Todas las encuestas indican que la principal expectativa de la población para este 2021 es vacunarse. Es una muestra de cómo los sueños se adaptan a las circunstancias. Luego de caminar por el desierto 15 horas, un vaso de agua fresca se compara con ganar el Oscar para un actor. Una vacuna, algo que parece tan sencillo cuando no hay pandemia, se volvió la realización central de la vida.
Por supuesto que no es lo único. La recuperación del poder adquisitivo de los salarios, luego de tres años de retroceso, también impactará en las preferencias a la hora de votar.
Entre paréntesis: aunque a veces parezca algo extemporáneo, superficial, frívolo, en un contexto de pandemia, este año hay que votar.
El hilo conductor, el punto de confluencia unánime de la heterogénea base electoral del Frente de Todos, fue la idea de que con el nuevo gobierno peronista se recuperaría el poder de compra de los ingresos. Entre otros temas, la posición de esa base social es menos uniforme.
El macrismo duro incorporó ahora como vocero principal al propio Mauricio Macri. El expresidente está lanzado a exponer su opinión casi diariamente desde que presentó su libro Primer tiempo. Habla como si nunca hubiera pasado por la Casa Rosada. Es como si su gobierno hubiera sido un sueño –o pesadilla– de la que el país despertó. Alguien abre los ojos y está sudando en la cama. Mira a su alrededor y se da cuenta de que todo está en su lugar: las puertas del placard cerradas, el velador en la mesita de luz junto al reloj, y el peronismo, gobernando.
El sector duro del macrismo ha decidido desplegar un discurso que apunta a una parte de la base de respaldo del oficialismo, a la más identificada con el Frente Renovador. La mano derecha de Patricia Bullrich, Florencia Arietto, se fue hasta la puerta de la quinta de San Vicente, donde están los restos de Juan Perón. Sacó su celular y se filmó a sí misma. Mirando a cámara, moviendo su pelo castaño, dijo: “¿Qué diría el general ahora que el peronismo se hizo comunista?”.
El propio Macri, tomando una frase que antes había dicho el radical Alfredo Cornejo, sostuvo que el peronismo “ya no es el partido de los que trabajan, como en la época de Perón. Ahora es el partido de los que no trabajan. Nosotros defendemos a los que quieren producir”.
Este discurso discriminatorio apunta a estimular una disputa entre dos sectores de laburantes, los informales, que reciben algún complemento directo y visible por parte del Estado, como la AUH, y los formales. Jaime Durán Barba también había plasmado esta línea discursiva en sus columnas de opinión, en 2019, durante la campaña electoral.
Es aquí donde el proyecto de modificación del mínimo imponible de Ganancias tiene un impacto político-electoral, un efecto neutralizante de esta campaña. Los trabajadores formales que más ganan son los alcanzados por este impuesto. ¿No se acuerdan de que Macri prometió eliminarlo en su campaña electoral? ¿Y qué ocurrió? Se duplicó la cantidad de trabajadores formales alcanzados. ¿Tendrán más peso los discursos