó a los trabajadores de RB y a quienes protestaron por solidaridad y contra esa violencia institucional frente a la comisaría (ver página 14).
Los dichos de Prat-Gay y los palos de la Bonaerense expresan algo idéntico: un modelo regresivo, excluyente, que no cierra sin coerción. No hay escala humana ni en palabras de uno ni en los palos de los otros. Importa el objetivo, el resultado, que cierren los números, el trabajo sucio.
Detrás del desalojo de RB se esconde un emprendimiento inmobiliario. Millonario.
Detrás de los eufemismos de Prat-Gay para seducir inversiones, lo mismo: oportunidades de negocios. De unos pocos.
Para las mayorías populares redunda el ajuste, los tarifazos; en la imposición de sus cambios de hábitos en el consumo por pura necesidad, o cómo sobrellevar efectos secundarios de las iniciativas que tomamos, a decir del ministro. Lo de siempre.