Ha transcurrido un año de la detención de Milagro Sala. El presidente Mauricio Macri y el gobernador de Jujuy, Gerardo Morales, comparten algo más que la aprobación de esa medida. Detrás del caso, ambos comparten también un objetivo superior: debilitar cualquier organización política y partidaria que complique la aplicación de las políticas neoliberales. Un objetivo que apunta a la Tupac Amaru en particular, pero también al peronismo.
Los hechos y actitudes de ambos dirigentes dan fe de esta premisa. Pero también existen las confesiones que la confirman. Uno de los que se sorprendió por este objetivo fue el mismísimo secretario general de la Organización de los Estados Americanos (OEA), Luis Almagro. El uruguayo, quien fuera canciller del entonces presidente José «Pepe» Mujica, lo escuchó del propio Macri durante 2016 y, azorado, lo comentó ante amigos argentinos que, casualmente, son dirigentes políticos y ex funcionarios peronistas.
Almagro conversó en dos oportunidades con Macri. La primera vez fue en marzo del año pasado, pero el tema se trató de manera tangencial. Hacía apenas unos días que el Grupo de Trabajo sobre Detención Arbitraria de la ONU había dado curso a la denuncia contra el Estado argentino por la detención de Sala. Almagro anticipó sus posibles consecuencias, pero no encontró eco en Macri y tampoco en su canciller, Susana Malcorra.
Convencido de que el grupo de la ONU iba a pronunciarse a favor de la denuncia, según relataron a Tiempo amigos del uruguayo, Almagro volvió a tocar el tema con Macri y Malcorra un par de meses más tarde. En esa oportunidad fue directo y les advirtió que el conflicto no iba a tardar en llegar a la OEA, a la Comisión Interamericana de Derechos Humanos y luego a la Corte Interamericana. Sin embargo,Macri no se inmutó y respondió tajante: «Tenemos que ser duro con ella. Es la única manera de doblegarla para que no desestabilice la provincia. También para que el peronismo entienda que no dudamos en defender nuestro gobierno y por eso aplicamos sus mismas tácticas.» Almagro quedó de una pieza y si bien evitó opinar sobre la política doméstica intentó, sin éxito, que Malcorra reaccione.
En noviembre, el presidente se enojó con Almagro por la carta que publicó a favor del reclamo de libertad para la dirigente de la Tupac Amaru. Pero más allá de ese hecho, lo cierto es que el macrismo está mostrando que usa a Sala como ejemplo del usufructo del poder que detenta y, según un supuesto y falaz estilo peronista, muy arraigado entre los conservadores argentinos e incluso extranjeros, para garantizar su concepto de gobernabilidad. «