¿Qué es lo que están haciendo conmigo? No puedo reclamar que alguien me explique con racionalidad lo que hacen porque sé de antemano que no hay nada razonable en esto. La frase es apenas una de las preguntas que el referente político, ex líder de la agrupación Quebracho y docente universitario, Fernando Esteche, se hace en la carta pública que escribió desde el penal de Marcos Paz, donde está preso en el marco de la causa por el presunto encubrimiento del atentado a la AMIA a través del Memorándum de Entendimiento con Irán.
Soy un preso fácil, un preso necesario, dice Esteche, el único de los detenidos en esa causa luego de la liberación de Jorge Khalil, Luis DElía y Carlos Zannini en marzo pasado. Alguien tiene que ir preso, no importa mucho por qué ni tampoco importan en esta cuasi democracia regia los procedimientos, explicó.
En mi caso, me dejaron preso. El principio de igualdad ante la ley queda obscenamente pisoteado en estas discrecionales decisiones judiciales, se quejó.
En ese camino, el referente político y docente de la Facultad de Periodismo de la Universidad Nacional de La Plata (UNLP) disparó contra el Juez Claudio Bonadío, a quien le recordó que fue denunciado por encubrimiento por el fiscal Alberto Nisman, hallado muerto en su departamento tras impulsar de la causa por el memorándum.
También disparó contra las direcciones actuales de la AMIA y la DAIA, impulsores de la causa ante Bonadío y que también actúan como querellas en el juicio oral por encubrimiento del atentado terrorista de la AMIA: En ese juicio las querellas pidieron absoluciones y penas mínimas, recordó.
Ese juicio, ese encubrimiento, en el que todos vimos por TV a un juez pagándole dinero de la SIDE a un procesado para que declare lo que ellos dictaban. Esos sinvergüenzas no pasaron ni pasarán ni un solo día en una celda, agregó.
Sobre el final de su carta repetida así la titula- Esteche advierte que aunque se refiere a su situación personal, el texto refiere a un nosotros que resume en las mujeres y los hombres del pueblo. Se trata de los dolores que nos imprimen con ese revanchismo oligárquico desembozado y cuyo objetivo fundamental es desalentar a nuestro pueblo, maniatarlo, domesticarlo. Se trata de quitarle las esperanzas, denigrar a sus líderes. Se trata de someternos, dice.
Y culmina: Después de cada noche viene el amanecer, eso es de un fatalismo irreprochable. Pasó en la década infame, pasó la proscripción, pasó la dictadura, terminó el menemismo; todo tiene su límite y esta banda de evasores, blanqueadores y explotadores van a tener también su final.