Los alimentos de origen agroecológico que producen miles de familias a lo largo y ancho del país cuentan ahora con su propia certificación de origen. Este mecanismo, denominado Sistema Participativo de Garantías (SPG), se pondrá en marcha en los próximos días, y permitirá a los productores contar con un sello de autenticidad sin pagar los altos costos que requiere la tradicional certificación orgánica.
El SPG fue elaborado conjuntamente entre las distintas organizaciones que producen alimentos de forma cooperativa y sin agrotóxicos, nucleadas en la Mesa Agroalimentaria Argentina. Sistematiza un enorme cúmulo de experiencias realizadas desde y para el territorio, con familias productoras y técnicos campesinos que desde hace años socializan saberes para producir bioinsumos, reemplazar los agrotóxicos y acompañar la transición desde la producción convencional a la agroecología.
Este sello distintivo permite a los productores diferenciar sus alimentos en la venta, al mismo tiempo que orienta a los consumidores para adquirir estos productos con confianza al respecto de sus cualidades. Implica una evaluación global del proceso productivo, no solo en lo que refiere al no uso de agrotóxicos, sino también al respecto de las condiciones de trabajo (familiares y/o cooperativas) en las que tuvo origen.
Celia Mayorga, del Movimiento Nacional Campesino Indígena (MNCI) “Somos Tierra”, destaca lo positivo de la modalidad de producción agroecológica: «Estamos trabajando con el ambiente, con nuestros vecinos, con nuestra tierra y con nuestros recursos naturales. No queremos llenarnos los bolsillos de plata, sino ser conscientes a la hora de entregar un alimento».
Un paso adelante en la producción agroecológica
Actualmente, los procesos de certificación de alimentos orgánicos están intermediados por empresas privadas. Agustín Suárez, de la Unión de Trabajadores y Trabajadoras de la Tierra, lo explica: «La certificación por sí sola simplemente tiene como objetivo dar cuenta de que un proceso es orgánico, y eso lo hace una empresa que cobra por ese trabajo. El proceso del SPG tiene esos otros componentes, con lo productivo, lo técnico-tecnológico, la discusión política del modelo de producción y las condiciones de trabajo de las familias agricultoras».
Hoy existen en Argentina cuatro certificadoras privadas: Argencert, Food Safety, Letis y OIA (Organización Internacional Agropecuaria). Estas empresas cobran aranceles que en la mayoría de los casos resultan impagables para los pequeños productores. Por el contrario, el trabajo de certificación para obtener el SPG es gratuito: es la propia Mesa la que se hace cargo de pagarle a los expertos campesinos que llevan a cabo el proceso.
La Mesa Agroalimentaria Argentina (MAA) nuclea a organizaciones campesinas de distintos puntos geográficos del país. Está integrada por la UTT, el MNCI Somos Tierra, la Federación de Cooperativas Federadas, y la Federación de Organizaciones Nucleadas de la Agricultura Familiar y Bases Federadas.
Una forma distinta de producir alimentos
El SPG beneficia a los consumidores, pero también a los productores, ya que les permite valorizar su producción. “La agroecología requiere mucho trabajo físico. En el caso de la producción convencional es mucho más fácil, porque todo se resuelve agregando químicos, usando intensivamente los agrotóxicos y las maquinarias. Pero la producción campesina opta por no hacer ese uso para cuidar el ambiente, y eso genera una situación de desigualdad al momento de comercializar, puntualiza Suárez.
Uno de los principales desafíos fue que el protocolo de certificación sirviera para todos los contextos geográficos en los que se producen alimentos. En un país tan diverso, es fácil notar que unificar criterios implica tener en cuenta las diferencias de contextos y climas. «Por ejemplo, en el cordón hortícola de La Plata hay mucha materia orgánica y se pueden usar diferentes métodos. No es lo mismo que trabajar en Mendoza, donde tenemos suelo árido. En Mendoza y San Juan dependemos de los riegos, entonces trabajamos con la sociedad para que no echen basura dentro de los cauces. No es lo mismo en Córdoba, donde llueve más», explica Mayorga.
Otro aspecto a tener en cuenta fue la tenencia de la tierra. Al momento de certificar, entran en juego aspectos como el estado del suelo, qué malezas tiene, cómo va a ser el manejo de los cultivos o qué tipo de producción hubo antes. Esto significa una complicación si la tierra es alquilada; es decir, si las posibilidades de trabajarla son temporarias.
Cómo obtenerlo
Para aprobar el proceso evaluativo del SPG se deben superar dos instancias. Por un lado, consta de un manual en el que se describen las características que deben tener los alimentos para ser considerados agroecológicos, el cual debe ser cumplido en su totalidad. Por el otro, un cuestionario que deben responder los productores que quieran obtener la certificación.
El cumplimiento de estas dos instancias, luego de solicitada la certificación, es evaluado por dos comisiones, una local y otra nacional, conformadas por técnicos campesinos, veedores externos, y científicos del Centro de Investigación y Desarrollo Tecnológico para la Agricultura Familiar (CIPAF) del INTA. El INTA, a su vez, podrá emitir su propia certificación de origen en caso de ser requerida.
El sello identificador es de color verde para aquellos productos que ya cuenten con la aprobación en todas las instancias, y de color amarillo para los que aún se encuentren cumplimentando el proceso de evaluación. Estos últimos, a su vez, tendrán un plazo límite para adecuar su modo de producción a los requisitos del SPG. Para iniciar el proceso, la persona interesada deberá solicitarlo al referente de alguna de las organizaciones nucleadas en la MAA.