La posibilidad de un acuerdo entre los presidentes Donald Trump y Xi Jinping en el marco de la cumbre del G20 que se realiza en Buenos Aires retrocedió varios casilleros este viernes tras las provocadoras declaraciones oficiales de Estados Unidos, en el sentido de que China tenía “una actividad económica depredadora”.
El efecto de las palabras del comunicado oficial, emitido por la mañana, se sintió al poco tiempo, cuando China canceló de manera intempestiva la conferencia de prensa que iba a dar Wang Xiaolong, director general del Departamento de Asuntos Económicos Internacionales del Ministerio de Relaciones Exteriores de China, poco antes de las 15.
La vocera de Trump complica a Macri en un chinagate
Wang ha sido el segundo funcionario chino en importancia en las negociaciones que a lo largo de este año mantuvieron los llamados sherpas, de cara a los acuerdos que luego se plasmarán en el documento final que se dará a conocer este sábado.
Con el correr de las horas se hizo evidente el malestar chino cuando llegó la orden de cancelar la segunda conferencia de prensa de la tarde, esta vez a cargo de Zhang Shaogang, director general del Departamento de Asuntos Comerciales y Económicos Internacionales del ministerio chino de Comercio. Fuentes de la organización argentina del G20 informaron a Tiempo que la embajada del gigante asiático en Buenos Aires se excusó al asegurar que el evento nunca estuvo programado, pero la realidad es que sí figuraba en la agenda oficial.
Los desplantes chinos de la tarde fueron leídos como la reacción ante lo que sintieron como una agresión de Estados Unidos. Según algunas declaraciones de una fuente con conocimiento del tema, entre los funcionarios chinos existe la duda acerca de la posibilidad de que se concrete la cumbre entre Xi y Trump en la tarde del sábado, luego del cierre formal del G20.
Estas dudas pusieron en tela de juicio también la posibilidad de que se llegue a un acuerdo en la redacción del documento final. Así lo admitió el secretario de Política Económica, Miguel Braun, en la tarde del viernes: “Hay un riesgo de que no se encuentren los consensos necesarios para la redacción de un documento único”, dijo el funcionario haciendo gala del lenguaje de rodeos que hoy fue ampliamente usado por los argentinos, que no querían aparecer respaldando a ninguno de los dos contendientes.
La prudencia responde al peso presente y futuro que tienen tanto Estados Unidos como China en la economía nacional. Mientras el presidente Macri agradecía a Trump el respaldo de EEUU a Argentina en el FMI; el ministro Guillermo Dietrich destacaba las inversiones chinas en infraestructura y se esperanzaba con que se multiplicasen.
También por la tarde del viernes, el canciller argentino, Jorge Faurie, trató de esquivar el problema argentino de ubicación entre las potencias. Consultado sobre la calificación que EEUU hizo de China, aseguró: “No hemos escuchado ni usado esa descripción política en particular”.
La actitud argentina habría tenido un efecto positivo ya que trascendió que en la delegación china se “comprendía” la situación incómoda en la que quedaron las autoridades anfitrionas, a la que no se le habría adjudicado responsabilidad por lo sucedido.
Semana intensa
A lo largo de esta semana, funcionarios de EEUU y China se entrevistaron en Washington a fin de resolver los problemas más agudos de la relación comercial. Las demandas de EEUU son amplias y van desde la apertura de todos los mercados chinos a la competencia de compañías de EEUU a la libre flotación del yuan, la moneda china.
Las conversaciones de la semana no lograron avances, al punto que el embajador de China en Washington, Cui Tiankai, advirtió que EEUU sufrirá «consecuencias extremas» si los miembros de la línea dura de Estados Unidos -léase los halcones comerciales liderados por Peter Navarro- intentan separar las dos economías más grandes del mundo.