Las reuniones que Mauricio Macri encabezó con sus ministros en Chapadmalal fueron herméticas para la prensa, salvo por las cuatro conferencias que ofrecieron algunos miembros del elenco presidencial. El discurso público del gobierno buscó exhibir a un equipo unido bajo la coordinación de Macri y Marcos Peña. Sin embargo, a poco de cumplir un año, las diferencias que dividen al Gabinete no fueron ajenas a la partida, como tampoco las preocupaciones electorales del oficialismo para el año próximo. «Ya expliqué que las opiniones de (el presidente de la Cámara de Diputados Emilio) Monzó son la visión de él, pero no la comparto, estoy contento con todo el equipo, esto no se trata de entonar, se trata de una coherencia en los compromisos. Cambiemos es un espacio abierto que convocó más gente para ser gobierno y hubo continuidades como (el ministro de Ciencia y Tecnología) Lino Barañao, pero jamás voy a dejar de convocar a la gente más valiosa que existe en la sociedad», remató Macri para desautorizar el reclamo de Monzó de «invitar al poder» a distintos referentes del peronismo. Detrás de las palabras del mandatario, y bien lejos de la sala de prensa, fuentes del encuentron deslizaron que Monzó afrontó cuestionamientos internos por haber sincerado en público un dilema interno de la alianza gobernante. Para el año próximo Macri tiene la decisión de reducir la agenda legislativa, que podría ser más breve de lo que habitualmente sucede en años electorales. Con Monzó (por ahora) afuera del armado electoral de 2017, fuentes de la Casa Rosada confiaron que el peso del titular de la Cámara Baja «se irá reduciendo paulatinamente».
Operativo maquillaje
El pelotón de invitados a los bungalows que componen la residencia presidencial inaugurada por Juan Domingo Perón en 1947 superó al elenco de ministros. Entre los 35 asistentes también participaron el senador radical Ángel Rozas, que coordina el interbloque de Cambiemos en la Cámara Alta; Mario Negri, titular del bloque de la UCR en Diputados; el secretario Legal y Técnico Pablo Clusellas; el secretario de Comunicación Pública, Jorge Grecco; y los dos coordinadores del Gabinete que dependen de Peña: Gustavo Lopetegui y Mario Quintana.
Para evitar filtraciones a la prensa del contenido de las reuniones, Peña ordenó que cada ministro no viajara acompañado por sus voceros, con el fin de concentrar el manejo de la comunicación. Aun así, algunos datos sortearon la barrera oficial. Sucedió con las rispideces que hubo entre el ministro de Educación, Esteban Bullrich, y el titular de la cartera de Energía, Juan José Aranguren.Y también con las alusiones a las problemáticas políticas y electorales que deslizó la vicepresidenta Gabriela Michetti durante la segunda conferencia del viernes, cuando dijo que el gobierno iba a buscar más cercanía con sus votantes. La segunda en la sucesión presidencial contó que lo había planteado en el almuerzo, donde «sí hablamos de política», pero poco después la senadora no pudo explicar de qué se trataba el despliegue que había ideado. En esa mesa vespertina donde Michetti contestó preguntas, también estaba confirmada la presencia de la ministra de Desarrollo Social, Carolina Stanley, pero fue repentinamente suplantada por su colega Francisco Cabrera, que conduce la cartera de Producción. El cambiazo de último momento tuvo que ver con un dato que pasó inadvertido en la inauguración de la planta de alfajores Havanna que protagonizó Macri el jueves en Mar del Plata: la empresa alimenticia que lo recibió pertenece a un fondo de inversión controlado por el expresidente del Citibank y padre de la ministra, Guillermo «Willy» Stanley.
Antes de cerrar el encuentro, y cargar contra Sala en nombre de la «mayoría de los argentinos», Macri anunció que iban a compartir con la prensa los 100 objetivos definidos para el año que viene, pero poco después los voceros oficiales negaron que fueran a entregar esa información durante el final del encuentro.
En el breve diálogo con la prensa, el mandatario recordó la sorpresa que tuvo el presidente uruguayo Tabaré Vázquez cuando se reunieron en Buenos Aires. «Esto no fue magia, fue algo común, fue muy importante haber puesto en la cancha a gente valiosa y honesta con buenas intenciones. Fue muy importante haber sincerado todas esas bombas que nos dejaron», dijo el mandatario para defender el 8 de calificación que se autoimpuso en su primer año de gobierno. «Tal vez en el frenesí de la campaña, por las expectativas, creyeron que esto era mágico y que yo era mago, pero si querían magia vayan a verlo a (David) Copperfield. Creo que nos tenemos que alejar de los líderes mesiánicos y de los superministros», dijo en un mensaje que sonó dirigido a algunos ministros, pero también a Elisa Carrió, la gran ausente en la lista de 35 invitados, donde solo hubo dos miembros del radicalismo y ningún representante de la Coalición Cívica, una muestra del escaso peso que tienen los socios menores de Cambiemos en el Gabinete nacional. «