“No hay proyecto de poder sin peronismo”, suele decir Miguel Ángel Pichetto siempre que asoma un proceso electoral. El flamante compañero de fórmula de Mauricio Macri –durante 17 años jefe del bloque del peronismo en el Senado- buscará aportarle esa genética a la oferta electoral de Cambiemos.
Pichetto no gana una elección ejecutiva desde 1985, ni tiene anclaje en la juventud, tampoco funge con un puente real hacia la apertura de Cambiemos, pero sí opera como claro guiño a un Círculo Rojo que parece estar cansado de Marcos Peña.
El peronismo de Estado que representa Pichetto implica también el fin de la búsqueda de la gobernabilidad en los otros. Pichetto, su peronismo, su llegada a los gobernadores, ahora puesto en la fórmula implica el cese de la tercerización de la gobernabilidad.
Desde el primer día del gobierno de Macri, el legislador se mostró dispuesto a ser un opositor “razonable” con la intención de garantizar la gobernabilidad y, al mismo tiempo, hundir en el pasado al krichnerismo. Lo primero lo consiguió, lo segundo no.
Si bien el diálogo con el gobierno fue frecuente desde el 10 de diciembre de 2015, las relaciones se intensificaron luego de la contundente victoria de Juan Schiaretti en Córdoba hace pocas semanas.
Pocos días después, Pichetto fue recibido por Macri. A partir de entonces endureció su discurso en el plano ideológico y dejó de tildar de “fracaso” a la gestión de Cambiemos. Una semana más tarde, desde Ministerio del Interior comenzaron a presentar tanto a Pichetto como a Emilio Monzó como los hombres que deberían acompañar a Macri en la búsqueda de su reelección.
La idea prendió en Macri que lo comenzó a mostrar como una opción ante el círculo que frecuenta por fuera de la política ejecutiva. “Es una decisión muy personal del Presidente”, aceptó anoche Peña.
Así las cosas, el dirigente que supo defender como vicejefe del bloque oficialista en Diputados las privatizaciones del menemismo y que también fue la cara visible de las estatizaciones que llevó adelante el kirchnerismo como autoridad máxima de la bancada del Frente para la Victoria en el Senado buscará escalar un paso más en su carrera y llegar a vicepresidente.
Este martes, Pichetto no dudó en marcar una agenda futura: dejó la puerta abierta para avanzar en la flexibilización laboral y para reformular la relación con los movimientos sociales. O sea para dar el debate en contra de lo que supo defender cuando fue oficialismo. En definitiva, Pichetto en estado puro. Uno hombre que siempre militó el partido del poder.