El líder del Partido Socialista Obrero Español, Pedro Sánchez, fue investido este martes presidente de un inédito gobierno de coalición de izquierda, tras una ajustadísima votación en el Congreso de los Diputados que pone fin a meses de parálisis política en el país. Sánchez, de 47 años, recibió 167 votos a favor, 165 en contra y 18 abstenciones, una mínima diferencia que fue suficiente para tener éxito en esta segunda vuelta donde le bastaba una mayoría simple. En un primer voto, el domingo, no alcanzó la necesaria mayoría absoluta de 176 de los 350 diputados.
«Va a haber una coalición progresista, porque así lo han decidido los españoles y la mayoría parlamentaria del Congreso», dijo Sánchez antes del voto, donde llamó a acabar con el bloqueo político que mantuvo al país por meses «desprovisto de herramientas para abordar sus problemas y para encarar los desafíos de futuro». El ínfimo margen con el que se impuso Sánchez hace presagiar una legislatura muy complicada para el socialista, que presidirá el primer gobierno de coalición desde el fin de la dictadura de Francisco Franco en 1975, al que la derecha y la extrema derecha han prometido hacer una oposición sin tregua.
El sábado 4 de enero, Alberto Fernández había saludado su casi segura investidura compartiendo un mensaje en las redes sociales. Allí recortaba además un fragmento del discurso de Sánchjez en el que valoraba los ejes de un gobierno progresista: el cuidado por «lo público», la educación, el cuidado sanitario y la jubilación.
Segundo gobiernoCon @sanchezcastejon tenemos visiones similares sobre lo público y coincidimos en priorizar a los más vulnerables.
— Alberto Fernández (@alferdez) January 4, 2020
Su continuidad al frente del Gobierno de España es una buena noticia. Espero que nos encontremos pronto y trabajemos juntos por los argentinos y los españoles. https://t.co/EYyusDPIuy
Sánchez llegó al gobierno por primera vez a mediados de 2018 mediante una moción de censura que desbancó al conservador Mariano Rajoy. Ahora para lograr su continuidad contó con el apoyo de su los legisladores de su partido, los de Podemos, socios de gobierno, los nacionalistas vascos del PNV y otros pequeños partidos regionales. Clave en esta segunda votación en un Parlamento muy fragmentado fue la abstención de la formación independentista Izquierda Republicana de Cataluña (ERC), que significa un voto de confianza aunque con «escepticismo» al PSOE, según dijo en la tribuna la diputada Montse Bassa.
«Personalmente me importa un comino la gobernabilidad de España», afirmó la parlamentaria, pidiendo la libertad de los nueve líderes separatistas condenados a largas penas de prisión por el intento de secesión de Cataluña en 2017, entre ellos su hermana Dolors Bassa. En el marco de su acuerdo con ERC, el gobierno central y el ejecutivo regional catalán, controlado por los independentistas, deben instalar en dos semanas «una mesa de diálogo» para «encauzar el conflicto político» en la rica región nororiental de 7,5 millones de habitantes.
Durante el debate de investidura, la derecha y extrema derecha cargaron con dureza contra Sánchez por llegar al poder apoyado por la izquierda radical e independentistas catalanes. El líder del conservador Partido Popular (PP), Pablo Casado, lo acusó de poner el futuro de España en manos de «terroristas y golpistas» y convertirse en un «Caballo de Troya para meter en el gobierno a quienes se han conjurado para destruir España tal y como la conocemos hasta ahora».
«Sánchez quiere copresidir un gobierno ilegítimo porque de la mentira y el fraude brutal a los españoles solo puede nacer la ilegitimidad», lanzó Santiago Abascal, jefe del partido de extrema derecha de Vox, convertida en tercera fuerza política. El líder de Podemos, Pablo Iglesias, quien ocupará una vicepresidencia en el nuevo gabinete, respondió llamando a Sánchez a tener «el mejor tono» pero también «la mayor firmeza» contra «intolerantes, provocadores y quienes quieren llevar a España al pasado».
Primeras medidas- Reforma laboral: Altamente simbólica y muy esperada por los sindicatos, la primera medida del acuerdo de gobierno entre el Partido Socialista (PSOE) y Podemos busca la derogación parcial de la reforma del mercado laboral de 2012, emblema del precedente gobierno conservador, que dotó de gran flexibilidad a los empleadores autorizados a despedir trabajadores sin motivo económico.
- Alza del salario mínimo y pensiones: El salario mínimo, que Pedro Sánchez ya aumentó un 22% en 2019 a 1.050 euros brutos (sobre doce meses), será progresivamente elevado para alcanzar al fin de la legislatura un 60% del salario medio (actualmente de 1.970 euros brutos sobre 12 meses). Las pensiones serán nuevamente indexadas con la inflación, lo que no ocurría desde 2014.
- Suba del impuesto a las rentas: El impuesto a las rentas aumentará para los contribuyentes más ricos, aquellos que ganan más de 130.000 euros al año, y se fijará una tributación mínima para aumentar la contribución real de las grandes empresas y bancos, señalados de recurrir a deducciones fiscales para pagar menos impuestos que los 25% obligatorios. El gobierno quiere fijar una tasa mínima de 15% para las grandes empresas y de 18% para los bancos y grupos petroleros.
- Control de alquileres: El objetivo es permitir a las alcaldías de las ciudades afectadas por un aumento «abusivo» de los alquileres imponer temporalmente techos a los precios. Madrid y Barcelona enfrentan desde hace años una escalada de los alquileres, debido en parte a las plataformas de alquileres turísticos tipo Airbnb.