“Hay que romper el aislamiento, porque el terror se basa en la incomunicación”, bramó desde el escenario del microestadio de Ferro Nacho Levy, referente nacional de La Poderosa, poniendo de pie a todo el auditorio. La alusión a la frase que Rodolfo Walsh usara para firmar los cables de la Agencia Clandestina de Noticias (ANCLA) -creada durante la última dictadura militar- cerró su intervención en el espacio que el primer Foro Mundial del Pensamiento Crítico de CLACSO cedió para hablar sobre el “Derecho a la Información, Medios y Comunicación”.
Estratégicamente incorporado en la agenda entre las participaciones de Dilma Rousseff y Cristina Fernández de Kirchner, el panel también contó con la participación de Felipe Silva, integrante de Midia Ninja, una iniciativa brasileña de periodismo que nuclea a miles de comunicadores populares que se organizan para enfrentar la concentración de las corporaciones mediáticas. Silva también elevó la temperatura del ya caluroso predio de Caballito reconociéndose parte de la generación de la década ganada de América Latina y pidiendo un último grito por la militante popular asesinada en Río de Janeiro a principio de año: “Marielle Presente”.
“Gracias por no irse de la Ciudad de Buenos Aires”, arrancó Levy su intervención en diálogo con los miles de argentinos que acompañaron el Foro de CLACSO como si se tratara de una contracumbre frente al G20 y al gobierno nacional. Aludía al pedido de la ministra de Seguridad, Patricia Bullrich, de que aquellos que pudieran dejar la Capital Federal durante la reunión de mandatarios de las principales potencias del mundo, así lo hicieran. “No tenga miedo que acá están los maestros que nos cuidan todo el año”, completó levantando el primer aplauso que se centró en la figura de Roberto Baradel, dirigente de SUTEBA estigmatizado por Cambiemos y desde las principales corporaciones informativas.
Levy habló de “ellos” y “nosotros”. Los primeros son los que viven vallados, rodeados de uniformados, en su “jaula de ricos”. Los segundos los que “discutimos estrategias de supervivencia”. Luego volvió a la analogía con el período de dictaduras. “Tenemos que romper el pacto de silencio de los militares”, explicó. Y dijo: “Pero también el de los periodistas y la academia. Venimos a invitarlos a que vengan a los barrios. Porque allí están los libros más difíciles de conseguir. Porque son los que no se pudieron escribir porque nadie quiere publicar”.
Finalmente retomó el hilo político dirigido al público local e hizo un llamado a la unidad en clave electoral: “Todos tenemos diferencias, pero no podemos discutirlas en la TV, con sus presentadores y sus estudios. Esa es la trampa que nos quieren proponer”. En el auditorio que aplaudía, entre las remeras rojas de la organización se mezclaban las también coloradas de La Garganta. Allí también estaba Santiago Pandolfi, el periodista de la revista que apareció en aquellas pantallas tras la votación del Presupuesto en Diputados. Entonces las cámaras lo mostraban en el suelo, a más de diez cuadras del Congreso, forzado violentamente a ponerse boca abajo por la Policía que le plantaba una barreta, en una demostración de lo que Levy, también detenido ese día, denunciaba desde el escenario.