A 30 años de la salida de Oktubre (1986), acaso el disco más emblemático de Patricio Rey y sus Redonditos de Ricota, Ricardo Cohen -más conocido como Rocambole- decidió sacar a la luz las ilustraciones que quedaron encarpetadas y darle rienda suelta a nuevas con la publicación del libro «De regreso a Oktubre. Lo que quedó en el tintero». Editado en conjunto con Trope Comunicación a través de una financiación colectiva, el artista plástico le puso figuras a canciones como Preso en mi ciudad, Motor psico y Jijiji. Pero también entregó extras, como Todo preso es político, el cuarto tema de Un baión para el ojo idiota (1987). Y ahí aparece Milagro Sala, la dirigente social detenida ilegalmente en la provincia de Jujuy que gobierna Gerardo Morales. En esta charla con Tiempo, Rocambole explica por qué eligió su figura y analiza el actual contexto político.

-¿Por qué ilustraste «Todo preso es político» con Milagro Sala?

-Encontré una foto muy antigua de cuando Milagro era jovencita y la redibujé un poco. Le puse el sombrero de Túpac Amaru. Básicamente, se actualizó la canción, muy sencillo. Es muy evidente. Casi que no hay metáfora. Cada vez que uno hace una cosa, modifica o interviene el contexto. Todo acto artístico es político.

-¿Habías utilizado una figura de la política argentina? Porque en el libro sí aparecen Lenin y Mao.

-A veces, a lo mejor inconscientemente, las imágenes pueden llegar a ser evocativas. Por ejemplo, en este último libro, hago una imagen de Mao, pero misteriosamente parece que me salió muy parecido a Perón. Muchos me lo dijeron. Quizá sea el inconsciente del receptor o del emisor del mensaje. Y ahora que lo miro, puede que sea Perón.

-¿Cómo evaluás la situación particular de Sala?

-Muy complicada. No soy un analista político, e incluso políticamente soy bastante predecible, ya que no tengo elementos de investigación o sabiduría política, lecturas. Las cosas que siento son a nivel sensible, más artístico que otra cosa. Desde lo que sé, y uno no puede decir que sabe nada porque hemos aprendido en los últimos tiempos que los medios no son la representación de la verdad absoluta, intuyo que se ha cometido un terrible acto de tiranía, de país totalitario, una cosa que sólo la recordamos de épocas siniestras, de gobiernos militares. Una detención arbitraria hecha por una especie de señor feudal que no le gustó que le tiraran unos huevos, y que dijo que a esta mina la voy a castigar, a disciplinar, e incluso voy a disciplinar a otros para que no se atrevan con las clases dominantes que tenemos en el Norte. ¿Cómo se sale de esto? No sé. Están metidos en un problema. El señor feudal no quiere dar el brazo a torcer porque si no tiene que renunciar. Y la gente paupérrima pierde la dignidad negociando entre esa obediencia que tenían, esa pasividad, esa mansedumbre india, y los nuevos pensamientos de tener que afrontar las cosas para tomarlas cuando no se las dan.

-¿Sentís que hay puntos de contacto entre aquellos tiempos que viviste de joven y los actuales?

-Las cosas no se repiten históricamente absolutamente iguales. La historia gira alrededor de ciclos, de oleadas, de situaciones. Muchas veces me han dicho con respecto a las cosas que hice en relación de Los Redondos, cómo puede salir hoy una banda que sea así. Y digo que el contexto es diferente, que tendrían que darse las mismas circunstancias y nunca es así. Entonces tienen que suceder situaciones nuevas. Me acuerdo que después de 2001, la sensación de desasosiego y angustia era impresionante; uno no podía poner las fichas en nada, y después aparece un gobernador ignoto como Néstor Kirchner, a quien no conocía, que gana las elecciones y al poco tiempo estábamos en marcha. Entonces es difícil un pronóstico. No creo que estemos en la misma situación. Hay que pensar en una cierta madurez de la gente. No creo que vaya a haber una fuerte violencia como en ese momento de desesperación. Pero sí creo que las fuerzas políticas deben organizarse y afrontar situaciones que parecen que conducen a un agujero negro.