Paula Arraigada recorre las calles de Flores, Parque Chacabuco, Saavedra y la Villa 1-11-14 en las últimas semanas para las elecciones legislativas del 14 de noviembre. Es la primera candidata trans a legisladora porteña de la Ciudad de Buenos Aires. Está en el puesto número doce de la lista del Frente de Todos y, aunque sabe que no ingresará a la Legislatura, milita “como si fuera la primera” y dice que es un paso para que el colectivo trans dispute espacios de poder. Tiempo Argentino habló con la referenta de la organización La Nelly Omar, que sostuvo que las políticas de género del jefe de Gobierno, Horacio Rodríguez Larreta, son “de maquillaje”.
-¿Cómo vive la última etapa de la campaña electoral?
-Siempre estos momentos nos permiten mayor afianzamiento, sobretodo para el colectivo trans, que no ha podido llegar a los espacios de decisión. Si lo ha conseguido son números muy pequeños. Estas épocas sirven para visibilizar que nosotras no solamente podemos ser activistas, sino que también podemos hablar de política, política partidaria y de las necesidades del pueblo, más allá del colectivo al que pertenezcamos con alegría y orgullo. También lo encaramos como un desafío, entendiendo que parte de la demanda de nuestro pueblo implica afianzar algunas políticas y generar otras. También necesitamos poner más hincapié en lo que tiene que ver con los feminismos y la feminización de la pobreza y buscar algunas estrategias para dar respuesta a algunas luchas que son más difíciles como, por ejemplo, que haya más perspectiva de género en la justicia.
-¿Se pueden revertir los resultados electorales?
-Creo que sí. Se están haciendo muchísimas cosas para eso. No solo políticas territoriales sino también a nivel nacional. También entablando nuevas estrategias comunicacionales de cosas que se venían haciendo y no estaban puestas a la vista pública, que generaban la ampliación de derechos, como los programas del Ministerio de Mujeres.
-¿Cree que en estas elecciones hay mayor presencia de mujeres y personas trans en las listas?
-Avanzamos un poco más. Es cierto que hay muchos más compañeros y compañeras, pero seguimos estando en los lugares testimoniales. Todavía no hay una real representatividad dentro de las listas porque la representatividad que quieren emular es del 1 al 30. Y si, ahí es posible que haya una representatividad enorme dentro de las listas, pero a la hora de elegir los lugares importantes, es ahí donde tiene que estar plasmada. Eso, por ahora, está faltando. Estamos dando las luchas internamente. Hay que entender que la puja política es difícil y tiene algunas zonas agrestes porque, en el fondo, estamos discutiendo un espacio de poder. Todavía, quiénes pertenecemos a colectivos vulnerados, como otras del feminismo popular, no encontramos esa representatividad.
-¿En qué políticas falta avanzar a nivel legislativo?
-Hay que hablar de la feminización de la pobreza. Hay gran cantidad de compañeras que no acceden al mercado formal del trabajo. Le sucede a todas las feminidades: a las villeras, a las trans, a las migrantes. Todos esos colectivos que han sido vulnerados no acceden hoy al mercado formal del trabajo y su forma de vida está precarizada y rozando la marginalidad. No se puede hablar de derecho para unas pocas, sino para todas. También la falta de solución a la violencia estructural y los crímenes de odio. Nos falta encontrar la vuelta para prevenir y erradicar.
-¿Cómo evalúa las políticas de géneros del Gobierno porteño?
-No hay política de género porque lo que sucede acá es un enorme maquillaje que contiene una cáscara, pero dentro de eso no hay absolutamente nada. Cuando hablamos de Ley de Cupo, que no ha adherido, han ingresado algunas, no las que deberían ingresar. Cuando las incluyen, lo hacen desde una forma excluyente y le piden un montón de requisitos o experiencias que no las tienen. Acá se pretenden seguir incorporando personas que no sufren las desigualdades a pesar de ser trans. No existen espacios gubernamentales que permitan discutir cuáles son las necesidades de esos otros colectivos que no sea el blanco de clase media, que es el que ellos promedian. Por eso no hay centros integrales para las feminidades en toda la capital. Cualquier participación de las feminidades, sobre todo de las vulneradas, implica un cuestionamiento al gobierno de turno. Poco interés puede haber de un gobierno liberal y oligarca en profundizar en algunas desigualdades. Le interesa más plantar flores que plantar una semilla que genere igualdad.