Este viernes, mientras el presidente Alberto Fernández esté en comunicación con su par ruso Vladimir Putin, se conocerá con mayor certeza casi seguro triunfo de Joe Biden en las elecciones presidenciales de Estados Unidos. Con las negociaciones bastante encaminadas con el FMI, Argentina se subirá a felicitar al ganador. Sin embargo, la evaluación del gobierno es que cualquiera fuera el resultado para el país no tendrá mayores consecuencias un cambio de signo político en EE:UU.
Se reconoce que hay una cuestión más personal que política con respecto a la salida de la figura de Donald Trump, un dirigente esquivo a las reglas de las relaciones internacionales. Su racismo y machismo no es bienvenido en países que ponderan la importancia de los derechos humanos y sus sociedades cuentan con movimientos feministas fuertes. De todos modos ese rechazo que produce el todavía presidente no se analiza como cuestión geopolítica.
Uno de los puntos que sí juega a favor el triunfo de Biden en el país es que Trump tuvo un desprecio marcado hacia los organismos multilaterales en donde participa Argentina, como la OEA o la Organización Mundial de la Salud, de donde Estados Unidos se fue en medio de la pandemia. Un cambio de signo político genera la expectativa de que haya una mirada más benévola hacia el multilateralismo, aunque todavía eso es una incógnita.
En tanto, en el vínculo bilateral no hay mucha modificación. Las negociaciones con el FMI, en donde EE:UU tiene un peso decisivo, ya están encaminadas. Y a su vez en el gobierno estiman que la política comercial seguirá siendo la misma.
Analizan que las posturas agresivas de Trump hacia Venezuela y Cuba produjeron costos humanitarios graves, algo que mereció la condena de Argentina desde el comienzo de la administración Fernández. El cambio de sigo también genera expectativa en que la presión sea un poco menor. Trump incrementó la violencia contra esos países al prohibir el envío de remesas del exterior – importante fuente de ingresos- y cerró la empresa Western Union en Cuba y Venezuela.
También se estima que Argentina no está en la agenda estadounidense como país y que la postura de Biden ante la región no cambiará mucho. De hecho el opositor venezolano y autoproclamado presidente legítimo Juan Guaidó fue recibido en la Cámara de Representantes de manera pomposa.
Otro factor importante es que Argentina -al igual que el resto del mundo- quedó en medio de la guerra comercial entre Estados Unidos y China. Para contrarrestar los acuerdos de los países de la región con el gigante asiático, que está construyendo la nueva “ruta de la seda”, entre otros países con Argentina, Estados Unidos lanzó en diciembre de 2019 un proyecto llamado “América Crece”. Se propone, supuestamente, “apoyar a 30 países del hemisferio”. La presentación en la Casa Blanca la hizo el que fuera el asesor especial del presidente Trump y director principal para Asuntos del Hemisferio Occidental del Consejo de Seguridad Nacional, Mauricio Claver-Carone. Ahora es el presidente del BID. De “América Crece” están excluidos Venezuela, Cuba y Nicaragua.
Tanto China como USA son claves a la hora de invertir en obra pública en el país. Y el BID financia esa área específica en los países miembro. Argentina seguirá reclamando espacios en los cargos directivos ya que cuenta con una participación del 11% dentro en el organismo multilateral.
En el Ejecutivo destacan que, por lo pronto, tanto a Estados Unidos como a China le conviene que Argentina se recupere. Por eso la administración Trump acompañó la negociación con el FMI, pronta a cerrarse.