En momentos de profunda crisis y desorientación como el actual, resulta imprescindible recuperar la figura de Néstor para que su ejemplo y enseñanzas nos ayuden a encontrar los mejores caminos para retomar la senda del desarrollo, la justicia social y la soberanía del país. Por supuesto, este recuerdo implica tener presente su valor y su coraje para enfrentar, aún en condiciones muy difíciles, a quienes históricamente concentraron la riqueza y el poder en la Argentina. Pero también su capacidad para diseñar las estrategias más adecuadas para lograr la unidad del pueblo, “salir del infierno” y colocar la política como instrumento fundamental para la construcción del bienestar de las mayorías.

La grandeza de Néstor radica en haber encontrado respuestas audaces y originales a los enormes desafíos que enfrentaba el país después de la hiperinflación, la hiperdesocupación, el enorme crecimiento de la pobreza y la profunda crisis de representación de la política tradicional. Con más desocupación que votos, agregó legitimidad popular a la legalidad institucional a partir de fijar una agenda económica, política y social que estaba lejos de lo que aparentemente la “opinión pública” esperaba en esos difíciles momentos.

Néstor no se inspiró en el resultado de las encuestas de opinión de aquel entonces. Sugiero la relectura del discurso inaugural del 25 de mayo del 2003 para ver hasta qué punto sorprendió con un programa de acción que permitió dejar atrás no sólo las consecuencias de la crisis que había dejado el neoliberalismo, sino también recuperar el reclamo de memoria, verdad y justicia que parecía sepultado en el olvido tras las nefastas leyes de obediencia debida, punto final y el indulto.

Néstor puso en el centro de su agenda la recuperación del papel de un Estado diezmado por las privatizaciones y por la enajenación de sus principales funciones al mercado. Priorizó el trabajo, el mercado interno y la re-industrialización del país. Basó el crecimiento económico en la capacidad de agregar valor a la producción a partir de la calidad del trabajo y la innovación que generan la educación, la ciencia y la tecnología. Terminó con el condicionamiento que significaba la deuda del FMI. Avanzó en la integración latinoamericana y en la puesta en práctica de una política internacional totalmente independiente. Colocó a la causa Malvinas en el centro de sus preocupaciones. Cristina continuó en el mismo camino.

Pero recuperar en estos difíciles momentos a Néstor no significa repetir lo que se hizo hace dos décadas. Seguir su ejemplo exige tener la misma capacidad de encontrar hoy respuestas originales, audaces y desafiantes para enfrentar la nueva ofensiva de la ultraderecha. No alcanza con tener una mirada nostálgica. Es necesario mirar para adelante y encontrar los caminos que nos permitan elaborar colectivamente el programa que convoque a las grandes mayorías nacionales para conformar una coalición con la suficiente amplitud y potencia que termine con esta pesadilla libertaria y nos permita encarar un nuevo período de crecimiento y justicia social. Néstor insistió una y otra vez con la necesidad de construir la transversalidad política que nos permitiera lograr la mayoría necesaria para enfrentar las profundas transformaciones que el momento requería. Nos alertó en su discurso inaugural: “La Argentina actual se deberá reconocer y refundar en la integración de tipos y grupos orgánicos con capacidad para la convocatoria transversal en el respeto por la diversidad y el cumplimiento de objetivos comunes”. La gravedad de la hora nos exige tener la misma apertura y generosidad para alcanzar la unidad.

Debemos recordar y aprender de Néstor siempre, hoy más que nunca. Debemos hacer realidad el sueño que nos propuso aquel 25 de mayo: “…una Argentina de todos y para todos… Quiero una Argentina unida, quiero una Argentina normal, quiero que seamos un país serio, pero además quiero un país más justo”. Recordar a quien no dejó las utopías fuera de la Casa Rosada es trabajar en unidad todos los días para que se cumplan sus sueños, que son los nuestros.  «