El formato de conversación electoral más ajeno al catecismo de Cambiemos configuró la primera señal. La movilización del sábado en Belgrano apuntaló la táctica de cercanía con su núcleo duro de votantes que Mauricio Macri trazó como eje central de las cuatro próximas y decisivas semanas de campaña en las que intentará acortar la distancia con el opositor Frente de Todos y convertir en verosímil un escenario de balotaje con Alberto Fernández.
El segundo indicio llegó desde Mendoza. El amplio triunfo del radical Rodolfo Suárez es la resultante de múltiples factores, pero el diagnóstico de la Casa Rosada subraya en especial una supuesta secuencia de errores del candidato presidencial opositor. Fernández le puso el cuerpo a la campaña de Anabel Fernández Sagasti y “nacionalizó” un mensaje que, según el núcleo duro del macrismo, dejó de lado ciertos matices de la amonestación ciudadana en las PASO.
Casi como parte de una paradoja, fue el gobernador Alfredo Cornejo, mentor de la candidatura de Suárez y uno de los primeros aliados de Cambiemos en poner en tela de juicio el proyecto reeleccionista de Macri quien puso blanco sobre negro la lectura del oficialismo. “No somos buenos anfitriones de los que vienen a empalagarse con aviones privados, a nacionalizar la elección y decirnos a los mendocinos cómo debemos votar. Acá hubo un error, una tremenda estupidez que no valía la pena, de venir con todos los gobernadores a decirles a los mendocinos cómo debían votar”, subrayó al evaluar la victoria de su delfín por una diferencia mayor a los 15 puntos.
Y remató: “Queremos que el 27 de octubre los mendocinos también se expresen contra esta cultura de los que nos vienen a vender espejitos de colores y los que nos vienen a ´aparatear´ con aviones y recordarnos lo peor de los bolsos de (José) López.
Aunque el radicalismo mendocino mantuvo férrea su estrategia de hacer campaña sin Macri -un fenómeno que hoy repiten varios intendentes oficialistas en el Conurbano bonaerense-, el gobierno insiste en que el resultado de este domingo selló un nuevo clima político que permite generar expectación sobre la posibilidad de llegar con cierta competitividad a la pulseada del 27 de octubre.
Esa posición se apoya en una relectura de los resultados de las Primarias del 11 de agosto. “La sociedad votó a la oposición porque está enojada con nosotros, pero las críticas a la etapa kirchnerista y a muchos de sus modos de gestión política siguen latentes. El desarrollo de la campaña será fundamental, especialmente si cometen nuevos errores”, interpretan cerca del Presidente.
Indicadores
En la Casa Rosada también repasan con atención otro dato de los comicios mendocinos: entre las Primarias y los comicios del domingo, el Frente Cambia Mendoza sumó cerca de 95 mil votos, en su mayoría provenientes de electores que no habían participado de la primera ronda. El equipo que conduce el jefe de Gabinete, Marcos Peña, supone que un aumento de la participación -en las PASO del 11 de agosto votó el 76,4 por ciento del padrón habilitado- en las generales de octubre puede sumar voluntades para Juntos por el Cambio.
Más allá de la lectura (caprichosa) de resultados y climas sociales, el poder central avanzará en una trayectoria apuntalada por la “inyección de ánimo” que el ministro de Justicia y Derechos Humanos, Germán Garavano, utilizó en las últimas horas como metáfora de la idea de “oportunidad” que vislumbran en algunos despachos de la Casa de Gobierno. Además de sostener el proyecto de permanencia de Macri, ese voluntarismo se sostiene en la necesidad de garantizar la permanencia de todos los resortes institucionales posibles (intendencias y, especialmente, cargos legislativos) en caso de caer ante el frente peronista-kirchnerista.
También se trata de frenar -o al menos intentarlo- la ya abierta disputa por el liderazgo de Macri. Empujado por el triunfo en Mendoza, Cornejo forma parte de la lista, junto al jefe de Gobierno porteño, Horacio Rodríguez Larreta, de los dirigentes que ya imaginan una nueva formación para la coalición de gobierno. “La relación con la gente la tiene Mauricio”, confrontan en el epicentro del macrismo.
Con la energía emocional puesta en la saga de movilizaciones del “Sí, se puede”, la apuesta oficialista a mirar hacia afuera encuentra sus principales límites en los desaciertos propios antes que en los ajenos. La postal de este lunes formuló la síntesis de ese estado de cosas: Macri compartió el primer acto público de la nueva etapa junto a la gobernadora bonaerense, María Eugenia Vidal, y, casi en simultáneo, los nuevos índices oficiales confirmaron que la pobreza trepó al 35,4 por ciento en el primer semestre de 2019. «Los resultados no son los que esperábamos», justificaron los ministros de Desarrollo Social, Carolina Stanley; y de Producción, Dante Sica.