El gobernador cordobés, Juan Schiaretti, afinaba este sábado los números y datos con los que concurrirá al primer debate presidencial obligatorio de Santiago del Estero. El candidato presidencial de Hacemos por Nuestro País sigue apostando al discurso antigrieta y así lo repetirá en esta ocasión, porque en su entorno consideran que su fortaleza es mostrarse como la opción al fracaso de Juntos por el Cambio y el Frente de Todos en sus respectivas gestiones. La diferencia es que en esta oportunidad hay otra fuerza política que vino a ocupar el lugar de «alternativa», por lo que parte de su estrategia será a la vez intentar herir al representante de ese tercio, el más votado en las PASO, Javier Milei.
El mandatario cordobés no quiso ser entrenado para esta confrontación. Confía en sus tres gestiones consecutivas al frente de la provincia que representa el segundo distrito electoral del país, y en su imagen de político experimentado, previsible, en contraposición con el abismo que presupone una presidencia a cargo de Milei. Su frase «Queremos un país normal» interpela a un votante que comparte ese deseo, pero en las PASO constituyó una minoría que, si bien le permitió disputar las generales del 22 de octubre, lo ubicó en un lejano cuarto lugar con apenas el 3,7% de los votos. Referente del peronismo no kirchnerista, tendrá la difícil tarea de diferenciarse del candidato del oficialismo, quien alguna vez buscó como él cerrar la grieta y terminó estratégicamene asociado con Cristina Fernández. «