“Es el abrazo de la esperanza”, dice Gladys, de 61 años, mientras mira por la pantalla a Pepe Mujica, Lula, Cristina y Alberto abrazados para la foto. Llegó desde Giles, provincia de Buenos Aires, para acompañar a la vicepresidenta. Trabaja en la calle, vende pan y roscas caseras que amasa una de sus siete hijas cada mañana. Está sentada a un costado de la calle sobre Diagonal Sur y Florida, detrás de ella se esparce humo blanco y celeste.
En la previa, la cumbia le pone ritmo a una fiesta popular. Suena “Qué calor”, la canción Pibes Chorros, y las manos se elevan de manera casi automática. Se balancean de un lado a otro siguiendo la música. Después se escucha el himno argentino remixado y las banderas del orgullo flamean con alegría. Malina Pelinco está envuelta en una bandera rosa, celeste y blanca. «Hoy es nuestro gran día, de todo el pueblo: villero, argentino, migrante, diverso. Hoy festejamos la democracia. Es grande para nosotros estar acá, al lado de Cristina, de Alberto, de Lula”, dice. Tiene 45 años y es la referenta de Casa Diversidad Trans-Villera de la Villa 31. “El gobierno está conquistando derechos poco a poco y eso queremos nosotres. Un país con igualdad, diversidad y cultura”, agrega.
Al lado suyo está Ezequiel Rabines, responsable del Frente de Diversidades y Disidencias de La Cámpora. Él también ve en la presencia de Lula y Mujica una esperanza: “Es una fecha muy importante que hay que celebrarla, ponerle el cuerpo, tener memoria del proceso democrático. Tenemos que volver a soñar con una Patria Grande liberada. Nunca hay que perder la esperanza, siempre hay que ser optimista en que podemos volver a recuperar la región y vivir más libres y soberanos».
Pepe Mujica toma el micrófono y se escucha “ole, ole, ole, ole. Pepe, Pepe”. Desde el escenario, el expresidente uruguayo advierte: “recuerden la fecha y cuiden lo que tienen. La democracia no es perfecta, pero hay que cuidarla”. Los aplausos se replican en los alrededores de Plaza de Mayo. Llega Lula y vuelve el canto de bienvenida: “ole, ole, ole, ole. Lula, Lula”. El líder brasileño agradece el apoyo del pueblo argentino y de Alberto Fernández mientras estuvo preso y los aplausos rebotan aún más fuertes.
En un costado, sobre Avenida de Mayo, está Alicia. Tiene 72 años y es de Capital. “Vengo para defender la democracia, para apoyar a este gobierno y para que no vuelva lo que ya tuvimos que fue un verdadero desastre. No digamos que es perfecto, le falta algo, calle. No sé, pero es mejor que lo que representa el macrismo. Comete errores, pero es lo más cercano al pueblo. Debería ser más contundente con los formadores de precios”, dice.
Beatriz Torres está en la columna de Nuevo Encuentro. Tiene 31 años, es jefa de hogar, tiene tres hijos y es trabajadora de casas particulares. Celebra que hace una semana salió sorteada para el programa “Mi pieza”. “Vine a hacerle el aguante a Cristina. Es una genia. Estoy re contenta. Tengo que bancar todo y si no hubiera sido por los proyectos de Alberto y Cristina no estaría orgullosa de decir que voy a tener más amplio el hogar”, comenta, mientras sigue caminando con su columna.
Entre banderas enrolladas y vendedores ambulantes, Fernando mira con atención la pantalla. “En este día tenemos que pensar en que nos encontramos”, dice mientras toma cerveza. Así se vive, como un encuentro; como la celebración de volver a habitar la calle, de los cuerpos que se encuentran, festejan y resisten.