El arte vivido como un hecho político y la política vivida como una obra de arte. Fueron varios los dirigentes políticos y de otros ámbitos que intentaron reflejar esta síntesis que encarnó durante su vida Fernando Pino Solanas. Falleció el pasado viernes 6 de noviembre en París. Hace varias semanas que estaba internado luego de haber contraído el coronavirus.
A Francia lo había llevado su última aventura política. Fue una de las figuras clave en la construcción de la coalición panperonista del Frente de Todos y el presidente Alberto Fernández lo había nombrado embajador ante la Unesco.
Solanas vio más rápidamente que algunos dirigentes del peronismo orgánico la necesidad de armar un frente contra Mauricio Macri. A pesar de haber sido opositor al gobierno de Cristina Fernández, fue uno de los primeros en denunciar públicamente la persecución política contra la expresidenta disfrazada de lucha contra la corrupción. Esa metodología llamada lawfare. Cuando se debatió en el Senado el allanamiento a la casa de la expresidenta en el Calafate, el 22 de agosto de 2018, Solanas acompañó el dictamen que había presentado CFK. Pedía de modo explícito que el juez cuidara los bienes con valor simbólico durante el procedimiento. Ese dictamen perdió. En su intervención, dirigiéndose especialmente a la bancada radical, Pino dijo: “Ustedes deberían saber que cuando la agreden a ella (Cristina) todos sus seguidores se sienten agredidos”. No fue un discurso tan recordado en la jornada de ayer, pero mostraba la agudeza del artista para interpretar los efectos del ataque político en la sensibilidad de un sector muy amplio del pueblo.
Antes, el Pino político había dado su gran sorpresa en las elecciones de 2009 en la categoría para legisladores porteños. Él encabezó la lista y sacó 24%. Quedó a seis puntos del macrismo que obtuvo el 31 y mostró que derrotar a la derecha en la Ciudad era difícil pero no imposible.
Las idas y vueltas de la política, su desconfianza en la estructura del Partido Justicialista, uno de los motivos que lo empujaron siempre a buscar opciones por fuera del peronismo partidario, lo llevaron en 2013 a compartir espacio político con Elisa Carrió y la UCR. En esa instancia fue elegido senador nacional. Todavía había un sector del radicalismo que creía que podía construir una alternativa al kirchnerismo que no fuera de derecha. El tiempo pasa y el río se acomoda. Carrió terminó con Macri. Pino con Alberto y Cristina.
Entre sus causas, por las que peleaba desde el arte y la política, estaba la del cuidado medioambiente. Tenía clara conciencia de que la subsistencia de la condición humana se juega también en entablar una relación mejor con la naturaleza. Fue crítico de las prácticas de fracking en Vaca Muerta incluso ahora que formaba parte del gobierno. Cuestionó el uso de los agrotóxicos en la agricultura y acompañó iniciativas como la Ley de Glaciares. Y se peleó con el gobierno del entonces Frente para la Victoria cuando se flexibilizó.
Fue candidato presidencial en 2007. La elección en la que Cristina se impuso por el 46 por ciento y ganó su primera presidencia. Fue miembro del Frente Grande armado por los diputados peronistas que rompieron con el menemismo por su giro neoliberal. Y así llegó a diputado nacional en 1993. Participó de la convención que redactó la nueva Constitución Nacional en 1994 porque obtuvo 1 millón de votos en la provincia de Buenos Aires como constituyente. El 22 de mayo de 1991 recibió cuatro balazos en un momento en que denunciaba la privatización de YPF. Se recuperó y siguió adelante hasta este viernes 6 de noviembre en el que falleció. Su legado sobrevivirá por siempre.