Pino Solanas quedará en la mente de millones de jóvenas y jóvenes que salieron a las calles -muchas por primera vez- por su discurso a favor del aborto legal en el Senado en 2018. “¡Bravo, chicas! Honor y dignidad a todas las mujeres argentinas que lograron instalar este debate fundamental. Nadie podrá frenar la oleada verde”, dijo cuando ya se sabía que la votación se perdía, pero la lucha política estaba ganada.
Rodeado de lo que el feminismo denominó “senadores percha” o “dinosaurios”, Pino habló de sexo, de goce, del derecho a ejercer la sexualidad como nos plazca, de la lucha política, de la lucha en la calle, de que los cambios personales son políticos y los políticos personales. También historizó esos conceptos, recordó las primeras olas feministas de los 60 y 70, las luchas que precedieron a aquella y de las que vendrán.
Era la madrugada del 9 de agosto de 2018. El proyecto de la Campaña por el Aborto Legal Seguro y Gratuito se había enriquecido tras meses de discusión en comisión en la cámara de Diputados y se había convertido en media sanción. En la discusión en comisión en el Senado se había llegado a afirmar que el VIH perforaba la porcelana. En el recinto, el número no daba. Siempre se supo. Pero no importaba. La sesión era importante porque iba a votar Cristina Fernández, también y se sabía, iba a votar a favor, luego de que durante sus dos mandatos no impulsara el debate en el Congreso. Pero el recuerdo de esa noche, que se agiganta con su muerte, quedará siempre atado al discurso de Pino, un senador octogenario desconocido para muchas de las jóvenes de la marea verde que lo miraba desde las pantallas dispuestas afuera del Congreso o desde Youtube.
«Hablo en nombre de otra Argentina que no quiere una juventud reprimida. Ahí está esa fabulosa y gloriosa juventud en las calles de Buenos Aires. Esta oleada verde de chicas, que está expresando una marcha que lleva años, de las mujeres, nada menos que por el reconocimiento igualitario de sus derechos. No sólo el derecho a la vida de las mujeres, el derecho a poder decidir sobre su cuerpo. ¿Y por qué no? ¿Por qué tenemos miedo a decir que el derecho a gozar? ¡A gozar de la vida y a gozar de su cuerpo!«, proclamaba en ese entonces Solanas.