Desde que se bajó de la competencia electoral de este año, el expresidente Mauricio Macri comenzó a ejercer el anunciado rol de gran elector que amagaba construir para este año. En su entorno dicen que no se bajó de nada porque nunca se postuló formalmente, pero el suspenso que alimentó se terminó el domingo pasado. Para consolidar su nuevo papel y que su influencia no se diluya en diciembre todavía tiene el desafío de ordenar las internas del PRO en la Ciudad, en la Provincia de Buenos Aires y en la pelea nacional.
Quienes lo conocen aseguran que avanzará en ese orden y por eso ahora está concentrado en darle un desenlace urgente a la interna porteña, donde asoman cambios sustanciales para la continuidad del larretismo en el manejo del estado capitalino que el macrismo detenta desde diciembre de 2007.
Este viernes el magnate se reunió con el senador nacional Martín Lousteau, que por ahora no está dispuesto a resignar su candidatura a jefe de Gobierno porteño por el radicalismo. Con su paso al costado de la pelea presidencial Macri reforzó las chances de que su primo Jorge Macri sea el candidato del PRO para suceder a Horacio Rodríguez Larreta.
Para el alcalde porteño se trata de un escenario impensado hace dos años atrás. En plena construcción de su candidatura presidencial, ahora está atrapado en una frazada corta entre la imposición del clan Macri y el acuerdo que pactó con el radicalismo porteño para que Lousteau compita en las PASO porteñas de agosto.
Lo impensado para Rodríguez Larreta no sólo pasa por el salto que pegó el primo Jorge desde la intendencia de Vicente López al gobierno porteño, sino por una posibilidad muy inquietante. Si vuelve un Macri a la conducción capitalina toda la estructura del larretismo que se desarrolló en los últimos siete años dentro de la burocracia porteña quedaría sin liderazgo a partir de diciembre y a merced de la firma del extitular del PRO bonaerense.
La dimensión del giro tomó otro volumen esta semana cuando se viralizó un video que parece de la prehistoria pero data de hace tres años. Se puede ver y escuchar a Jorge Macri cómo defenestraba el plan de cambio de domicilio electoral que impulsó Rodríguez Larreta para la exgobernadora bonaerense María Eugenia Vidal y para el ex vicefe de gobierno porteño Diego Santilli. Este año Macri hizo lo mismo que le criticaba al larretismo.
Con el respaldo de su primo expresidente ahora buscó condicionar al alcalde e hizo correr la versión que más lo incomoda. Cerca del exintendente deslizaron que la pulseada ya está resuelta y que el cambio de domicilio lo conducirá a la jefatura porteña. Dos días después Larreta tomó el guante a medias y aseguró que habrá «un sólo candidato» del PRO. La señal alimenta las chances del primo Jorge y marca la caída programada de las candidaturas de los ministros de Educación, Soledad Acuña y de Salud, Fernán Quirós.
El video que surcó las redes sobre el exintendente y actual ministro de Gobierno porteño no sólo recuerda que hace muy poco peleaba en la Provincia. También libera un susurro que se escucha en el gobierno capitalino. A Macri no le alcanzarían los tiempos suficientes para cumplir con los requisitos legales para ser alcalde. La legislación establece que debe «ser nativo de la Ciudad o poseer una residencia habitual y permanente no inferior a los cinco años anteriores a la fecha de elección».
Cerca del ministro aseguran que «eso está resuelto», pero otras fuentes vaticinan que el cambio de domicilio de Macri será materia de controversia judicial en caso de que no haya acuerdo entre los aliados desconfiados que tironean la interna porteña de JxC y del PRO.
Los cálculos que se multiplican dentro del gobierno porteño revelan que se estarían abriendo los mares del larretismo para rendirse ante el primo del fundador del PRO y entregarle la llave del distrito originario. La resolución de esa interna macrista es lo que más inquieta al radicalismo y a Lousteau en especial.
El tema fue parte del encuentro que tuvo con el expresidente este viernes. El senador y líder de Evolución Radical reclama reglas claras para competir por la jefatura de gobierno. Este año las PASO porteñas se realizarán el mismo día que las nacionales, es decir, el 13 de agosto.
El debate está puesto en los arrastres de las listas nacionales para los candidatos porteños. Lousteau quiere que los aspirantes a la Ciudad también vayan junto a la boleta nacional o, en su defecto, que convivan los dos sistemas de votación durante la misma jornada: que se elijan los precandidatos porteños con la Boleta Única Electrónica y que los nacionales sean votados mediante la boleta de papel tradicional.
Si se concreta la combinación, la ciudad tendría elecciones concurrentes con los dos mecanismos. Más allá de las críticas y los posibles problemas de implementación hay un punto que entusiasma a radicales y macristas, porque entraría en crisis el efecto arrastre de la ultraderecha que lidera Javier Milei a favor de los candidatos porteños y en especial del legislador Ramiro Marra, cuya lista estaría dentro del sistema electrónico y lejos de la boleta papel de Milei.
Más allá de la pulseada de los primos Macri con Rodríguez Larreta y Lousteau, a todos les resulta clave evitar que la ultraderecha amplíe su presencia en la Legislatura Porteña, aunque ya consideran que esa posibilidad se concretaría en el Congreso Nacional.
Con esas tensiones a cuestas, Larreta se mostró este sábado junto a su ministro Macri en el barrio porteño de Almagro. En el PRO porteño, signado por la incertidumbre del larretismo, fue leído como otra señal del alcalde a favor del reclamo que hace el expresidente.
Cerca del jefe capitalino sostienen que no está nada cerrado, aunque hay partes de la pulseada que también pasan por la provincia de Buenos Aires, donde todavía no empezó la negociación más caliente para «depurar» y reducir la lista de seis precandidatos que siguen recorriendo el territorio.
Ese equilibrio inestable también depende del cierre que tenga la interna porteña y que no sea cruento, como algunos pronostican en caso de que no se cumpla el reclamo del magnate para garantizar que el PRO cumpla 20 años de gestión porteña en 2028. Para ese cometido que sueñan los Macri todavía falta una eternidad. «