A doce días de la jura de Javier Milei como presidente, el todavía gobernador Juan Schiaretti afina su estrategia para contar con más de un alfil en el nuevo gobierno del libertario, que obtuvo más del 75% de los votos en Córdoba, al tiempo que mantiene una prudente y estratégica distancia para evitar que la salpicadura llegue hasta su provincia.
Después del desembarco de su ministro de Finanzas, Osvaldo Giordano, como director de la Administración Nacional de Seguridad Social (ANSES) y el de su secretario de Transporte, Franco Moguetta, como titular de un superministerio de Infraestructura, otro cordobés será confirmado en los próximos días como funcionario del futuro oficialismo.
Se trata del presidente del Banco de Córdoba, Daniel Tillard, quien asumirá el mismo rol en el Banco Nación a partir de la jura del nuevo presidente. El economista, que forma parte del gobierno schiarettista desde 2015, mantiene una vieja amistad con el futuro ministro del Interior, Guillermo Francos, que se remonta a la década menemista y fue gracias a este vínculo que Javier Milei lo eligió para comandar el organismo.
Banquero experimentado, Tillard forma parte del círculo rojo económico desde hace más de tres décadas y está vinculado a las experiencias más traumáticas del país. A mediados de 2002 fue designado por su otro amigo, Domingo Felipe Cavallo, como subsecretario de Normalización Patrimonial, el organismo conformado para coordinar la liquidación de los entes privatizados en la gestión de Carlos Menem. Además, fue liquidador del Instituto de Servicios Sociales Bancarios.
Más tarde, con la designación de Francos como titular del Banco Provincia, el cordobés y hermano de uno de los titulares del diario La Voz del Interior, aterrizó en Buenos Aires para ejercer como uno de los ocho directivos de la entidad durante la primera gestión bonaerense de Daniel Scioli. A estas experiencias, le siguen la presidencia de Provincia Bursátil, director de la reconocida flota de cajeros automáticos Red Link y director suplente de SEDESA Seguros de Depósito.
Su relación con el manejo económico nacional se extiende, también, a su familia. Su hijo, Ignacio Tillard, es uno de los socios de la financiera Max Capital, la sociedad acusada de provocar una corrida el pasado abril haciendo circular entre sus clientes la información de una eventual devaluación del 50% y posterior salto del dólar en aquel mes. Ese mensaje bastó para hacer tambalear al oficialismo y, en particular, al ministro de Economía Sergio Massa quien en su momento denunció penalmente a la empresa.
La precaria estructura de cuadros técnicos de Javier Milei le entregó a Schiaretti la garantía de hacer valer los siete puntos que se llevó el 22 de octubre. El titular del cordobesisimo capitalizó su tácito desembarco en el gobierno nacional para enviar un mensaje al justicialismo y se puso al frente de una reconstrucción en la que no permitirá filtraciones del ala k del partido. Para garantizar la supervivencia del movimiento, el cordobés cree necesario garantizar gobernabilidad y acompañamiento en el congreso para el nuevo presidente.
El palacio legislativo será la principal plataforma de Hacemos por nuestro País para convalidar su poder y construir alianzas para el futuro del peronismo federal que augura el cordobés. El interbloque de siete diputados, que será presidido por el llaryorista Ignacio García Aresca, buscará expandirse y sumar a espacios provinciales e independientes. Lo mismo ocurrirá en el Senado, donde Milei tiene aún menos poder, con Alejandra Viggo a la cabeza, quien esta tarde se reunió con la vicepresidenta electa Victoria Villarruel para ponerse a disposición para acordar una agenda legislativa coordinada. La esposa del gobernador no descarta, además, de poder ser electa como presidenta previsional de la cámara alta, tercer lugar en la línea de sucesión del gobierno.
La otra gran apuesta es el ex candidato a vicepresidente, Florencio Randazzo, quien fue solicitado por el propio Milei para presidir Diputados y por estas horas se encuentra inmerso en una disputa caliente contra el macrista Cristian Ritondo, que promete descartar el apoyo de 130 escaños en caso de no ser designado como titular.
Lejos del Congreso, Schiaretti convalida a su heredero natural para tomar las riendas del justicialismo nacional. Desde el círculo del todavía gobernador entienden a Martín Llaryora y Axel Kicillof como los únicos habilitados para comandar al partido. En este sentido, en Córdoba se animan a diagramar un esquema de reedición de la competencia interna en un “frente de frentes” que Schiaretti propuso a inicios de año para el 2027. “Vayamos todos a una gran PASO”, dijo a Tiempo un colaborador cercano al mandatario saliente.
Hasta tanto, Schiaretti y Llaryora dedicaran su tiempo a coordinar su propia transición que, como a nivel nacional, culminará el próximo 10 de diciembre con la entrega del mando de uno de los padres del cordobesismo al joven por el que apostó a mediados del 2008, a pesar de la desconfianza que el propio Juan Manuel de la Sota tenía sobre él. Con el viejo líder fuera de la cancha, restará esperar para saber si el alumno podrá superar al maestro.