Sentado en la pequeña oficina blanca de Amnistía Internacional, habla igual que cuando está parado en un escenario frente a 150 mil personas. A su lado está su compañera, como siempre, y esa imagen representa todo lo que necesita saberse de Sergio Maldonado.
Nunca pronuncia discursos.
Nunca está solo.
Conversa mirando a los ojos con esa mirada tristísima que lo dice todo.
Responde dejando espacio para que su compañera de la vida, Andrea Antico, complete lo que necesita ser expresado.
Reparten así el peso de ser la voz de una familia y una causa, exponiéndose sin armadura al interrogatorio de los medios.
Difícil no ser uno más que les exige definiciones en este día en el que están poniendo el cuerpo en una batalla que multiplica sus frentes desquiciada y cruelmente. Y en cada uno, una trompada.
Las últimas son esa tapa de Clarín con una nueva operación de prensa que intenta dar por cerrada la investigación judicial; los pedidos de la fiscal que pretende desviar esa investigación hacia los organismos de derechos humanos; los informes de peritos que detallan con nombres extraños cómo diseccionaron a su hermano; y las llamadas a la morgue para tramitar la entrega de ese cuerpo que, como reconocieron el 20 de octubre, es Santiago.
Su mamá pidió estar una hora a solas con él para despedirlo.
Y todo eso, junto pero no mezclado, está ahora mismo en la mirada y en los hombros de Sergio.
Mientras, Andrea lo agarra de la mano.
-¿Por qué el Gobierno los ataca?
-Sergio: No están acostumbrados a que nadie los enfrente. No están acostumbrados a una respuesta. A que le digan no. No aceptan que nadie les cuestione nada y creen que pueden hacer lo que quieren porque tienen la mayoría.
-Andrea: También tiene que ver con el acompañamiento de la gente. Si nadie hubiera salido a la calle, todo habría quedado ahí.
-Sergio: No fue sólo salir a enfrentar a Macri, sino el hecho de enfrentar a un sistema, una manera de funcionar. Y que uno empiece a reclamar y hacer valer sus derechos. Eso también tiene que ver con un conjunto: lo hacemos nosotros, los organismos, la gente en general y una parte del periodismo, porque no es todo malo.
-Andrea: Y me parece que la gente que mira otros medios fue también la que salió a reclamar con nosotros. No creo que haya un sector que sólo salió porque no le quiso hacer el juego al Gobierno, sino que hay gente que salió porque no quiere que los lleven adelante porque sí.
-Con esos ataques ¿qué apuntan a destruir?
-Andrea: La moral. Saben dónde pegar.
-Sergio: Te adoctrino, te agarro y te humillo. Es eso. Un ejemplo: nos mandan fotos de Santiago rodeado de monos o fotos de huesitos diciendo que los mapuche se lo comieron. Mi cabeza y yo podemos evitar que nos enloquezcan porque tenemos claro qué queremos. Y por eso van redoblando la apuesta. Es como si todos los días se preguntaran ¿qué le hago a este?. Si tuviéramos hijos lo más probable es que los atacaran en la escuela. Como no tenemos, nos atacan a nosotros. No soy infiel, no tengo deudas, pago la AFIP, pago Ganancias, no tengo deudas ¿qué puede ser? Buscan tu punto débil.
-¿Cuál fue su punto fuerte?
-Sergio: La diferencia quizá es que nosotros tenemos una situación laboral que nos permitió ocuparnos de esto, más allá de que yo tendría ahora que tener toda la producción para trabajar en la temporada, y no la tengo. Independientemente de eso, la piloteamos. Pero alguien que tiene otro tipo de laburo, ¿cómo hacés? ¿Te pedís 15 días de vacaciones? ¿Licencia? No tenés resto. Nuestra insistencia, nuestro perseverar y todo el apoyo que recibimos hizo, por lo menos, aparecer el cuerpo.
Leé la entrevista completa en el nuevo número de Mu, la revista de la cooperativa lavaca.