El presidente se sacrifica por el país. Él y su esposa y su hija podrían vivir una vida de lujo, viajar por Europa, olvidarse de todo, pero se quedan acá para construir un país mejor, por ideales, no por el poder ni por el dinero. Lo mismo muchos funcionarios que son millonarios y dejaron su exitosa vida como empresarios para poner el hombro. Pobrecitos. Cuánta ingratitud. Sí, fuimos demasiado optimistas, creímos que derrotar a la inflación iba a ser más fácil pero nos equivocamos. Puede fallar.
De todas maneras seguimos siendo mejores que ellos, los K. Nosotros somos decentes, con una moral superior, con ética (¿represiones?, ¿qué represiones?). Gente bien. Con ellos íbamos a ser Venezuela. Éramos un avión a punto de estrellarse. Estábamos al borde del abismo. Logramos recuperarnos pero, bueno, luego vinieron la peor sequía en décadas, la «causa de los cuadernos», la guerra comercial entre Estados Unidos y China, la crisis de Turquía, la crisis de Brasil. No es nuestra culpa, no podíamos adivinar que nos iban a pasar todos los males juntos. Y ni hablar de los últimos 70 años y la mala costumbre que tienen los argentinos de gastar más de lo que tienen y de creer que los servicios son gratis. Recibimos una pesada herencia pero no creemos en soluciones mágicas.
Sí, hay más inflación, más pobreza, más desempleo, más endeudamiento, más recesión, pero lo reconocemos, decimos la verdad: que empeoramos las condiciones de vida de los argentinos y para recuperarnos hay que tirar todos para el mismo lado y reelegir al presidente porque el cambio apenas empieza. El paraíso por todos tan deseado ya llegará, lo prometemos. Para eso necesitamos estar otros cuatro años en el gobierno. Aunque parezca trabalenguas, tenemos que decidir si queremos hacer lo fácil mal o lo difícil bien.
No deben olvidar que gracias al presidente volvimos al mundo. Nos quieren, nos respetan, nos felicitan, nos aplauden, nos reciben con los brazos abiertos, nos ayudan con el préstamo más importante otorgado por el FMI y que tendrán que pagar los nietos de nuestros nietos. Ojo, es un FMI que se deconstruyó y ya es bueno, no el organismo malo de 2001. Gracias a que el mundo confía en nosotros nos dejaron hacer las Olimpiadas de la Juventud y la Cumbre del G20. Ay, el G20. Qué nostalgia. Se nos vuelven a salir las lágrimas por la emoción. Eso sí, si no hay inversiones y sube el dólar no es porque desconfíen de nosotros, ¿eh? Para nada. Es por culpa del monstruoso populismo, tienen miedo de que regresen los K. Todo, todo, todo es culpa de ellos.
Nos angustian, nos duelen, nos dan tristeza las penurias que pasan los argentinos por la crisis económica (que nosotros provocamos), pero no son los únicos que la pasan mal, ¿eh? El presidente pasó el peor año de su vida después de su secuestro. No puede ni dormir de la preocupación, pero sabe que es sólo una etapa. No se quejen, ciudadanos, entiendan que hay que pasarla mal hoy para que el futuro sea mejor porque este es el único camino. No hay otra opción. Además, tienen que reconocer que no tendrán para comer pero hay más cloacas. Ah, caray, ¿en serio los datos oficiales confirman que hoy hay menos obras de cloacas y agua potable que con los K? No puede ser, debe haber un error, pero sigamos: no hay cadenas nacionales, tenemos buenos modales, no nos peleamos ni nos enojamos (públicamente) con la prensa, recuperamos la credibilidad del Indec y luchamos contra el narcotráfico, aunque no le hayamos puesto fin ni hayamos logrado la Pobreza Cero ni Unir a los Argentinos.
Sabemos que los argentinos no quieren regresar al pasado pero, si acaso dudan, les recordamos que los K sólo quieren volver a gobernar para tener impunidad y sacar a todos los corruptos de la cárcel y evitar los juicios contra la expresidenta. Volverán las eternas cadenas nacionales que no les dejarán ver su telenovela favorita, el cepo al dólar, el default de la deuda, los aprietes a la prensa independiente y la expropiación de medios. ¡Se suspenderán las conferencias de prensa! Van a querer poner a jueces en la Corte Suprema por decreto (nosotros lo intentamos pero no pudimos).
El mundo nos dará la espalda de nuevo porque esto va a ser peor que Venezuela. Pondrán a milicias chavistas a custodiar las calles. Se irán la gente, las inversiones y los dólares (bueno, sí, todo eso ya está pasando ahora pero que conste que no es por nosotros, de ninguna manera, sino por temor a ellos, a que vuelvan los que ya no iban a volver). Porque la expresidenta es como Stalin. Es un alacrán que no puede ir en contra de su naturaleza y siempre ataca. Su venganza será terrible (no, no es publicidad del programa de Dolina). Su libro bestseller demuestra que está llena de rencor. Si la eligen vendrá el Apocalipsis, todas las plagas del mundo caerán sobre la Argentina, será el peor de los mundos posibles, van a estar mucho peor que ahora, y miren que ya bastante mal están (gracias a nosotros). Si votan de nuevo al populismo, se van a autodestruir.
Allá ustedes.
Seguimos. «