El juez federal Sebastián Ramos sobreseyó a los hermanos Axel Ezequiel Abraham Salomón y Kevin Gamal Abraham Salomón, quienes pasaron 22 días presos como sospechosos de integrar una inexistente célula argentina del movimiento fundamentalista islámico Hezbollah. La denuncia fue realizada por la sección antiterrorismo de la Policía Federal, que depende del Ministerio de Seguridad, a raíz de un mail anónimo que alertaba sobre supuestas actividades relacionadas con el terrorismo internacional.
Nunca existió nada de eso. Pero durante un allanamiento a la casa de uno de los dos hermanos se encontraron algunas armas. El devenir de la investigación demostró que eran una añeja herencia familiar, que eran propiedad del padre de ambos jóvenes –quien está procesado por no haberlas registrado, casi una falta administrativa- y que si el terrorismo islámico planea atentados con ese “arsenal” la hipótesis de conflicto de beligerancia internacional debería ser descartada rápidamente.
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La detención de ambos hermanos se produjo en noviembre del año pasado y fue difundida por algunos medios de comunicación como el producto de un trabajo de inteligencia y seguridad que había permitido evitar, acaso, un nuevo ataque terrorista en la Argentina. Resultaba curioso que uno de los hermanos fuera empleado de Icana, la academia del idioma inglés vinculada con la Embajada de los Estados Unidos. Pero el juez Sebastián Ramos prefirió profundizar la investigación y, mientras tanto evacuaba las dudas, resolvió que los Abraham permanecieran presos.
Ahora, cuatro meses más tarde, escribió una larga resolución en la que repasó todo lo actuado en este lapso y concluyó que “las probanzas reunidas en el expediente y la prueba aportada luego de esa decisión (NdR: falta de mérito y excarcelación) no conducen al fortalecimiento de la sospecha inicial que motivó su convocatoria a prestar declaración indagatoria”.
El juez comprobó que Axel Ezequiel Abraham Salomón “no residía en el domicilio allanado”, en el que fueron halladas las armas, “sino que su morada se encontraba ubicada en la avenida Nazca de esta ciudad”, junto con su mujer y su hija, de dos años de edad. El otro hermano, Kevin Gamal Abraham, “sí habitaba el inmueble en el que se halló el armamento irregular”, pero “dichos elementos eran de propiedad de su familia, incluso desde antes de haber nacido el nombrado”.
Ambos, defendidos por el abogado Ismael Jalil, habían declarado exactamente eso apenas fueron detenidos. La información estaba en el expediente de boca de los propios imputados desde el primer día. Sin embargo pasaron 22 días presos y más de cuatro meses sospechados de ser terroristas internacionales. Ese salto en la línea del tiempo, esa alteración en sus existencias y, sobre todo, esos 22 días, nadie se los devolverá.