A una semana de la convocatoria a gremios y empresarios, uno de los anuncios clave que hizo el ministro de Economía Sergio Massa apenas asumió, poco y nada se avanzó. Apenas hubo una declaración del presidente Alberto Fernández este martes desde Lomas de Zamora. Luego, según pudo saber Tiempo, las invitaciones no se cursaron ni hacia el lado empresario ni hacia el mundo del trabajo. Por lo pronto, si el camino sigue trabado, no se descarta que el kirchnerismo presione por la aplicación de un decreto del Ejecutivo que garantice la masividad del aumento para los sectores populares.
«No hay nada», sintetizó una autoridad de la CGT. «Por acá la cosa no pasó», adujeron en la cartera laboral que conduce Claudio Moroni. Es que algunos sindicatos poderosos, recelosos de que se evalúe el otorgamiento de una suma fija que los corra de su lugar de representación sindical, salieron a expresar su disconformidad. Pero, su posición, si bien goza de la hegemonía tradicional, no es la única ni la mayoritaria dentro del fragmentado y diferenciado movimiento obrero argentino. Así lo habían expresado los secretarios generales de la CGT Héctor Daer y Carlos Acuña; Andrés Rodríguez de UPCN; Alejandro Amor de Sutecba y José Luis Lingeri de SGBATOS, quienes la semana anterior habían visitado Casa Rosada para posicionarse en contra de una suma fija entregada por el Gobierno.
Por el contrario, la CTA de Hugo Yasky y los sectores más combativos de la CGT, quieren que se renegocien las tradicionales paritarias, pero también están a favor de la implementación de la suma fija. «Además de la paritaria, en el contexto inflacionario en el que estamos hay un aumento fijo implementado desde el gobierno, ¿por qué habríamos de decir que no?», cuestionó Omar Plaini, secretario de Políticas Económicas y Sociales de la Confederación General del Trabajo. «La marcha del 17 va a ser multitudinaria. Es en defensa propia, y contra los sectores que intentan desestabilizar al gobierno con corridas cambiarias, como el núcleo sojero, la cúpula del PRO, la cámara empresaria americana», sostuvo el canillita.
Plaini planteó que los sindicatos que se agrupan en el Frente Sindical por el Modelo Nacional (Fresimona) no están en contra de la suma fija. Estos gremios gravitan en torno a la representación de camioneros, bancarios y aceiteros, tres sectores bien ubicados en la estructura productiva, lo que les brinda un estratégico poder de negociación ante cualquier medida de fuerza, pero a la vez también tienen una gran estructura y representatividad interna.
De hecho, la suma fija, que beneficiaría especialmente a la base de la pirámide salarial, el sector más castigado por los inclementes porcentajes inflacionarios mes tras mes, es promocionada desde el Senado -con el habitual mensaje que cada tanto enviaban de manera conjunta Cristina Fernández y Sergio Massa, cuando era presidente de la cámara baja-, al aplicar esa metodología de aumento a los trabajadores y trabajadoras del Congreso. Esta práctica se convirtió en una tradición dentro del Frente de Todos para marcar el porcentaje de aumento al resto de la clase trabajadora.
De hecho, esa forma de llevar adelante los aumentos sin los dirigentes de la cúpula sindical a la cabeza, también sirvió para traccionar desde el Senado –en un movimiento de pinzas con el oficialismo en Diputados– los aumentos del salario mínimo vital y móvil, garantizar moratorias previsionales para 800 mil personas que iban a quedar sin cobertura este año, y también ahora, promocionar un proyecto de ingreso básico para las personas que están debajo de la línea de indigencia, con la firma de la senadora Juliana Di Tullio.
Tiempo pudo saber que más allá del vedetismo de algunos sectores sindicales representativos de la cúpula obrera, pero que no tienen conexión con casi el 40% del trabajo no registrado, también hay resistencia al acuerdo de salarios y precios por parte del empresariado, que vio reducidos sus costos laborales gracias al más eficaz de los mecanismos de baja salarial que es la inflación. El contacto con esos sectores lo está tejiendo Massa, bajo un vigilado pedido de la vicepresidenta, de que los aumentos a los y las trabajadoras no sean trasladados a precios, y menos en esta vorágine inflacionaria.
Por lo pronto, con los únicos empresarios con los que llegó a reunirse Massa en esta maratónica semana fueron los ruralistas, productores de alimentos y de divisas, quienes fueron al encuentro con un pliego de demandas encabezado por la quita de los derechos de exportación. Nada más lejos de la necesidad del gobierno en este momento, sediento de dólares.
Es que hacia los edificios de estas sedes patronales querían marchar los sindicatos agrupados en la Corriente Nacional Sindical, sin embargo, la movilización quedó fijada desde el Obelisco hacia la Plaza de los Dos Congresos. Las consignas todavía están en discusión y, según confirmaron fuentes sindicales, terminarán de ser cinceladas en un texto conjunto que intente visibilizar los nombres de las empresas productoras y comercializadoras de alimentos, junto con los de sus dueños. «