Antes de llegar a Ezeiza para tomar el vuelo AF229 de la compañía Air France, acompañado por Juliana Awada y la pequeña Antonia, Mauricio Macri hizo llamar a las autoridades del aeropuerto para solicitar que le faciliten el abordaje, le permitan ingresar por un acceso diferencial y le concedan ser el último pasajero en subir a la nave.
Conseguida esa serie de requisitos, cuando trascendió la noticia del nuevo viaje del expresidente en plena cuarentena, ya hacía una hora que volaba rumbo a París en una primera clase que en época de pandemias no ofrece canapés y champagne como antes.
Se trata del segundo viaje del líder del PRO al exterior en plena cuarentena por el coronavirus y a tan sólo dos semanas de su visita relámpago a Paraguay, donde mantuvo un almuerzo con el ex presidente Horacio Cartés y una reunión con el actual mandatario Mario Abdo Benítez.
Desde el entorno del expresidente tenía preparadas respuestas obvias para preguntas de igual tinte. Dijeron que el viaje de Macri tiene como destino final Zurich y recordaron que como Suiza exige a los viajeros que no llegan desde Europa una cuarentena de 14 días, pasará esas dos semanas disfrutando del verano parisino, donde por ahora la nueva normalidad permite hacer vida de turista casi sin restricciones.
Recién entonces para mediados de agosto, Macri tendrá el permiso sanitario para llegar a Zurich. ¿Qué hará allí? ¿Cuánto tiempo permanecerá? Al primer interrogante sus allegados contestaron que participará de varias reuniones como titular que es de la Fundación FIFA, el empleo ideal que le consiguió su amigo Gianni Infantino, presidente del fútbol mundial. El segundo interrogante, en cambio, no tiene respuesta. Nadie sabe explicar con certeza cuántos días estará Macri en Suiza. “Cerca de una semana… o diez días”, indicaron los voceros del exmandatario. Ergo, nadie sabe cuándo volverá a la Argentina.
Así las cosas, a las 6:58 de la mañana del viernes, Macri aterrizará en el Charles De Gaulle. Mostrará, al igual que su mujer y su hijita, el certificado del hisopado negativo de Covid que le realizó su prepaga en su domicilio de la zona norte del conurbano y se hospedará en un hotel en pleno centro parisino. Aprovechará también, según trascendió, para leer varios capítulos de su biografía, que le escriben desde hace unos meses Pablo Avelluto, el ex ministro de Cultura, y Hernán Iglesias Illia, el ex subsecretario de Comunicación Estratégica en la Jefatura de Gabinete de Ministros de Marcos Peña.
Apelando a buenos contactos, Macri combinará su descanso con un intento de retomar las relaciones político-comerciales que tiene el PRO y él mismo, en el Viejo Continente. Una movida similar a la que ya hizo un par de veces en Latinoamérica, con su amigo Mario Vargas Llosa a través de la Fundación Libertad.
De mínima, Macri se mostrará muy dispuesto a brindar entrevistas que alguien le gestione para recitar un discurso estudiado que ya le sale de memoria y que no deja de ser bien recibido por sus votantes en nuestro país. Los temas de siempre: el valor de la libertad, críticas a la cuarentena, la dictadura de Maduro y la corrupción del populismo. De máxima, se reunirá y pugnará por una foto junto a algún referente político de la derecha europea.
Si todo le sale bien, entonces Macri -antes de reencontrarse con su gran amigo Infantino- volverá a ganar protagonismo alejado de los temas judiciales que le pican cada vez más cerca en los tribunales argentinos y seguirá construyendo su perfil de candidato que le garantice una banca en el Congreso en las elecciones del año que viene.