Ocho amenazas telefónicas y la aparición de un cartucho de escopeta volvieron a poner esta semana a la gobernadora María Eugenia Vidal como la destinataria de una cadena de mensajes intimidatorios. Sin embargo, aún no hay responsables ni está claro qué pasó.
Vidal se limitó a relacionar las amenazas con las decisiones que viene tomando su gestión contra las mafias. En su entorno remarcaron que se negó a reforzar su custodia personal o a cambiar su agenda y apuntaron que los mensajes telefónicos no son nuevos, que muchos no son serios, que vienen desde hace meses. El límite, dicen, fue el cartucho sin percutar en el garage de la casa que ocupó con sus tres hijos hasta el mes pasado.
No queremos generar psicosis, no era la idea del gobierno hacer públicas las amenazas, pero la aparición del cartucho fue del mismo estilo de intimidación que ocurrió cuando ingresaron a su despacho o a la residencia de (Federico) Salvai, explicaron a Tiempo desde el Ejecutivo para justificar por qué mediatizaron el tema.
El primer llamado al 911, realizado el domingo, avisaba que iban a volar la gobernación. La comunicación vino de un pabellón de buena conducta de la Unidad Penitenciaria 9 de La Plata. Un interno fue identificado por sus compañeros como el responsable del llamado y quedó a disposición de la fiscal Leila Aguilar. La hipótesis que sostiene el ministro de Justicia, Gustavo Ferrari, es que el preso actuó por pedido de alguien en relación con un mensaje desde adentro del Servicio Penitenciario. La negativa pública de Vidal a reforzar su seguridad contrastó esta semana con los cambios en la seguridad de la Casa de Gobierno. Las órdenes que recibió la guardia policial fueron claras: registrar entrada y salida de cada persona, revisar los autos incluso los oficiales e inspeccionar de manera permanente despachos y salones donde se realizan actividades. Un equipo de efectivos de la División Explosivos se sumó de manera permanente a la gobernación.
El gobierno ya había denunciado otros hechos intimidatorios en junio. El primero fue la intrusión al despacho de Vidal, donde dos policías supuestamente fueron encontrados revolviendo papeles. La investigación judicial, que ya lleva dos meses y numerosos testimonios, no arrojó ningún resultado. Todo parece ser un malentendido, sintetizaron fuentes de la fiscalía a Tiempo. El segundo episodio fue el simulacro de robo a la residencia oficial del ministro de Gobierno, Federico Salvai. En este caso sí hubo avances: el fiscal Fernando Cartasegna tiene una filmación que muestra a los sospechosos ingresando a la casa. Todavía resta identificarlos.