El premio Nobel de la Paz y titular del Servicio Paz y Justicia (Serpaj), Adolfo Pérez Esquivel, anunció hoy, a través de una carta dirigida a la Facultad de Ciencias Sociales de Universidad de Buenos Aires (UBA), que esa casa de altos estudios atesorará el galardón que el militante por los derechos humanos obtuvo hace 40 años, en un museo donde será exhibido junto con obras de arte, condecoraciones, archivos y materiales bibliográficos.
«Quiero transmitirles que hemos decidido que el Premio Nobel de la Paz, condecoraciones, obras de arte, biblioteca, archivos, se constituya La Casa de los Premios Nobel Latinoamericanos en la antigua sede del Serpaj en la calle México y Bolívar de la CABA. La UBA será custodia de todo lo señalado en nombre de los pueblos de este continente como testimonio de quienes dedicaron sus vidas a la investigación científica, a la literatura y a la Paz, señaló Pérez Esquivel en su misiva.
Al cumplirse hoy cuatro décadas de haberse conocido que Noruega había decidido otorgarle el Nobel de la Paz a este arquitecto que denunció las violaciones a los derechos humanos cometidas por la última dictadura cívico militar, Pérez Esquivel recordó que entonces «el país vivía en el dolor y la resistencia bajo la dictadura militar, hacía poco que me habían liberado de la prisión y de la libertad vigilada».
«Cuando el embajador de Noruega me da la noticia el primer sorprendido fui yo. No esperaba premio alguno, le dije al embajador que no podía recibirlo a título personal, el trabajo no es de una persona, sino de miles de hombres y mujeres en toda Latinoamérica que luchamos juntos por alcanzar y construir un mundo de iguales», evocó en esta carta.
En ese sentido, agregó: «Le dije que lo asumía en nombre de todos los pueblos de América Latina, de los hermanos y hermanas indígenas, campesinos, religiosos y religiosas, organizaciones sociales, de derechos humanos, de las queridas Madres y Abuelas de Plaza de Mayo y organismos de Derechos Humanos que luchan día a día por un mundo más justo y fraterno».
«Ese año 1980 es asesinado Monseñor Oscar Romero en El Salvador, da su vida para dar Vida y esperanza a su pueblo y a la Iglesia. Estos años continúan siendo caminos entre dolores y esperanzas, pero hay que seguir andando, como decía el querido “pelao” (monseñor Enrique) Angelelli, tenemos que aprender a vivir como si “fuéramos eternos”, a pesar de nuestras pequeñeces y errores, saber que lo que sembramos recogemos», subrayó.
El actual presidente de la Comisión Provincial de la Memoria recordó que en la actualidad, el mundo se encuentra en zozobra, camina entre angustias y esperanzas frente a la pandemia del Covid-19 que ha cobrado miles de vidas y pone al descubierto las desigualdades sociales, económicas y políticas, el aumento del hambre, el desempleo, la pobreza».
«Vivimos en un mundo dónde sobran los alimentos y dónde aumentan los hambrientos. Desigualdad que viola los Derechos Humanos y derechos de los Pueblos. Son tantos los recuerdos y vivencia del caminar por nuestro continente y el mundo que no alcanzan las palabras. Sólo agradecer y decirles gracias…tomar fuerzas para continuar al servicio de miles de rostros que nos cuestionan e interpelan y reclaman un lugar digno en la vida y sabe que otro mundo es posible si hay fuerza y unidad en la diversidad», manifestó Pérez Esquivel.