Una noche de otoño, ocho de militantes, en su mayoría de la Juventud Peronista (JP), fueron arrebatados de sus casas por un comando de la Triple A, llevados a un baldío de Temperley, fusilados y sus cuerpos inertes dinamitados. El hecho, que ocurrió en marzo de 1975, pasó a la historia como “La Masacre de Pasco” y hasta la fecha el hecho sigue impune.
Este sábado organizaciones sociales, políticas y de derechos humanos participaron de la restauración del monumento en homenaje a los militantes asesinados, que el jueves había sido vandalizado con pintadas. Participaron familiares de las víctimas del terrorismo de Estado, vecinos y funcionarios bonaerenses y locales.
“En las primeras horas del jueves hemos sufrido un hecho vandálico, nos escribieron en las paredes del monumento que recuerda a los mártires de Pasco. Es un dolor inmenso que, a pocos días de cumplirse 46 años de aquel hecho trágico”, cuenta Carlos Ricardo ´Poly´ Flores, hijo de Héctor Flores, una de las víctimas. “Estoy contento por la gran convocatoria, los diferentes espacios que defienden y alzan las banderas de los Derechos Humanos que se sumaron a la recuperación como homenaje.», destacó.
«Terroristas» y «asesinos» fueron las palabras que escribieron en las paredes del monumento ubicado en la plazoleta de la avenida Eva Perón al 4600 y Pablo Podestá, en San José. «Repudiamos las cobardes manos que vandalizaron el monumento en homenaje a los militantes populares de La Masacre de Pasco, a pocos días de cumplirse el 46° aniversario. Estos actos atentan contra los pilares de Memoria, Verdad y Justicia», señalaron desde Hijos Provincia de Buenos Aires a las pocas horas de la agresión.
«Nos juntamos con compañeros, compañeras, vecinos y vecinas de Lomas para recuperarlo y volver a ponerlo en valor. El compromiso y la solidaridad de nuestro pueblo es mucho más grande que cualquier minoría violenta», señaló el senador bonaerense Adrián Santarelli.
La restauración estuvo, a cargo de la pintora y muralista Victoria Guggiari: “A través de la mirada artística, buscamos aportar a la memoria colectiva y reflexionar a través de la vinculación entre el arte y los derechos humanos” dijo a Tiempo y contó además que siempre trabaja con propuestas en el que se busca homenajear a detenidos-desaparecidos de la última dictadura cívico-militar que residieron en el distrito de Lomas de Zamora. Además de repintar el mural, se repintaron también las siluetas que representan a quienes fueron víctimas del terrorismo de Estado.
Victoria también plasmó su visión en las paredes del Espacio de la Memoria Ex Pozo de Banfield y está a cargo de los talleres de artes plásticas en los cinco centros culturales del Municipio.
El legado y recuerdo vivo de Héctor Flores. “En el hecho del 75´ yo tenía tres años, pero a lo largo de mi vida, no he parado de recibir anécdotas de la historia de mi viejo, el reconocimiento de compañeros y compañeras hacia su persona y militancia, que siempre lo recuerdan como un ´compañero valioso, un diamante en bruto´ y eso me llena de orgullo”, menciona ‘Poly’ Flores.
“Cuando los vecinos a los barrios El Campanario y Los Pinos de Llavallol escuchaban un bocinazo salían a las calles, porque sabían que Héctor traía mercadería, colchones, o garrafas, asistencia para los vecinos, y si los micros estaban vacíos, la mujer apagaba las hornallas, cerraban la casa y se subía a los micros sin saber dónde ir, no preguntaban nada, porque sabían que donde Héctor Flores los llevaba era por una causa justa a beneficio del barrio”, recordó su hijo.
La masacre. El 21 de marzo de 1975, ocho vehículos frenaron en la calle Donato Álvarez, a metros de la Avenida Pasco, en el barrio San José de Temperley. Algunos autos llevaban balizas sobre el techo, al igual que los utilizados por la policía.
Un grupo de hombres armado y con capuchas negras ingresó al Bar El Recreo, gritaban preguntando por Héctor Lencina, presidente del bloque de la Juventud Peronista, pero el concejal no estaba allí.
Héctor Lencina, Coca y Alejandro, el hijo de ambos, vivían justo al lado del bar. Fue entonces, cundo un grupo armado ingresó violentamente a su casa y secuestró al edil y su amigo Aníbal Benítez.
A pocas cuadras de allí, buscaron a la vicepresidenta del Concejo, Irma Santa Cruz, quien no se encontraba en su domicilio, pero sí estaba Héctor Flores, su secretario, a quien se llevaron secuestrado. Esa misma noche se llevaron a Pedro Maguna, Germán Gómez, los hermanos Alfredo y Rubén Díaz y Guillermo Caferatta.
Los militantes fueron fusilados en un terreno baldío en el barrio de Mármol, ubicado en la esquina de las calles Sánchez y Santiago del Estero. Luego de matarlos, apilaron los cuerpos contra el paredón y los dinamitaron dos veces. Luego colocaron una bandera sobre los cuerpos sin vida con la inscripción “fuimos Montoneros, fuimos del ERP”.